martes, 10 de marzo de 2009

CRIMENES DE LESA=TERRORISMO ESTADO=Asesinatos de Kosteki y Santillán-26-06-02 -



Asesinatos de Kosteki y Santillán

Revisan la condena del ex comisario Fanchiotti
03-03-2009 /

Comenzó la primera audiencia oral y pública de ese proceso, solicitado por la defensa del ex uniformado sentenciado a prisión perpetua, dictada por el Tribunal Oral Nº 7 de Lomas de Zamora el 9 de enero de 2006. El juicio duró ocho meses y contó con la participación de más de 300 testigos. Kosteki y Santillán fueron asesinados durante una protesta en Avellaneda. La Sala I del Tribunal de Casación bonaerense empezó hoy la revisión de la condena a prisión perpetua impuesta en 2006 al ex comisario Alfredo Fanchiotti por los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en Avellaneda.

Los jueces Carlos Natiello, Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargués dieron comienzo a la primera audiencia oral y pública del proceso de revisión, solicitado por el abogado defensor Amical Quibdo, que cuestionó la condena dictada por el Tribunal Oral Nº 7 de Lomas de Zamora.

Ese tribunal llevó a cabo el juicio oral y público contra Fanchiotti y el ex cabo Alejandro Acosta -condenado a la misma pena- a lo largo de 70 audiencias celebradas durante ocho meses, con la presencia de más de 300 testigos.

La abogada Sofía Caravelos representará a las familias de las víctimas que se presentaron como particulares damnificadas.

Los jueces también revisarán las condenas impuestas a los ex policías Carlos Quevedo, Félix Vega y Mario de La Fuente, sentenciados a 4 años de prisión y los ex agentes Lorenzo Colman y Gastón Sierra a 2 y 3 años de cárcel, respectivamente, todos bajo el cargo de “encubrimiento agravado”.

En torno a la sede de los tribunales la policía montó esta mañana un fuerte operativo de seguridad que incluyó el vallado y corte de la avenida 7 entre 56 y 57, ante la posibilidad de que se registren disturbios. Fuente: El Argentino

RED DE NOTICIAS DE DERECHOS HUMANOS


POR UN BICENTENARIO SIN IMPUNIDAD PARA LOS GENOCIDAS

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EL PUENTE PUEYRREDON FUE CORTADO POR 4 HORAS

ACUSADO. EL EX COMISARIO FANCHIOTTI, ESPOSADO Y RODEADO POR UNA FUERTE VIGILANCIA POLICIAL, AYER, EN AVELLANEDA. (Foto: Pepe Mateos)

El juicio arranca en dos semanas

El próximo martes 17 de mayo comenzará en Lomas de Zamora el juicio oral y público contra los policías bonaerenses acusados de asesinar a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.Al ex comisario Alfredo Fanchiotti y el oficial Alejandro Acosta se les imputan los delitos de homicidio simple en dos hechos y tentativa de homicidio en otros siete casos. También serán juzgados el oficial Celestino Robledo —acusado de usurpación de títulos y honores— y otros cinco policías por el delito de encubrimiento agravado. Se calcula que el juicio, a cargo del Tribunal Criminal VII, demandará varios meses ya que se escuchará el testimonio de más de 600 testigos.
Reconstruyeron en Avellaneda los asesinatos de Kosteki y Santillán


Durante cuatro horas, Avellaneda pareció retroceder en el tiempo, exactamente, al 26 de junio de 2002. Como aquella mañana, ayer hubo policías y piqueteros y un clima tenso. También estuvo Alfredo Fanchiotti, sólo que esta vez era el ex comisario, ya no vestía su uniforme y caminaba con las manos esposadas.A dos semanas de que comience el juicio oral por la Masacre de Avellaneda, abogados de la querella y la defensa participaron ayer de la reconstrucción de lo que fue aquella jornada. Allí estuvo Fanchiotti, el principal acusado y quien comandó la feroz represión en la que fueron asesinados los jóvenes piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, y otros siete resultaron gravemente heridos.

