lunes, 13 de julio de 2009

Candidatos rinden pleitesía a un golpista -Manuel Cabieses Donoso- 10-07-2009


Candidatos rinden pleitesía a un golpista


-Manuel Cabieses Donoso- 10-07-2009



Los candidatos presidenciales dieron examen ante el consejo consultivo de la Fundación Paz Ciudadana que preside Agustín Edwards Eastman. Nada les obligaba a entregar en ese lugar sus propuestas en materia de seguridad pública. Pero lo hicieron -y a juzgar por sus sonrisas- con muchísimo agrado. Tal como hacen los empleados de Edwards en los aniversarios de El Mercurio, a los que suele asistir el presidente de la República de turno y/o sus ministros.
Este 1º de julio, en el exquisito local de CasaPiedra, ante 200 invitados que degustaron croissants, frutas y café, un lamentable espectáculo tuvo protagonistas de alto calado político. Eran los candidatos presidenciales Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Adolfo Zaldívar, Jorge Arrate, Marco Enríquez-Ominami y Alejandro Navarro. Sebastián Piñera envió desde Europa sus proyectos, coincidentes -¡era que no!- con los de Paz Ciudadana. Todo fue manejado patriarcalmente por Agustín Edwards, gestor del golpe de Estado de 1973, y cuyos oscuros antecedentes en materia de ética, moralidad comercial y conocimientos sobre delincuencia, son vergonzantes.

Los candidatos se comportaron como dóciles carneros en el ara de sacrificios de El Mercurio. La mesa del rastrerismo político la presidía el orejero de Nixon y Kissinger, el malnacido que vendió a su patria en Washington, el progenitor del golpe militar de 1973, o sea Edwards, que se abanicó con unos candidatos presidenciales de pacotilla.

¿Por qué los candidatos acudieron sumisos al llamado de Edwards y su Fundación Paz Ciudadana? ¿Por qué ninguno de los candidatos de Izquierda -Jorge Arrate y Alejandro Navarro- ni tampoco Marco Enríquez-Ominami, tan díscolo cuando no desafía al verdadero poder, se atrevieron a denunciar la farsa, ni pusieron en evidencia el papel que juega Paz Ciudadana en proporcionar fundamento ideológico a la derecha y los poderes fácticos en materia de seguridad y delincuencia?

Esta Fundación fue creada por Agustín Edwards en 1992, poco después del comienzo de la “transición a la democracia”. En Paz Ciudadana convergen malandrines de toda calaña, corsarios de los negocios, parlamentarios amamantados desde su más tierna infancia por millonarias cajas electorales, lobbystas sin fronteras, rábulas de las transnacionales, publicistas y magos del marketing, arrenquines prostibularios de los servicios de seguridad y otros especímenes parecidos. En su directorio cohabitan Agustín Edwards con Sergio Bitar, ministro de Obras Públicas y alto dirigente -y mecenas- del PPD; Bernardo Matte, cabeza de uno de los grupos económicos más poderosos de Chile, con la senadora Soledad Alvear, ex presidenta de la DC, y cuyo marido -Gutenberg Martínez- se especializa en “vacunar” donantes para las campañas del PDC; Paola Luksic, del grupo económico que manejan Andrónico, Guillermo (miembro del consejo consultivo de Paz Ciudadana) y Jean Paul Luksic, padrinos de todos los partidos de la Concertación y de la Alianza, sostenedores de parlamentarios que reciben dádivas en efectivo y en maletines a prueba de investigaciones bancarias; el senador UDI, Jaime Orpis; Edmundo Pérez Yoma, empresario y ministro del Interior; Eugenio Tironi, lobbysta de las peores causas, hasta hace poco escudero de una de las cadenas de farmacias que se coludieron para apuñalar la salud de cientos de miles de chilenos. En Paz Ciudadana se hermanan la ministra de Educación, Mónica Jiménez, consejera de confianza de la Iglesia Católica, el ex pobretón Enrique Correa, hoy millonario lobbysta y remero de piraguas de derecha, centro e izquierda; y el no menos afortunado empresario Oscar Guillermo Garretón, socialista hoy, mapucista ayer, caradura siempre. Paz Ciudadana es hoy otro negocio de Edwards, como los caballos, los botes a vela o la cadena de periódicos que le permiten modelar corrientes de opinión... y acumular influencia que abre las puertas a nuevos negocios. Su Fundación recibe financiamiento de Farmacias Ahumada, Enersis, Lan, de las principales cadenas de retail, D&S y Cencosud, etc.

