sábado, 2 de enero de 2010

Estrenan documental sobre la muerte de periodista argentino durante el “Tanquetazo” (29-06-73)------------02-01-10

2 de Enero de 2010

En 4º Festival de Cine Social y DDHH

Estrenan documental sobre la muerte de periodista argentino durante el “Tanquetazo”



La producción será presentada por su director, el trasandino Andrés Habbeguer, quien dio vida a este documental tras una ardua investigación del periodista chileno Ernesto Carmona, con la que se logró reabrir el caso en la justicia y reunir las piezas que faltaban para dar con los verdaderos y trágicos acontecimientos.

por El Mostrador
La cuarta versión del Festival Internacional de Cine Social y Derechos Humanos “Cine Otro”, se verá realzada por el estreno en el país del premiado documental argentino “Imagen Final”, de Andrés Habbeguer, que cuenta la historia del periodista Leonardo Henrichsen, muerto mientras reporteaba el “Tanquetazo” el 29 de junio de 1973, a sólo 72 días del tristemente famoso Golpe Militar.

Henrichsen trabajaba para una estación de televisión sueca que informaba a ese país lo que acontecía en Latinoamérica, durante una época donde era muy difícil ser periodista y no sufrir de censura o represión de parte de las fuerzas militares que avalaron las dictaduras en la región.

Su último viaje fue a Santiago, donde se encontró con el intento de golpe de Estado al gobierno del primer socialista elegido democráticamente en el mundo, Salvador Allende, conocido por el “Tanquetazo” o “Tancazo”. Sin embargo, éste no prosperó por la retirada masiva de las diferentes ramas de la Fuerzas Armadas que aún le eran fieles al presidente.

A pesar de que en el hecho no hubo reacciones violentas de la multitud que merodeaba La Moneda, o de los periodistas, un grupo de Carabineros se dedicó a dispararles. Fue en ese momento cuando Henrichsen comenzó a filmar a quienes descargaban sus armas en contra de la población, logrando grabar como imagen final a su asesino, el cabo Héctor Hernán Bustamante Gómez.

Habbeguer, al saber de este hecho, se contactó con el periodista chileno Ernesto Carmona, quien llevaba años investigando el caso para poder dar con la identidad y paradero del homicida, que en esos años eran desconocidos. Juntos se unieron para dar vida a “Imagen final”, que concentra testimonios de familiares de Henrichsen, de los abogados a cargo de la causa, los periodistas que lo acompañaban y que lo vieron morir, del mismo Carmona y, sorprendentemente, del entorno más íntimo del cabo Bustamante.

El estreno del documental se realizará el próximo lunes, a las 21.30 horas, en la Sala Musicámara de la Universidad de Valparaíso.

Además, el público podrá disfrutar de otras 34 producciones nacionales y 69 internacionales en este festival que se realiza desde el 2 al 9 de enero en las Salas IPA, Musicámara y Rubén Darío (UV).

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IMAGEN FINAL, DE ANDRES HABEGGER, SOBRE LEONARDO HENRICHSEN

La muerte en directo de un cineasta





El documental reabre el caso Henrichsen, el camarógrafo argentino que en 1973 filmó en Chile al grupo de militares que le disparaban y que le dieron muerte, una imagen que dio la vuelta al mundo como un símbolo de la violencia golpista en América latina.

Por Luciano Monteagudo


7IMAGEN FINAL


La cámara sostiene su mirada indignada sobre ese improvisado pelotón de fusilamiento.
Argentina/Chile/Dinamarca/
Suecia, 2008.
Dirección y guión: Andrés Habegger.Fotografía y cámara: Göran Gester.Música: Pedro Onetto.Producción ejecutiva: Maxi Dubois para Habitación 1520.Estreno de hoy en el ArteCinema, Espacio Incaa Gaumont, Malba.