Durante la reconstrucción, el abogado del ex comisario, Amílcar Carlos Chiodo, reflotó la hipótesis de los infiltrados. Según su versión, ese día "había infiltrados con armas, que se los ve claramente en posición de guardárselas o de ocultarlas".

El abogado insistió con que esos supuestos infiltrados, a los que describió como "personas de civil y armadas", fueron los responsables de tomar un colectivo al que luego quemaron.

Los abogados de los familiares de las víctimas rechazaron esa versión y recordaron que en un primer momento Fanchiotti negó haber estado en la estación Avellaneda, donde fueron acribillados los piqueteros, aunque luego se lo pudo ver en innumerables fotografías y filmaciones de televisión.

La reconstrucción de ayer, en la que se realizaron pruebas planimétricas, fue a pedido de la defensa de Fanchiotti para intentar determinar de donde vinieron los disparos. Así, las inmediaciones del Puente Pueyrredón y la estación Avellaneda permanecieron cortadas entre las 10 y las 14.

De campera amarilla y jeans, el ex comisario —detenido desde julio de 2002— estuvo presente en las pericias. Para ello tuvo que ser trasladado desde el penal de Magdalena al de Ituzaingó.

Por las muertes de los piqueteros del MTD-Aníbal Verón —ocurridas durante el gobierno de Eduardo Duhalde— están detenidos también otros dos policías bonaerenses.

Los abogados de las familias de los piqueteros asesinados aseguraron ayer que Fanchiotti incriminó a otros dos policías hasta ahora nunca nombrados en la causa.

clarin.com

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EL ACTO POR LOS DOS AÑOS DEL ASESINATO DE KOSTEKI Y SANTILLAN


Un unánime reclamo de justicia


Los piqueteros realizaron una vigilia en el Puente Pueyrredón y por la tarde marcharon a Plaza de Mayo. Impactó el asesinato de Martín Cisneros, militante de la agrupación de Luis D’Elía.