Paz Ciudadana, desde sus comienzos, ha agitado la bandera del miedo, del temor a la delincuencia, de la inseguridad de las personas. Son fenómenos reales pero que amplifica y manipula. Convirtió la seguridad en un factor ligado a la mano dura, añoranza soterrada del pinochetismo. Y, luego, en una pesadilla que esconde los reales problemas que originan la delincuencia: la miseria, la explotación y la discriminación. Si el enemigo interno para la dictadura militar y El Mercurio eran el comunismo y la Izquierda, desde hace diecisiete años es el muchacho(a) que no encuentra trabajo ni puede estudiar, el poblador, la gente pobre.

El remedio es el mismo: la represión, nuevas cárceles concesionadas, la seguridad privada (que mueve cientos de millones de dólares), el aumento interminable de las dotaciones policiales, en fin, todo aquello que contribuye a fortalecer la plataforma instrumental del fascismo. Los gobiernos de la Concertación no se han atrevido -quizás ni siquiera lo han pensado- a quitarle legitimidad a Paz Ciudadana, porque esa Fundación es El Mercurio y sus 24 periódicos. El temor reverencial que inspira ha hecho de Edwards un monstruo de la impunidad. En esto le ha sido útil Paz Ciudadana, que ampara con su silencio los delitos de cuello y corbata, las estafas bursátiles por miles de millones de pesos, las maniobras empresariales que destruyen el medioambiente o que causan la muerte al modificar las fórmulas de medicamentos para rebajar costos, y otros delitos millonarios que son el pan de cada día de los muchísimos Edwards que ha prohijado el neoliberalismo en nuestro país.

Nada de esto era novedad para los candidatos presidenciales de Izquierda, Jorge Arrate y Alejandro Navarro, cuando aceptaron manosearse con Edwards, el asesino intelectual de Allende y de miles de chilenos. Prefirieron callar para ganar indulgencias con El Mercurio. Con mayor razón procedió así Enríquez-Ominami, que encuentra amplia y cotidiana cobertura en la cadena mercurial. No obstante que él se declara transversal y pragmático, no tiene impedimentos ideológicos ni políticos para compartir desayuno y sobajeos con Edwards, el golpista.

Los otros candidatos -Frei, Zaldívar y Piñera- siempre han seguido las aguas de Paz Ciudadana y pertenecen a la tropilla corralera de El Mercurio en la política nacional. Arrate y Navarro, en cambio, pudieron negarse a asistir a CasaPiedra. O mejor, pudieron desenmascarar allí la turbia naturaleza de Paz Ciudadana y la catadura de Agustín Edwards. Sin embargo, aceptaron el besamanos… a cambio de una pizca de publicidad mercurial. En este caso, el oportunismo indigna.

La sumisión es cobardía; el acomodo es una vergüenza. Y hay que decirlo.

MANUEL CABIESES DONOSO
(Editorial de”Punto Final”, edición Nº 689, 10 de julio, 2009)


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Viejo proxeneta del periodismo

“El Mercurio” dirige la política nacional


“El objetivo central de la política es mantener a la población alarmada y, por lo tanto, ansiosa de que la conduzcan a la seguridad, amenazándola con una serie interminable de espantajos, todos imaginarios”.(H. L. MENCKEN)


Ante la inoperancia y desprestigio de los partidos -de uno y otro bando-, El Mercurio de Santiago ha asumido el rol de director de escena de la política chilena. Impone la pauta informativa que guía a casi todos los medios escritos y audiovisuales. En esa función ha convertido a la “clase política” -dirigentes, parlamentarios, funcionarios públicos, comentaristas, etc.- en actores de un escenario que es esencialmente falso. Esta construcción tiene como propósito confundir a la opinión pública y subordinarla a los intereses oligárquicos y antinacionales que representa ese diario. Esa labor, cumplida con frialdad y sin cortapisas éticas, ha conseguido prostituir la política y convertirla en un espectáculo cuyos personajes desempeñan determinados roles a cambio del derecho a existir en esa realidad mediática y alcanzar una cuota de poder verdadero.

En ese sentido, Chile está siguiendo el camino recorrido por otros países, en que el vacío que dejaron los partidos -sumidos en el desprestigio de la corrupción-, pasaron a ocuparlo los medios de información. La prensa y televisión -en menor medida la radio- están controlados en América Latina por los sectores más cavernarios y pro imperialistas y se encuentran empeñados en crear graves problemas a gobiernos democráticos y populares como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador. El Mercurio, que ya tiene en su siniestro récord haber contribuido al derrocamiento del presidente Allende, juega esa función en las condiciones del Chile actual.