Fue una de esas imágenes en movimiento que –como la del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, o la del primer hombre en la Luna, tan trajinada en los últimos días– marcaron a fuego a quienes la vieron en su momento. El 29 de junio de 1973, en Santiago de Chile, el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen cubría para la televisión sueca el primer alzamiento militar contra el gobierno democrático de Salvador Allende cuando fue asesinado a sangre fría por un grupo de soldados que disparaban contra la población civil. La cámara de Henrichsen registra el preciso momento en que los soldados, ubicados a menos de cien metros del camarógrafo, lo ubican entre la multitud que se dispersa, le apuntan y le disparan, primero uno –presumiblemente al mando– con una pistola y luego los otros, a bordo de un camión, con fusiles. La cámara –impávida– sostiene su mirada sobre ese improvisado pelotón de fusilamiento con una firmeza que va más allá del coraje, la ingenuidad o la imprudencia. Allí, en esa mirada impasible, hay indignación ciudadana, hay denuncia política, hay condena social. Hasta que, súbitamente, esa mirada se desploma y la imagen se vuelve negra. “Fue ver cómo, a través de sus ojos, lo mataban”, sintetiza hoy su hermana, Leticia Henrichsen, en el documental Imagen final, dirigido por Andrés Habegger.
Allá por 1973, todavía no había “directo” en los noticieros de televisión: se filmaba en 16mm. reversible y había que esperar el revelado para ponerlo al aire. Pero esa “muerte en directo” fue quizá la primera –y, a la vez, la más brutal– experiencia de televisión en vivo, como si esos pocos segundos filmados por Henrichsen eternizaran para siempre la sensación de tiempo presente. No deja de ser una paradoja que esas imágenes –que dieron varias veces la vuelta al mundo como símbolo de la violencia de las dictaduras militares en América latina– nunca hayan servido para condenar judicialmente a los asesinos. No hay prueba más contundente que el testimonio cinematográfico que registró la propia víctima. Y, sin embargo, el sumario militar que se inició en julio de 1973 quedó casi inmediatamente cerrado, sin condenas de ningún tipo, después del golpe del 11 de septiembre. Lo que hace el film de Habegger –junto al periodista Ernesto Carmona y organizaciones chilenas de derechos humanos– es reabrir la causa e ir en busca de los asesinos de Henrichsen, más de treinta años después.

“El deseo de matar de esos militares fue evidente y dio una idea de cómo sería luego el golpe”, reflexiona Carmona en el comienzo de Imagen final. Dedicado a preservar la memoria de los periodistas desaparecidos y asesinados durante la dictadura de Pinochet, Carmona sin embargo señala que el caso de Henrichsen es particularmente significativo, “una víctima de segunda clase”, porque la Justicia chilena considera que los crímenes previos al golpe fueron producto de la violencia política de la época y que ya han prescripto, algo a lo que él se resiste. Revisando una y otra vez el expediente y el film mismo de Henrichsen, Carmona –siempre seguido de cerca por Habegger– se tropieza no sólo con la memoria corta de la sociedad chilena en general sino también, en particular, con el manto de impunidad con que están cubiertos los responsables del crimen, que aún hoy lo niegan, a pesar de las evidencias palmarias. “Si no hay justicia, habrá funa”, arenga Carmona delante de la casa donde se esconde el ex cabo segundo Héctor Bustamante, en alusión a la modalidad del “escrache” a la chilena.

Paralelamente a esta investigación, Imagen final va trazando un retrato de Henrichsen, quien se había iniciado como cadete en el noticiero Sucesos Argentinos para llegar a cameraman y ser contratado luego por la TV sueca. En Estocolmo, el film encuentra a Jan Sandquist y Gunilla Molin, que fueron los compañeros de Henrichsen en la cobertura periodística de América latina (“Cubrimos juntos dieciséis golpes de Estado”, recuerda Sandquist) y que estuvieron junto a él en Chile en el momento de su muerte. En Santiago, presenta a un camarógrafo chileno que fue quien encontró la cámara y rescató el rollo final de Henrichsen. Y en Buenos Aires, a un grupo de ex compañeros de Leonardo en Sucesos Argentinos. Este último costado es el más anecdótico y el menos interesante del film; lo demora innecesariamente en su investigación y lo empuja en su tramo final hacia cierto sentimentalismo que acentúa la música grave y luctuosa en exceso de Pedro Onetto.

Queda, sin embargo, la pintura de un hombre íntegro, que no debió haber muerto a los 33 años, pero que en el instante en que lo hizo parece haber adherido al concepto de Rilke de la “muerte propia”, que es una muerte noble.

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“SON MILICOS O POLIS”=ROBARON DOCUMENTOS Y UNA COMPUTADORA EN LA SECRETARIA DE DERECHOS HUMANOS BONAERENSE-02-01-10


“SON MILICOS O POLIS”



Por Laura Vales
ASALTARON LA SECRETARIA DE DERECHOS HUMANOS BONAERENSE

A punta de pistola, dos hombres se llevaron legajos de represores y denuncias actuales sobre el accionar policial. Su titular, Sara Derotier de Cobacho, que fue esposada en el ataque, le dijo a Página/12 que “sabían muy bien lo que buscaban”


ROBARON DOCUMENTOS Y UNA COMPUTADORA EN LA SECRETARIA DE DERECHOS HUMANOS BONAERENSE


Visita de los pesados para fin de año

La titular de la Secretaría y otras siete personas fueron atadas por dos delincuentes que se llevaron material relacionado con los crímenes de la dictadura y delitos cometidos por miembros de la Bonaerense. Scioli denunció una “actitud mafiosa e intimidatoria”. Fue detenido un ex policía.