“Siempre parece que va a pasar algo, pero por suerte todo salió bien”, dijo Juan Cruz Daffunchio, del MTD Aníbal Verón, cuando el acto en Plaza de Mayo que cerró las actividades por los dos años de los fusilamientos en la estación Avellaneda acababa de terminar. Daffunchio se refería al clima, ya que, aunque las nubes amenazaron con desplomarse durante todo el día, la lluvia fue apenas un amague y no alteró el cronograma. Pero pese a tener el pronóstico de su lado y a que la movilización desde Puente Pueyrredón tuvo gran convocatoria, el dirigente, al igual que el resto de los manifestantes, aseguraron que el asesinato del militante de la Federación Tierra y Vivienda (FTV), Martín Cisneros (ver nota de tapa), fue la peor noticia posible para este nuevo aniversario. Miles de piqueteros expresaron ayer un reclamo unánime: “Juicio y castigo a los responsables materiales y políticos de la masacre”.
“Este crimen del compañero de la FTV es una señal de alerta para todo el movimiento popular, que se solidariza profundamente con los afectados, más allá de cualquier diferencia entre las organizaciones.” Este fue el mensaje que las agrupaciones buscaron transmitir. La muerte del militante del sector que lidera Luis D’Elía fue interpretada como un ataque a todo el arco piquetero y tuvo su impacto en el desarrollo de la jornada. El día había arrancado temprano. Muy temprano, cuando la noticia sobre este crimen en la Boca llegó en la madrugada al Puente Pueyrredón, donde los piqueteros realizaban la vigilia por el segundo aniversario de las muertes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Por la mañana, tal como estaba anunciado, las agrupaciones de la Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT), el Bloque Piquetero Nacional (BPN), el MTD Aníbal Verón, la CTD Aníbal Verón, el MST Teresa Vive, el MIJD de Raúl Castells y la FTC realizaron actividades artísticas y culturales, y una radio abierta. A pesar del día gris y la neblina densa que cubría el puente, miles de personas se fueron acercando al lugar. Al mediodía, la hora a la que se produjeron los asesinatos de los piqueteros del MTD hace dos años, se leyó un documento consensuado por la mayoría de las agrupaciones. “Seguimos exigiendo castigo a los responsables políticos y materiales, que en junio de 2002 decretaron la represión sobre el pueblo organizado que se resistía a pagar con más hambre los costos de la devaluación”, se escuchó por unos altoparlantes. El documento lanzó duras críticas hacia Eduardo Duhalde –que debió adelantar las elecciones luego de las muertes de Kosteki y Santillán–, a quien acusaron de “ejecutar la represión a través de sus servicios de inteligencia y fuerzas de seguridad”.Pero no todos los dardos fueron para el bonaerense. En medio de la tensión que existe entre el sector piquetero y el Gobierno, también hubo fuertes pedidos de justicia que apuntaron hacia la Casa Rosada. “El presidente (Néstor) Kirchner –señalaron los piqueteros– no ha cumplido con su palabra empeñada frente a los familiares.” A última hora, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, aseguró que la creación de una comisión investigadora –algo que los movimientos piqueteros esperaban de parte del Ejecutivo– no está en los planes del Gobierno. Plaza de junioA las 14 en punto, según lo planeado, las organizaciones iniciaron la movilización hacia la Plaza de Mayo. La columna estaba encabezada con una bandera que reiteraba los reclamos hacia el Ejecutivo para que profundice la investigación.
“El Estado –decía– sigue encubriendo, castigo a todos los responsables de la masacre de Avellaneda.” Entre quienes iban al frente de las columnas, además de los dirigentes de las distintas agrupaciones, estaba el líder jujeño Carlos “Perro” Santillán.
“El Gobierno –dijo el dirigente de la CCC a Página/12– debe decidir entre los pedidos del pueblo y terminar con la impunidad o continuar con las políticas que ha mantenido hasta ahora. Tiene que optar entre la derecha que pide represión y el movimiento popular.”Alberto Santillán, padre de Darío, también marchaba en la delantera, igual que los familiares de Kosteki. A su lado, con una foto de su hijo en la mano, estaba el padre de Diego Lucena, el chico asesinado días atrás en Isidro Casanova, donde todas las acusaciones apuntan hacia la policía. Estuvieron también los legisladores Ariel Basteiro, Luis Zamora y Patricia Walsh, y el secretario general del Partido Comunista, Patricio Echegaray.
Muchos vecinos de la zona de Constitución se asomaban a los balcones al paso de las columnas que ocupaban varias cuadras sobre desde la 9 de Julio hasta la bajada del puente. Los manifestantes cargaban las frazadas, bolsas de dormir, ollas y equipos de mate con los que habían pasado la noche en la protesta que arrancó el viernes.
Hubo una escena que se repitió varias veces: mientras los piqueteros avanzaban, distintos grupos de personas ajenas a la movilización se concentraban en las veredas y aplaudían al paso de los manifestantes. Ocurrió en la bajada del puente, luego en la esquina de 9 de Julio e Independencia, y al llegar al Cabildo, donde numerosos turistas, estudiantes y aficionados grababan la protesta con sus cámaras digitales. Las banderas con las caras de Maxi y Darío se multiplicaban junto a las pancartas exigiendo justicia. “Oh, oh, oh, la Verón”, cantaban los militantes del MTD. Unos parlantes reproducían los testimonios de quienes participaron en los hechos del 26 de junio de 2002.
“Fue una cacería”, repetían, antes de detenerse frente a las vallas de la Plaza de Mayo.“Estamos sorprendidos por esta escalada de gatillo fácil, y el asesinato del compañero de la FTV es un hecho terrible que producto de las mafias políticas”, dijo el líder del Polo Obrero, Néstor Pitrola, minutos antes del acto de cierre, dejando de lado sus diferencias con D’Elía.
La masiva marcha de ayer –la policía habló de 25.000 personas, Raúl Castells de 40.000 y desde el palco de 70.000– fue la culminación de una semana en la que las protestas ocuparon el centro de la escena política, las organizaciones se mantuvieron firmes en su postura de confrontación y reafirmaron los métodos de acción, a pesar de las críticas que desplegaron en los últimos días varios miembros del gabinete (ver página 4). Mas allá de estas reivindicaciones, en la Plaza no hubo protagonistas ni oradores destacados. Sólo se leyó nuevamente el documento con el reclamo unívoco de que estas dos muertes sean esclarecidas. “No queremos otro junio más en la Plaza y que todo siga igual.” Ese fue el pedido de los piqueteros, que poco a poco fueron dejando el lugar. Informe: Alfredo Ves Losada