La derecha en nuestro país tiene muchas posibilidades de ganar las elecciones de diciembre. Pero no sabe cómo hacerlo. Se encuentra ante un país contradictorio y complejo que padece de analfabetismo político como producto de la erosión ideológica y moral causada tanto por la derecha como por la Concertación. Esto, sin embargo, no asegura la hegemonía de nadie y es allí donde surge El Mercurio para fabricar una “realidad” que asegure el triunfo de la derecha.

En los hechos, El Mercurio es el generalísimo de la campaña de Piñera. Las encuestas -las serias y las truchas- mantienen desde hace meses a Sebastián Piñera a la cabeza, con alrededor del 40%. Pero lo que falta no es fácil de conseguir debido a la volatilidad de una opinión pública desinformada. El principal sostén partidario de Piñera es Renovación Nacional, que en las encuestas ha desplazado a la UDI a un tercer lugar detrás de la Democracia Cristiana. Los dos partidos de derecha reúnen un 24% y los cuatro partidos de la Concertación apenas 19%, según encuestas serias. Todo indica que la derecha puede al-can-zar la mayoría de la Cámara de Diputados.

Sin embargo, corroborando la licuación de la política nacional debido a la falta de referentes políticos realmente alternativos, la encuesta del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (Cerc) del mes de abril, indica que sólo el 17% de los consultados dijo ubicarse en la derecha del espectro político. En cambio, el 21% se considera de Izquierda y el 34% de centro. No obstante, a contrapelo con lo anterior, el 20% de los encuestados dijo tener una buena imagen de la dictadura militar y el 36% la consideró regular. Sólo el 32% opinó que la dictadura fue una tragedia para el país (ese porcentaje era de 39% hace cuatro años).

Datos sueltos como éstos -a los que hay que agregar el casi 70% de popularidad de la presidenta Michelle Bachelet y el 60% de su gobierno- conforman un panorama contradictorio y movedizo para cualquier estrategia política. Sobre todo para la derecha que en un escenario tan confuso no puede cantar su autoanunciada victoria.

Intentando conducir la política por el rumbo que necesita la derecha, la asesoría mercurial inventó una fachada para Piñera: la Coalición por el Cambio. Es una fórmula poco original pero probada. El 3 de mayo el empresario Ricardo Martinelli ganó la presidencia de Panamá con su Alianza por el Cambio. Dueño de una cadena de supermercados y con participación en el negocio de la televisión y muchos otros, Martinelli obtuvo 60% de los votos y 41 de las 71 bancas de diputados.

El caso de Panamá pudiera servir de ejemplo en Chile. El gobierno de Martín Torrijos y su socialdemócrata Partido Revolucionario Democrático (PRD) tuvo éxitos en la macroeconomía. El país creció en forma sostenida en los últimos años. Sin embargo, la base social del PRD fue minada por graves problemas en la seguridad pública, el transporte, la educación, el alto costo de la vida, la cesantía, etc. Estos factores mandaron a la lona a un sistema de gobierno que -como la Concertación- llevaba veinte años en el poder. La Alianza por el Cambio de Panamá utilizó en su propaganda los mismos resortes sicológicos que emplea la Coalición por el Cambio en Chile. Las palabras mágicas son “cambio” y “alternancia”; los temas: corrupción, seguridad, desempleo, educación, salud, etc., problemas reales y graves.

Sin embargo, Piñera viene en declive. Desde diciembre de 2008 a abril de este año, ha disminuido 9 puntos, mientras Frei ha subido 20, según la encuesta Cerc. Seguramente esto llevó a El Mercurio a no publicar una línea sobre esa encuesta, salvo una mención anecdótica acerca del director de Cerc, Carlos Huneeus. Vale la pena decir que esa encuestadora, vinculada a la Concertación, lleva 23 años haciendo un trabajo que le ha granjeado prestigio. No puede decirse lo mismo de El Mercurio y su espolón de ataque, el vespertino La Segunda, que han convertido sus encuestas en un método para crear hechos políticos en función de sus intereses.

