DEJO AL DESCUBIERTO GROSERAS FALLAS EN EL SISTEMA DE IDENTIFICACION DE DESAPARECIDOS
El falso desaparecido conmueve a Chile
Las personas que lo ayudaron a cruzar la frontera están enojadas con él y los organismos de derechos humanos señalan que no se trata de un caso aislado sino que es el producto de fallas sistémicas en las investigaciones.
Por María Laura Carpineta
El 27 de agosto de 1974 Germán Cofré Martínez tomó un taxi junto a dos vecinos en una esquina a unas cuadras de su casa rumbo a la frontera. Iba a Mendoza a buscar trabajo. Su mujer lo sabía, el barrio lo sabía y hasta el Estado chileno lo sabía. Pero de todas formas en 1995 lo dieron oficialmente por muerto y pasó a engrosar la lista de desaparecidos por la represión ilegal. Cofré reapareció la semana pasada y al hacerlo desató un escándalo. Su caso puso bajo la lupa el compromiso de los gobiernos de la Concertación con la búsqueda de la verdad sobre los crímenes del pinochetismo.
Cofré había caído preso el 24 de septiembre de 1973, cuando efectivos de la Fuerza Aérea chilena se lo llevaron de su casa en una redada masiva. Como sucedía en el resto del cordón que rodea la capital, los militares se llevaron a todos los varones, excepto a los niños y los ancianos. Muchos no volvieron a sus hogares. Pero Cofré regresó a su casa a pocos días de su detención y estuvo con su mujer y sus tres hijos chiquitos casi un año más antes de partir a Mendoza en busca de un buen pasar.
Fernando Aguilera Godoy es el hombre que ayudó a Cofré a cruzar la frontera hace más de 30 años. Aguilera conoció al falso desaparecido –como ya lo bautizaron los medios chilenos– a principio de los setenta. Los dos militaban en el Partido Comunista en La Cisterna, un barrio de clase trabajadora en las afueras de Santiago.
Aguilera había perdido su trabajo como camionero de ENAP, la empresa petrolera nacional, en septiembre de 1973, dos semanas después del golpe de Estado. Sin dinero, el entonces joven esposo y padre de dos hijas decidió probar suerte en la transandina Mendoza. La primera vez cruzó la frontera con miedo, pero con el tiempo se fue poniendo canchero. “No nos estábamos escapando de la dictadura, estábamos buscando trabajo”, aclaró el ex camionero.
Cada dos o tres meses volvía a cruzar los Andes para llevarle dinero a su ahora ex mujer Margarita. Cada vez que llegaba, algún vecino se acercaba para pedirle que lo cruzara a Mendoza. En La Cisterna muchos habían perdido su empleo en las semanas y los meses que siguieron al golpe. “Cuando llegaba mi casa se convertía en una agencia de viajes”, bromeó Aguilera.
Cofré, un empleado de limpieza municipal, fue uno de los tantos que llevó. Siguieron en contacto durante un tiempo, hasta que Aguilera se enteró de que Cofré se había casado con una argentina. “Me terminé enojando porque cada vez que volvía (a Chile), María, su mujer, venía a casa a preguntarme por él y yo no sabía qué decirle.”
En 1992, María del Carmen Cisterna, la esposa de Cofré, denunció ante la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación que su marido fue uno de los desaparecidos de la dictadura y reclamó una indemnización. La comisión corroboró con la Fuerza Aérea la detención de 1973 y, sin más, concedió el beneficio. Cisterna falleció el año pasado.
Para su esposa Cofré había de-saparecido, pero para el Estado chileno no. Según los archivos del Registro Nacional, en marzo de 1995 se presentó ante el consulado de Chile en Mendoza para renovar su cédula de identidad. Le iniciaron el trámite y le emitieron un documento transitorio. No se sabe por qué tardó casi diez años, pero recién en octubre de 2004 Cofré volvió al consulado para reclamar una cédula definitiva. Desconcertados, los funcionarios le entregaron dos fotocopias, una de su acta de nacimiento y otra de su certificado de defunción.