SUBNOTAS

Sobisch pide mano dura


pagina12

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24/6/2006

A cuatro años del asesinato de los piqueteros Kosteki y Santillán:
Darío Santillán y la organización de la seguridad x masacredeavellaneda.org
Los métodos de represión paraestatal que se venían poniendo en marcha en los últimos meses quebraban en parte la lógica lineal de autodefensa. Cuando debatíamos sobre la seguridad en los piquetes se generaba una tensión creciente ante la aparición de problemas nuevos, que no podían resolverse con aquel esquema inicial, básico, definido en función de una experiencia que nos iba quedando desactualizada
La seguridad en las marchas y piquetes se había convertido en una obsesión para los movimientos que integramos la Verón, en especial desde la asunción de Duhalde el 1 de enero de 2002. Darío era uno de los compañeros que mejor expresaba esa preocupación. El asesinato de Javier Barrionuevo durante un piquete en Esteban Echeverría, el 6 de febrero de 2002, había sido claramente entendido por todos nosotros como una provocación del gobierno.
El agresor, Jorge Batata Bogado, era un comerciante amigo de la comisaría de El Jagüel y protegido del intendente de Ezeiza, el peronista Alejandro Granados. Batata Bogado sorteó el retén policial de madrugada con la complicidad de los agentes que permanecieron en el interior del patrullero. Avanzó hacia el piquete con su Ford Falcon, discutió con los muchachos que no lo dejaron pasar y con su arma hizo dos disparos. Uno le atravesó el cuello a Javier y lo mató. "No me jodan que no quiero matar a nadie más", amenazó.
El día después del asesinato, mientras se sostenían nueve cortes de ruta en el sur del conurbano, Darío declaró a las cámaras de Canal 5 de Lanús: "Mataron a un compañero. Lo hizo un puntero del PJ que trabajó para el intendente, colaborador de la dictadura militar. Eso no está saliendo en los medios, sale nada más que era un comerciante. Y gracias a la posición que tiene el gobierno de hacernos desgastar han matado a un compañero. ¿Cuántos muertos quieren ellos?".
Sobre esta clara conciencia apoyábamos los compañeros más decididos del Movimiento nuestra preocupación ante la represión.
La dedicación de Darío por los temas de seguridad no era muy distinta a la energía que volcaba en las tareas cotidianas. El trabajo de cada mañana junto a sus compañeros en la bloquera, su colaboración en las tareas de prensa y formación, la participación en las jornadas solidarias o lo que hubiera que hacer que aportara con el ejemplo a las ideas muy sencillas de compromiso y solidaridad.
Aunque tal vez sí era por algo en especial su interés en aprender a organizar una columna para la movilización o pensar la mejor respuesta ante una represión masiva. Darío militaba desde los 17 años. Entendía a la represión como la materialización de la injusticia cuando los oprimidos reaccionan con dignidad. Mucho hizo él con su militancia en la escuela secundaria y en los barrios donde había vivido, primero en Don Orione y después en La Fe, para despertar las conciencias adormecidas ante tantos años de marginación. Y cuando esas conciencias despertaban, se organizaban y exigían, ahí estaban las fuerzas policiales, el vallado, las armas, toda la violencia represiva del Estado para sostener un orden injusto contra quienes reclamamos justicia.
Esto es lo que percibía Darío. Y todos nosotros.
Contra esa barrera represiva nos veníamos chocando desde hacía meses, cuando salíamos al piquete. Por eso el área de seguridad, más que otras en el Movimiento, reúne a los jóvenes del barrio más dispuestos a la rebeldía y la acción. Motivos no les faltan en una sociedad que nos convierte en sospechosos sólo por el color de piel, por la ropa descosida o por la falta de buenos modales ante un sistema que día a día nos escupe el futuro.