La táctica que emplea El Mercurio apunta a desorganizar las filas -ya bastante raleadas y fatigadas- de la Concertación. Como toda táctica eficaz, ésta se apoya en las propias debilidades de la coalición de gobierno, en sus rivalidades, errores y luchas internas. No sólo sufre el desgaste de veinte años en el gobierno -acentuado por niveles escandalosos de corrupción-. Está también el agotamiento histórico de un proyecto que ha perdido el rumbo y también el alma en un continente que comienza a explorar nuevos caminos, ajenos al capitalismo en crisis. La Concertación, como tal, sólo existe a nivel cupular. En la base social ha desaparecido y cada partido se rasca con sus uñas. En servicios públicos y municipalidades -que son su reducto- los militantes libran luchas feroces por ocupar colinas burocráticas que el cuoteo ha entregado a “compañeros” de otros partidos.

El Mercurio -cuya sórdida historia se ha relatado ene veces en Punto Final-, gozaba de ventajas para asumir la dirección del escenario político. Entre ellas, el temor reverencial que provoca en políticos de todos los colores. No es que El Mercurio tenga una gran circulación (de hecho La Tercera vende más). Su circulación es insignificante en ciudades como Valparaíso y Viña del Mar (ver PF 683). Pero su influencia aumenta con los 24 diarios de su cadena y la sujeción a su agenda informativa de la mayoría de los medios escritos y audiovisuales. Los políticos se pirran por aparecer en El Mercurio y esto le permite darse ínfulas de “objetivo” concediendo espacio a opiniones diferentes. Por ejemplo, en la actual campaña presidencial, ha publicado columnas de Jorge Arrate, Adolfo Zaldívar y Marco Enríquez-Ominami, presuntos críticos del modelo económico que defiende El Mercurio.

El caso del joven diputado socialista que aspira a ser candidato presidencial independiente, es especial. Se ha convertido en “fenómeno” político gracias sobre todo a El Mercurio y su cadena, que constituyen el mayor soporte publicitario de su campaña. No cabe duda que las intenciones de El Mercurio son diferentes a las de Marco Enríquez-Ominami. Pero éste no ha manifestado ninguna molestia por el torrencial despliegue de informaciones y comentarios favorables que le brinda El Mercurio. El apoyo del escorpión mercurial dañará las posibilidades de Enríquez-Ominami y quizás le impida encabezar un movimiento de renovación de la política y de superación democrática de la Concertación.

A pesar del apoliticismo inducido que existe en el país, vastos sectores populares han aprendido a sospechar de las intenciones de El Mercurio. Saben -por dolorosas experiencias- que el diario del conspirador y traidor a la Patria, Agustín Edwards Eastman, miente. El individuo que viajó a Washington a pedir la intervención norteamericana para derrocar al presidente Allende, puede ser halagado y cortejado por los gobiernos y políticos de la Concertación y de la derecha. Sin embargo, gran parte del pueblo sabe que Edwards es un viejo crápula que ha puesto su consorcio periodístico al servicio de la oligarquía y del imperio norteamericano.

La insólita decisión mercurial de promover a Enríquez-Ominami la explica bien un columnista del diario, David Gallagher, declarado piñerista. Después de un largo elogio al joven precandidato, Gallagher dice en su artículo El fenómeno Marco: “Su postura en materia de derechos civiles despierta apoyo y rechazo transversales. Lo mismo ocurre con sus cambios constitucionales. Algunas de sus ideas económicas… parecen liberales. (…) En todo caso es difícil imaginarse que en segunda vuelta los votantes de Marco votarían todos por Frei. Por lealtad a la Concertación, él podría llamarlos a hacerlo, pero eso vulneraría su relación con sus adherentes, gente que casi por definición, valora para sí misma la libertad de acción que él mismo se ha permitido” (El Mercurio, 22 de mayo, 2009).

Es la ambigüedad de Enríquez-Ominami, sobre todo en su programa económico de marcada tendencia liberal, lo que hace posible -sin correr riesgo- que El Mercurio le preste considerable atención, confiando canalizar parte de su eventual votación al empresario Sebastián Piñera. Este es un tema -el decepcionante programa económico de Enríquez-Ominami-, que Punto Final debe explorar con más detenimiento, y así lo haremos.

El Mercurio ha llegado a flexibilizar al máximo su línea editorial. Por ejemplo, apoyando el pacto electoral de la Concertación con el Partido Comunista. En editorial del 31 de enero de 2009, señala: “…es una forma (el pacto) de terminar con la llamada exclusión, sin introducir parches al sistema binominal que le darían un indeseable poder definitorio a los partidos que rompan el supuesto empate. En fin, éste podría ser el inicio de un cambio más definitivo en las posturas del PC, que acorte sus diferencias con la Concertación para, eventualmente, integrar ese conglomerado como un partido más. (…) Si ese eventual cambio se consolida, la institucionalidad democrática del país se afirmaría. Un PC ‘deslavado’, a la italiana, sería positivo para Chile, aunque aún es prematuro saber si eso ocurrirá”.