Después de una ida y vuelta de cuestionarios, huellas dactilares y fotos, el Registro Nacional chileno finalmente canceló el certificado de defunción y, en mayo de 2008, el consulado en Mendoza le emitió una nueva cédula de identidad.
Nadie le avisó a la familia ni a la Secretaria de Derechos Humanos; el nombre de Germán Cofré Martínez sigue tallado en piedra en el monumento a los desaparecidos en el Patio 29 del Cementerio General de Santiago.
La semana pasada Cofré apareció en la puerta de la casa de su familia y se reencontró con sus hijos. Entonces, según Cofré, se enteró de que había enviudado y que él estaba oficialmente desaparecido por la dictadura.
Al día siguiente Cofré se presentó en la Secretaría de Derechos Humanos para aclarar su situación. Declaró durante varias horas ante un juez que investiga las fosas comunes donde supuestamente había sido enterrado. Aunque no se conoce todavía el contenido de esa declaración, la noticia del falso desaparecido corrió como reguero de pólvora. Los medios descendieron sobre La Cisterna en busca de testigos.
Además de Aguilera y su actual ex esposa Margarita, un tercer testigo aportó datos sobre Cofré. Se trata de Eugenia Allende, la ex esposa del hijo mayor del matrimonio. Según le dijo a la prensa chilena, un año después de la supuesta desaparición, Cofré mandó carta desde Mendoza prometiéndoles a su esposa e hijos que vendía por ellos para llevárselos a la Argentina. Le pidió a María que vendiera la casa y los muebles y lo esperara. Nunca más se puso en contacto.
Aguilera, Margarita y Allende siguen enojados con el falso desaparecido. “Si te querés separar de tu mujer, te separás, pero no dejás a tus hijos. Yo no le echo la culpa a la señora María, ella fue una víctima de un hombre malo. En este país todos quieren estigmatizarla como alguien que se aprovechó del Estado, pero yo no lo veo así. Al final, el gobierno se hizo cargo de una mujer que tenía que mantener sola a tres hijos”, aseguró Aguilera.
Por su parte, las organizaciones de derechos humanos pidieron una investigación a fondo y deslindar culpas entre la familia y el Estado, pero aún no se ha abierto una causa judicial con este caso.
“Lo que pasó demuestra que no se sistematizan los datos, que no hay voluntad para buscar exhaustivamente en todos los organismos de Estado cuando se requiere información para saber si una persona fue o no víctima del terrorismo de Estado. No se chequea, no se revisa la información y por eso hay muchos cadáveres que siguen sin ser identificados o fueron mal identificados”, denuncia Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Políticos.
Permalink:http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-115536-2008-11-24.html
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Domingo 23 de noviembre de 2008
Por Jorge Escalante y Javier Rebolledo / La Nación Domingo
Por Jorge Escalante y Javier Rebolledo / La Nación Domingo
Las verdades detrás de Germán Cofré, el “desaparecido” que remece la verdad nacional
El secreto del “resucitado”
Su hijo mayor abrió los fuegos destapando que el padre no estaba muerto. Y su llegada revivió los dolores y odios de una historia de crímenes y abandono. Datos inéditos de lo que Cofré relató a la justicia. Las contradicciones de su confesión, las mentiras de su familia y las debilidades de los controles del Estado.
Múltiples interrogantes
-Itinerario de un "aparecido" (I)
-Itinerario de un "aparecido" (II)
El general Carlos Parera galopó vanidoso el 19 de septiembre de 1990, encumbrado en su caballo reluciente, y se detuvo frente al Presidente Patricio Aylwin. Guardó silencio y no pidió su venia para iniciar la primera parada militar tras el fin de la dictadura. Aylwin chasqueó la lengua, se miró los zapatos y volvió a mirar al frente. El ex agente de la DINA giró el corcel y todo fue un pesado silencio. La afrenta estaba cumplida.
En los parlantes se escuchó entonces la voz del locutor oficial, que rompió el hielo anunciando el comienzo del desfile. Era Marcelo Cofré Cisterna, el primogénito del aparecido desde la cordillera de los Andes, Germán Cofré Martínez.