Algunas ideas muy genéricas habíamos asumido, fruto de la práctica, como principios para la seguridad en una movilización o un corte: el piquete debía instalarse en la ruta (o en el puente, o la avenida) de manera tal que si el gobierno pensaba en reprimir no pudiera hacerlo impunemente. Tenía que ser una demostración de fuerzas que obligara a las autoridades a negociar y ceder ante las demandas planteadas. Si por el contrario el gobierno pensaba en reprimir, tendría que pagar el costo de encontrarse con una firme resistencia. Por eso el piquete no podía dejarse amedrentar por las presiones policiales, con las que habitualmente intentan atemorizarnos y desalentarnos.
Llegado el caso de una amenaza represiva seria, el objetivo siempre sería que el grueso de los compañeros, principalmente las personas mayores y las mujeres con sus hijos se retiraran del lugar de la forma menos problemática posible. Para eso, las primeras líneas de piqueteros debían demostrar capacidad de resistencia ante las fuerzas represivas, y eso se lograría con organización y disciplina, la portación de palos como elementos de autodefensa y una línea de neumáticos encendidos o elementos de barricada que resultaran un primer obstáculo si la policía intentaba avanzar. Durante los últimos años fuimos desarrollando los piquetes de la Verón con estas características.
Un elemento más se sumó con el tiempo: la necesidad de que los compañeros que estuvieran en esa primera línea del piquete se cubriesen el rostro. Fue una respuesta a las presiones y amenazas policiales, que se volvieron más frecuentes a medida que los movimientos crecimos y nos convertimos en un desafío concreto para el poder. El mecanismo de la policía para provocarnos era sencillo y efectivo: bastaba con señalar a determinados piqueteros con frases como "A vos te vamos a ir a buscar" o directamente hostigar a alguno de los pibes interceptándolo, días después de la protesta, en su barrio.
Semanas antes del 26 de junio, un grupo de estudiantes de la Universidad de La Plata charló sobre estas cuestiones con compañeros de Solano, Lanús y Brown. Uno de los cumpas que participa en tareas de seguridad explicaba:
"Si te fijás, detrás del cordón policial generalmente hay un señor con la cámara de filmación que está registrando a la gente que protesta, en un país donde hay 3.200 procesados por reclamar condiciones dignas de trabajo, entre otros derechos básicos elementales que no se respetan. No queremos más compañeros procesados. Pregúntenle a ese policía de civil por qué filma a los manifestantes, por qué necesita la policía tener registro de quiénes son los que protestan, quiénes están al frente de un piquete y todo eso. Como hay compañeros que no quieren estar en esa lista de procesados, se cubren la cara. Y en cuanto a los palos, si vemos que crecientemente hay provocaciones que generan niveles de enfrentamiento, queremos garantizar un cordón de seguridad para que la gente que se manifiesta pueda sentirse segura, cosa que no garantiza la policía, no garantiza nadie. Es más: mandan a producirnos disturbios en la movilización. Entonces la seguridad la tenemos que garantizar nosotros".
Concepción de la seguridad