Sin embargo, poco después -el 8 de febrero de 2009- El Mercurio intentó desalentar el pacto que en esos días parecía “próximo a formalizarse”. Su editorial recogía la alarma del presidente de RN, Carlos Larraín, en el sentido que “la Alianza puede perder diputados”. Ante ese peligro, El Mercurio desempolvó su anticomunismo tradicional para sostener que “un eventual pacto entre la Concertación y el PC haría de éste una suerte de copartícipe en el gobierno, algo que el país no ha vuelto a vivir desde la Unidad Popular y que expresamente excluyó el Acuerdo Nacional de 1985, al reunir sólo a quienes podían acreditar una efectiva vocación democrática. Y esa renuncia de la Concertación a esta definición básica sí sería un cambio mayor del escenario político”.

El garrote golpista asoma detrás de las palabras.La información política de El Mercurio, a partir de esa fecha, hace denodados esfuerzos por fabricar “noticias” destinadas a boicotear ese pacto y entorpecer la modificación del sistema binominal, lo cual ha conseguido en buena medida.

La intromisión de El Mercurio en la polí-tica nacional causa también otros “daños colaterales”. Contribuye, por ejemplo, a re-trasar la construcción de una alternativa de orientación socialista que ponga a Chile a tono con la tendencia que se ha puesto en marcha en América Latina. Sujetos político-sociales necesarios a ese proceso, están atrapados en las redes de la “política” creada por El Mercurio, obsesionados por ganar un lugar en un sistema político que empieza a crujir por agotamiento. Pero este tema también es materia de otro artículo.


MANUEL CABIESES DONOSO(Editorial de “Punto Final”, edición Nº 686, 29 de mayo, 2009)

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Una foto vale más que mil discursos


Escrito por Paul Walder, on 17-07-2009 12:10


En el documental El diario de Agustín, Johnny Kulka, uno de los altos ejecutivos de El Mercurio, define al periódico como “algo más que un diario”, condición nada extraña para un medio de comunicación cuyo objetivo, entre otros, es generar sentido, opinión, instalar e impulsar ideas que circularán a través del tejido social.