El 10 de noviembre pasado, el destino volvió a juntar al padre y al hijo después de la larga ausencia. Al partir de Chile en 1974, Germán era militante comunista y Marcelo tenía apenas siete años. Hoy está pronto a cumplir 40 y es un fiel seguidor del dictador Augusto Pinochet. Su admiración lo llevó por la vida a demostrar sus dotes de locutor por los cuarteles de Chile, conduciendo ceremonias protocolares y festivas. Cuando le consultamos si aquello era efectivo, lo negó en forma categórica.
"No quiero hablar con su diario, no me gusta. Por suerte jamás he tenido que trabajar para el Ejército, menos de locutor", fue su respuesta cortante envuelta en una madeja de mentiras que han tejido su vida.
Fuentes de la propia institución castrense confirmaron que Marcelo trabaja para ellos como "free lance" en algunas oportunidades. Y su ex esposa, Eugenia Allende, afirmó a LND que "Marcelo es un pinochetista fanático, de esos que cuando escuchan la Canción Nacional se paran y se llevan la mano al corazón". Es más, añade la mujer, "él odiaba a los comunistas, porque veía en ellos el reflejo del padre que los abandonó".
¿Qué fue lo que llevó a Marcelo Cofré el lunes pasado a informar al Ministerio del Interior la llegada de su padre, oficialmente desaparecido?
Son varios quienes afirman que la familia siempre supo que Germán Cofré nunca fue un desaparecido, sino un padre que salió de Chile a Argentina, temeroso de la represión, pero también buscando mejores oportunidades económicas. Al final terminó por abandonar a su clan, ganándose el odio de esposa e hijos.
La "resurrección" de Germán Cofré revolvió el ambiente nacional y reavivó las heridas abiertas de la tragedia que aún mantiene dividido a Chile. Algunos quisieron revivir la frase del dictador: "Los desaparecidos son un invento del marxismo". Los familiares de las víctimas reaccionaron rápidamente y denunciaron el aprovechamiento y el engaño. "No aceptaremos que alguien enlode nuestra tragedia, la de los detenidos desaparecidos, ni que nadie utilice nuestra lucha de una manera tan aberrante y mezquina", sentenció Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).
Del lado del Gobierno, la respuesta también fue enérgica. El subsecretario del Interior, Felipe Harboe, dijo a LND que si "la información que nos está llegando confirma que aquí hubo una confabulación para aprovecharse de una situación tan sensible, ejerceremos todas las acciones civiles y penales que procedan, incluyendo perseguir la suspensión inmediata de los beneficios para esta familia, junto a la restitución de los dineros del fisco".
Muerte y resurrección
En su declaración al ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Carlos Gajardo a la que LND tuvo acceso , Germán Cofré dijo que su regreso a Chile obedeció a que su nueva mujer, la argentina Paula Ferreira, se lo pidió. Confesó al juez que su actual pareja lo instó a que viniera a saldar con sus tres hijos las deudas del abandono. Pero no esclareció si su retorno fue conversado previamente con su hijo Marcelo. Cualquiera sea la verdad, cuando Cofré llegó ese día a la antigua casa que había dejado por última vez en 1974, nadie respondió. Entonces dio vuelta la esquina y tocó a la puerta de una casa azul. Allí vivía su viejo amigo Romualdo Farías, con quien gestó entonces el viaje a Mendoza buscando mejores horizontes económicos. Le abrió Flor Huerta, la esposa de Farías, quien relató a LND parte del diálogo.
-¿Quién crees que soy , preguntó Cofré.
Ella no lo reconoció. Y él le dijo que venía desde Argentina.
-Ahí también vivió mi esposo un tiempo , respondió ella.
-Yo me fui con él un día desde aquí, soy Germán Cofré.
-Ahí también vivió mi esposo un tiempo , respondió ella.
-Yo me fui con él un día desde aquí, soy Germán Cofré.
Los dos se abrazaron y Flor le dijo de inmediato:
-Mira Germán, tú sabes que yo siempre supe que estabas vivo, que nunca fuiste un desaparecido.
-Mira Germán, tú sabes que yo siempre supe que estabas vivo, que nunca fuiste un desaparecido.