La concepción de la seguridad, entonces, puede explicarse en forma sencilla. El primer paso a dar ante el inicio de la represión es garantizar un repliegue organizado de las personas mayores, las mujeres y los chicos. La tarea de los compañeros de la primera línea del piquete será resistir el avance policial todo lo posible, sin desbandarse, para que el resto de los compañeros y vecinos puedan ir retirándose. Resistir como se resiste cualquier represión callejera: tirando piedras a la policía, devolviendo los gases lacrimógenos, tratando de hacer barricadas en las calles con lo que se encuentre: bolsas de basura o carteles de publicidad. Por eso algunos jóvenes van al piquete con su gomera, lo que se asume con naturalidad. Nos genera cierta discusión, en cambio, la posibilidad de utilizar molotovs, botellas con nafta y una mecha de trapo que se utilizan para iniciar un fuego con rapidez cuando la represión ya se desató, para intentar frenar el avance de la policía.
Sin embargo, los métodos de represión paraestatal que se venían poniendo en marcha en los últimos meses quebraban en parte esa lógica lineal de autodefensa. Cuando debatíamos sobre la seguridad en los piquetes se generaba una tensión creciente ante la aparición de problemas nuevos, que no podían resolverse con aquel esquema inicial, básico, definido en función de una experiencia que nos iba quedando desactualizada.
Darío, que participaba de esos balances, notaba esta dificultad con preocupación.
Una de las imágenes más difundidas del 26 de junio fue la del inicio de la represión: un grupo de piqueteros se enfrenta cara a cara con un cordón que la policía mantuvo para provocar. En la primera fila se ve a Darío, junto a otros compañeros, con los palos en alto en actitud de ataque.
Las líneas que siguen, bien podrían ser parte de una autocrítica después de la represión. Pero en realidad fueron escritas por Darío un mes antes del 26 de junio y reflejan la búsqueda por ajustar los criterios de seguridad ante las nuevas provocaciones represivas. Los errores cometidos aquel miércoles en el Puente Pueyrredón indican que los piqueteros no fuimos capaces de asimilar a tiempo el balance autocrítico. Sin embargo, el escrito puede servir para mostrar que en el origen de los enfrentamientos no hubo por parte de los compañeros de esa primera línea una "irracional vocación de ataque", como dijo el gobierno, sino apenas incapacidad para adecuar la organización de la seguridad a las nuevas provocaciones represivas.
Esto escribió Darío en su cuaderno de apuntes un mes antes del 26, sintetizando un debate con sus compañeros: "De nada sirve tomar posición en 2 ó 3 filas cuando ni siquiera se sabe utilizar un palo (cuestión que ya no sirve porque los represores conocen bien nuestras capacidades y limitaciones). Políticamente creo que es incorrecto: hacia adentro los compañeros de los piquetes se sobreestiman al verse muchos encapuchados y con palos y a veces se ceban muy mal, sea frente a los transeúntes o a la policía. Hacia afuera, aunque prácticamente no existe un rechazo hacia los piqueteros, lo que genera una formación de "encapuchados con palos" es una especie de temor en la gente que se encuentra en las inmediaciones. Además, siempre es funcional al manejo despectivo de los medios masivos de comunicación."
La columna del MTD de Lanús salió del barrio La Fe a las nueve y media de la mañana. Por grupos, subieron a los colectivos de la línea 17, desde la terminal de Wilde, a 18 cuadras del barrio. No hubo problemas con los choferes, que dejaron viajar a todos los cumpas sin pagar boleto. Darío fue el último en subir. Iba a al corte sin pañuelo ni bufanda con la que taparse la cara. Tampoco llevaba la gorra ni el palo con el que horas después enfrentaría a la policía. Tuvo que pedir las tres cosas, una vez en el Puente, cuando se hizo evidente que el clima comenzaba a ponerse pesado.

lahaine.org

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