Dos desconocidos ingresaron en la sede de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense, ataron a su titular, Sara Derotier de Cobacho, y a otras siete personas que se encontraban en la oficina y robaron documentos de investigaciones que realiza la Secretaría sobre delitos que involucran a la Policía provincial, además de material relacionado con crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Los ladrones se llevaron la computadora personal de la funcionaria, teléfonos celulares y también unos ocho mil pesos, aunque en la gobernación se mostraron convencidos de que el móvil del robo no fue el dinero. El gobernador Daniel Scioli descartó la posibilidad de un delito común y calificó lo sucedido como una “actitud mafiosa e intimidatoria”. Pareció aludir así a la fuerza con la que está en crisis: hace quince días, el ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, había acusado a la policía de instigar robos y asesinatos para “desestabilizar” el gobierno provincial. Un ex agente de la Bonaerense fue detenido y acusado de haber participado en el asalto.

El robo ocurrió el miércoles 30 de diciembre entre las 17.15 y las 17.30, aunque trascendió recién ayer. Los delincuentes, armados y a cara descubierta, redujeron a las personas que había en la Secretaría, que unos minutos antes habían realizado el brindis de fin de año. Ataron sus manos con precintos y obligaron a Cobacho a que les diera la llave de la caja fuerte. De su interior se llevaron las denuncias contra la policía que había recibido la oficina, muchas de ellas formuladas por efectivos en actividad, y papeles con datos de las investigaciones en curso. También robaron expedientes de ex agentes penitenciarios y de otros represores acusados por crímenes cometidos durante la dictadura en juicios que están por entrar en la etapa de audiencias orales.

Cobacho aseguró que los ladrones parecían conocer el lugar y tenían “un proceder muy policíaco” (ver entrevista aparte), empezando por los precintos que usaron para atarlos. Las armas que llevaban y el hecho de que entraran y salieran sin dificultades del edificio, situado en la céntrica cuadra de 53 y 8, en La Plata, a metros de donde permanecía la custodia de la Legislatura, le reforzaron esta impresión. Si bien en la entrada del edificio la Secretaría había mandado a instalar una cámara de seguridad, el día anterior la cámara había amanecido rota.


Un detenido

Como los ladrones actuaron a cara descubierta, la secretaria y sus asistentes pudieron colaborar con la confección de identikits. Al día siguiente del robo fue detenido un ex agente de la Bonaerense de apellido Mateos. El ex policía fue arrestado en su casa; en el allanamiento le encontraron once mil pesos –de la Secretaría se llevaron sólo ocho mil– y unos teléfonos. En cambio, no fueron hallados ni los documentos ni la notebook sustraídos.

El fiscal Marcelo Martini, a cargo del caso, detalló que “hay una huella dactilar que lo involucró, encontrada en el lugar del robo” y por la que fue ordenado el arresto. El detenido se negó a declarar y deberá ahora pasar por varias ruedas de reconocimiento, previstas en principio para el próximo jueves. La causa quedó caratulada como “robo calificado por el uso de armas y privación ilegítima de la libertad” y todavía no han declarado en ella todos los damnificados.

Ayer, en las primeras declaraciones públicas después de que trascendiera lo sucedido, el gobernador Scioli respaldó a su funcionaria. “Nada hará quebrar la voluntad y el trabajo de Sara y del gobierno provincial por el esclarecimiento de delitos de este tipo”, declaró, tras considerar que el episodio había sido un mensaje mafioso.

La provincia atraviesa una de las recurrentes crisis con la actuación de la Policía Bonaerense. El capítulo actual empezó hace poco más de un mes, con los asesinatos de tres mujeres –Renata Toscano (de 43 años), la maestra Sandra Almirón (37) y la bioquímica Ana María Castro (54)–, todas atacadas mientras estaban en sus autos, en supuestos intentos de robo. Los crímenes generaron movilizaciones de vecinos que tuvieron fuerte repercusión y se sumaron a las críticas por las fallas en la investigación sobre la muerte de la familia Pomar. El ministro de Seguridad Bonaerense, Carlos Stornelli, denunció poco después que los homicidios pudieron ser “instigados por personal policial” para “desestabilizar” a la gobernación. Stornelli apuntó sus sospechas de que la policía estaba reclutando a menores en los asentamientos para cometer estos delitos y lo interpretó como una reacción a su decisión de desplazar de sus cargos al jefe del área de Delitos contra la Propiedad Automotor, el comisario Marcelo Andrade, y sus subalternos.

Ayer, Derotier de Cobacho señaló que en diciembre –luego de que Stornelli formulara esta acusación– la Secretaría de Derechos Humanos había comenzado a recibir denuncias diarias sobre la Bonaerense. La funcionaria apunta sus sospechas sobre la policía y los papeles con datos de los denunciantes que guardaba en la caja fuerte sobre hechos de corrupción de esa fuerza, muchos de los cuales no tenían todavía estado judicial.

SUBNOTAS




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