Acto seguido, lo tomó del brazo y lo llevó donde Lucila Castro, otra vecina de los Cofré en la comuna de Lo Espejo.
-Aquí te traigo al muerto, Lucila. Yo te dije que no firmaras esas declaraciones porque este hombre no está muerto, vive en Argentina desde que se fue con Romualdo a Mendoza.
La mujer se refería a los testimonios que Lucila prestó en 1992 ante organismos del Estado, y que permitieron que a Cofré lo calificaran como un detenido desaparecido.
Eugenia Allende, ex esposa de Marcelo Cofré, hijo del "aparecido", asegura que toda la familia sabía que el padre estaba vivo. Lo que pocos conocían era que Cofré hijo locuteaba las paradas militares y trabajaba free lance para el Ejército.La ex esposa del locutor de las paradas militares, Eugenia Allende, va más allá y asegura que ella misma fue "testigo de cuando a Lucila le pagaron 50 mil pesos en ese tiempo para que confirmara la detención y desaparición de Germán Cofré".
La mujer se refería a los testimonios que Lucila prestó en 1992 ante organismos del Estado, y que permitieron que a Cofré lo calificaran como un detenido desaparecido.
Eugenia Allende, ex esposa de Marcelo Cofré, hijo del "aparecido", asegura que toda la familia sabía que el padre estaba vivo. Lo que pocos conocían era que Cofré hijo locuteaba las paradas militares y trabajaba free lance para el Ejército.La ex esposa del locutor de las paradas militares, Eugenia Allende, va más allá y asegura que ella misma fue "testigo de cuando a Lucila le pagaron 50 mil pesos en ese tiempo para que confirmara la detención y desaparición de Germán Cofré".
Eugenia tiene dos hijos con Marcelo y sostiene que con sus declaraciones, que este lunes confirmará ante la Policía de Investigaciones, sólo busca "ayudar a que no juegue con el dolor de los familiares de los detenidos desaparecidos. Y también lo hago porque mis hijos me han pedido que diga la verdad: Marcelo y sus hermanos siempre supieron que su padre estaba vivo. Tanto su mujer como ellos lo odiaban por haberlos abandonado".
Según el registro de Policía Internacional, María Cisterna, esposa de Cofré, registra dos salidas del país vía el Paso Los Libertadores. La primera con fecha de enero de 1989 y la última en 2006. "Ella fue a buscarlo. No sé si en ese viaje lo encontró. Recuerdo que años más tarde, cuando ya había obtenido el dinero del fisco, mi ex suegra me dijo ‘a pesar de que este tipo nos dejó botados, por lo menos obtuve algo a cambio’", cuenta Eugenia Allende.
La vecina Flor Huerta recuerda que, en los tiempos más duros de María Cisterna y sus tres hijos, ella le ayudó con abarrotes de su pequeño almacén, conmovida por la miseria en que se encontraba junto a sus hijos. Pero llegó un momento en que María comenzó a pregonar que su marido estaba desaparecido y las dos mujeres se enfrentaron por la verdad, la misma que hoy sacude al mundo de los derechos humanos.
En 2007, cuando María Cisterna murió, los hijos querían enterrarla en el Memorial al lado de los restos de su padre. Pero fue la misma vecina quien los alertó que no lo hicieran. "¡Cómo la van a sepultar al lado de alguien que está vivo! Ellos me amenazaron con demandarme por decir eso", asegura Flor Huerta.
Vida en Mendoza
Romualdo Farías recuerda que cuando salió de Chile rumbo a Mendoza con Cofré, éste no abandonó a su familia de inmediato. Luego de tomar un taxi colectivo en la calle General Mackenna, a un costado de la Estación Mapocho, partieron hacia la frontera sin la menor idea de qué les esperaba al otro lado de la cordillera. Esta versión coincide con lo declarado por Cofré al ministro Carlos Gajardo. Según dijo "el aparecido" al juez, cuando llegaron al terminal de buses de Mendoza los esperaba otro chileno, Fernando Aguilera, que había partido a la nación trasandina poco antes en busca de nuevas oportunidades. Desde ahí los llevó a una pensión y les ayudó a conseguir trabajo en una fábrica de ladrillos, donde comenzaron a ganar algo de dinero. El lugar se transformaría en su rústica vivienda.
Cofré contó al magistrado que regularmente concurría al terminal de buses de Mendoza para dejar y recibir correspondencia de su mujer. Romualdo Farías coincide, pues ese rito lo hacían juntos.
La viuda. María Cisterna en dos ocasiones fue a Argentina para encontrarse con su esposo. Murió el año pasado y recibió los beneficios por ser esposa de un detenido desaparecido. Pero hay una diferencia fundamental en la versión de ambos. Mientras Cofré relató al juez que envió numerosas cartas a Santiago y que éstas siempre volvían abiertas y sin respuesta, Farías contó a LND que "Germán y yo fuimos en una ocasión al terminal y él recibió una carta de su mujer. La abrió y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Nunca le pregunté qué decía la carta, pero a partir de ese momento me di cuenta que la relación se había terminado".
En su extensa declaración judicial, que se prolongó por cuatro horas, Cofré relató al juez que durante sus dos breves detenciones en 1973 fue duramente golpeado por funcionarios de la FACh en la Base Aérea El Bosque, y que, al salir en libertad, quedó temeroso, ocultándose incluso por algunos días en la casa de un tal Coloma. De ahí que luego de un par de años de permanecer en las afueras de Mendoza, y escuchar que los chilenos residentes en Argentina estaban siendo perseguidos, se asustó aún más y emigró a La Rioja, específicamente a un fundo llamado La Cruz, donde comenzó a trabajar como agricultor. Era el tiempo de la Operación Colombo, el montaje destinado a hacer creer que los prisioneros desaparecidos habían emigrado a Argentina clandestinamente y estaban enfrascados en una pelea interna que los hacía caer abatidos como ratones en enfrentamientos entre ellos mismos y con los organismos de seguridad argentinos.
También relató al juez que años más tarde, en 1985, conoció a su actual pareja, Paula Ferreira.
Recuerdos amargos
Fernando Aguilera Godoy era otro militante comunista de aquel tiempo, marido de Margarita Rivera Monsalve. Sus recuerdos acerca de su convivencia con Cofré en Mendoza son claros. A veces compartían paseos de domingo, también junto a Romualdo Farías, y algunos asados que festejaban en el mismo lugar donde Cofré y Farías vivían y hacían ladrillos. "A veces le hacíamos a la timba, poníamos un mantel encima de una mesa y le dábamos a los dados", cuenta a LND.
Pero sus remembranzas más tristes corresponden a los momentos en que él partía a Chile a dejar dinero a su familia, y preguntaba a Cofré si quería mandar algo de plata a los suyos. "‘No tengo’, me decía siempre. Entonces cuando yo llegaba a Santiago, a mi casa, su señora iba a verme y me preguntaba si Germán le había mandado algo de dinero, yo le decía que no y me daba mucha pena. A veces le daba algo de lo que yo llevaba".
Para él, Cofré simplemente "dejó botada a su mujer y sus pequeños hijos, se portó como un vaca con ellos".
Al igual que Romualdo Farías, ambos regresaron desde Mendoza a Santiago después de unos años. Ninguno quiso meterse en el lío cuando a Cofré lo declararon "desaparecido" y después enterraron sus supuestos huesos en el Memorial, a pesar de que ellos habían convivido en Argentina con la supuesta alma en pena, hasta en la suerte de los traicioneros dados.
Cadena de errores
Los agitados días de esta historia de olvido, muerte y miseria de tantos actores, remecieron los pilares que sustentan la veracidad de los horrores de la dictadura. Y al mismo tiempo quedaron al descubierto múltiples falencias de los controles de los organismos del Estado.
Aquellos servicios encargados de fiscalizar la identidad de los habitantes, tanto dentro del país como fuera de él, no tienen ingresados en sus bases de datos las listas de las cuatro mil víctimas ejecutadas y desaparecidas producto de la represión.
En 2004, cuando Germán Cofré pidió una nueva cédula de identidad en Mendoza, éste declaró al juez Carlos Gajardo que en esa oportunidad se la negaron, y que en cambio le entregaron un certificado de defunción, de nacimiento, y un funcionario a quien reconoce como un tal "Jean Pierre" le pidió que escribiera su historia. Vale decir, "Jean Pierre" no advirtió a nadie de que el tal difunto estaba vivo, y que el caso podía adquirir ribetes de impacto nacional, como efectivamente ocurrió.
En numerosas oportunidades, y con variados antecedentes en mano, las comisiones que calificaron a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos rechazaron las solicitudes de las viudas que no eran convincentes. Pero sí se formaron el convencimiento de que el caso de Germán Cofré era uno de los 1.198 detenidos desaparecidos. Esta vez erraron.
Respecto de la errada identificación de las osamentas atribuida por la Unidad de Identificación del Servicio Médico Legal (SML) a Germán Cofré, su situación es una de varias relacionadas con las inexactas pericias practicadas a una parte de los 136 cuerpos hallados en 1991, como "N.N.", en el Patio 29 del Cementerio General. Es precisamente esto lo que indaga el juez Carlos Gajardo y por ello es que hoy tiene bajo su tuición la situación de Cofré.
Para él, Cofré simplemente "dejó botada a su mujer y sus pequeños hijos, se portó como un vaca con ellos".
Al igual que Romualdo Farías, ambos regresaron desde Mendoza a Santiago después de unos años. Ninguno quiso meterse en el lío cuando a Cofré lo declararon "desaparecido" y después enterraron sus supuestos huesos en el Memorial, a pesar de que ellos habían convivido en Argentina con la supuesta alma en pena, hasta en la suerte de los traicioneros dados.
Cadena de errores
Los agitados días de esta historia de olvido, muerte y miseria de tantos actores, remecieron los pilares que sustentan la veracidad de los horrores de la dictadura. Y al mismo tiempo quedaron al descubierto múltiples falencias de los controles de los organismos del Estado.
Aquellos servicios encargados de fiscalizar la identidad de los habitantes, tanto dentro del país como fuera de él, no tienen ingresados en sus bases de datos las listas de las cuatro mil víctimas ejecutadas y desaparecidas producto de la represión.
En 2004, cuando Germán Cofré pidió una nueva cédula de identidad en Mendoza, éste declaró al juez Carlos Gajardo que en esa oportunidad se la negaron, y que en cambio le entregaron un certificado de defunción, de nacimiento, y un funcionario a quien reconoce como un tal "Jean Pierre" le pidió que escribiera su historia. Vale decir, "Jean Pierre" no advirtió a nadie de que el tal difunto estaba vivo, y que el caso podía adquirir ribetes de impacto nacional, como efectivamente ocurrió.
En numerosas oportunidades, y con variados antecedentes en mano, las comisiones que calificaron a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos rechazaron las solicitudes de las viudas que no eran convincentes. Pero sí se formaron el convencimiento de que el caso de Germán Cofré era uno de los 1.198 detenidos desaparecidos. Esta vez erraron.
Respecto de la errada identificación de las osamentas atribuida por la Unidad de Identificación del Servicio Médico Legal (SML) a Germán Cofré, su situación es una de varias relacionadas con las inexactas pericias practicadas a una parte de los 136 cuerpos hallados en 1991, como "N.N.", en el Patio 29 del Cementerio General. Es precisamente esto lo que indaga el juez Carlos Gajardo y por ello es que hoy tiene bajo su tuición la situación de Cofré.
En todo caso, para el director del Servicio Médico Legal, Patricio Bustos, hoy se han tomado "todas las precauciones científicas" para evitar los errores ocurridos en el pasado. En ese sentido, el jefe del SML afirma que se está recurriendo a la mejor tecnología de laboratorios extranjeros en materia de identificación. Pero él, al igual que otros funcionarios de la administración Bachelet, no puede asegurar que Cofré sea el único "aparecido". La gran interrogante es, entonces, si hay más casos y cómo será la sanción legal para este carerraja que, fácilmente, en cuanto se le ocurra, puede hacer sus maletas y partir al reencuentro de su mujer argentina. Porque hasta el cierre de esta edición, Cofré no tenía orden de arraigo que se lo impidiera. Otra falla más del sistema. //LND
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