El funcionario dice que El Mercurio es “el diario de referencia”, “una guía”, la que es asumida y entendida por “todos los sectores”. Entendemos y concedemos que un diario es más que un diario, porque es poder, es capacidad de influir en el imaginario de un país, en la toma de decisiones políticas. Pero acotamos que también es una industria de los contenidos, de la opinión, la que responde a sus propios y cercanos intereses. Kulka habla de los efectos, pero silencia sus causas.En Diálogos de Exiliados, la polémica película de Raúl Ruiz, hay una conversación en un bar de Paris entre dos chilenos que leen Le Monde. Comparan ambos periódicos y levantan una muy singular y también oblicua conjetura: ambos diarios son imparciales, pero le Monde, dice uno de los personajes, “es un poco más que El Mercurio”. Finalmente llegan a una conclusión: los franceses leen le Monde y los chilenos El Mercurio porque ambos medios son objetivos. Los dos comentarios citados proceden de épocas, lugares y fuentes muy dispares. Tal vez el único cruce es expresar una peculiar chilenidad, pero en ambos la percepción de El Mercurio es como si fuera una piedra angular de la realidad política del país. Aun más: como si este diario fuera una expresión de la realidad socio-política y económica del país.
En ambos casos se trata de una mirada muy superficial, de baja reflexión, de completa debilidad analítica. Una mirada borrosa que no percibe el sentido de los medios de comunicación en cuanto canal o correa transmisora de una determinada visión de las cosas. Una visión que en el caso de El Mercurio y su cadena no puede estar más clara: la cámara que capta esa realidad se ha ubicado en la extrema derecha; su función es reproducir y consolidar el statu quo y los privilegios de los que goza una elite. Es sobre esta base que se construye un escenario, una dramatización de la vida nacional, un relato muy sesgado.Todo esto es sabido. Pero también es olvidado, o hábilmente borroneado. Porque la clase política actúa, o simula, como aquel confundido exiliado que ve en El Mercurio una expresión de la realidad socio-política. El Mercurio, que sí es una expresión de la elite más conservadora, no lo es del resto del país. El sesgo, la mirada torcida y matizada aparece en cada página. Esta, que es la realidad de una elite, de la oligarquía chilena, es un drama para el país. El gran drama del país.
Cuando el alto ejecutivo de El Mercurio ve en el diario algo más que un diario apunta sin querer al poder tras el matutino. Claro que las hojas impresas no tienen poder en sí mismo, tal siquiera, podríamos decir, sus contenidos y opiniones, pero sí los grupos económicos, los terratenientes del sur, las mineras y la banca, la iglesia, las fuerzas armadas tras el mensaje. Basta recordar nuestra historia más reciente para observar la bestia negra que se escondía en los años setenta tras el papel de diario. Hoy sólo está dormida.La reunión de los dirigentes de la Fundación Paz Ciudadana en Casapiedra (presidida por Agustín Edwards, el dueño de El Mercurio) con los candidatos presidenciales, ha sido una triste expresión de esos poderes tras el papel. Todos llegaron –con la excepción de Sebastián Piñera, que estaba en España-, hablaron y posaron para la foto junto a Edwards. Todos certificaron a esta fundación en sus tesis sobre seguridad ciudadana, las que se reducen a la necesidad de más seguridad y más represión.
Pero la foto con Edwards es la foto en la Vida Social de El Mercurio. Es la certificación que hace toda la clase política del conglomerado de poderes que se aglutinan en El Mercurio y en la figura de Agustín Edwards. Es la certificación de aquella mirada oligárquica y su influencia en la vida nacional. Los políticos lo aceptan, se adaptan a ello, como si fuera la realidad más natural. Que lo haga Piñera y Frei, ambos representantes de aquella elite o de grupos satélites a ella, que lo acepte el díscolo de derecha Adolfo Zaldívar o Marco Enríquez-Ominami en su fruición mediática, pero que también aparezcan en la foto con Edwards Jorge Arrate y Alejandro Navarro sólo tiene una triste interpretación: han sucumbido, se han entregado, a aquellos poderes que dicen enfrentar.Hace unas semanas vimos una foto en Washington, una radiografía de la enfermiza relación entre la prensa y el poder político. Una imagen grotescamente liviana y llena de soberbia que nos colmó de vergüenza. En la reunión con Edwards observamos algo similar, pero en un sentido inverso. El poder no estuvo aquí representado por la figura política, como lo fueron Obama y Bachelet, sino en el poder fáctico tras el papel. Pero también posaron, se exhibieron. Si el corro de periodistas chilenos mostró sin pudor en la Casa Blanca toda su domesticidad, su servilismo ante el poder, en Casapiedra algunos políticos mostraron su calculado interés, pero otros desnudaron toda su debilidad ante aquel poder.


PAUL WALDER


Revisado el : 17-07-2009 12:13


http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=17509&Itemid=48
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Pueblos originarios proponen fórmulas para registro electoral indígena- 13 de julio de 2009

Lunes 13 de julio de 2009 19:05

/ Lanacion.cl

Pueblos originarios proponen fórmulas para registro electoral indígena

En consulta escrita hecha por la Conadi, la propuesta del gobierno obtuvo un 21,7% de respaldo, mientras que 45,1% planteó reparos y contrapropuestas y 17,3% se manifestó en contra, por temor a una nueva forma de discriminación.

La propuesta del gobierno para crear un registro electoral especial indígena, de modo de cumplir con lo dispuesto en la Ley Indígena y el Convenio 169, se encontró con una serie de reparos de los miembros de los pueblos originarios consultados por la Conadi.
El Ejecutivo planteó que el órgano para llevar dicho registro sería el Servicio Electoral, ya que se requiere conciliar con el registro electoral general y mantener el control parta evitar la doble votación.
Además, plantea que dicho registro debiera contar con la información sobre comunidades indígenas, para lo cual debe establecerse la forma en que el Servicio Electoral utilizará los registros de Conadi, de modo de evitar una nueva tramitación administrativa por parte de las comunidades ya reconocidas por el Estado.
Esta propuesta fue materia de una consulta escrita, donde obtuvo el respaldo de 21,7% de las organizaciones indígenas, sin plantear contenidos adicionales.
En tanto, un 45,1% formuló algún tipo de propuesta, principalmente en la línea de que la gente que ya está en los registros de Conadi quede automáticamente en el registro electoral indígena, sin necesidad de nuevos trámites.
Las organizaciones que señalaron no estar de acuerdo con el registro electoral indígena (17,3%) manifestaron su temor a que éste actúe como una nueva forma de discriminación y exclusión.
Durante la etapa de diálogos participativos, un 58,7% de las comisiones de trabajo formuló algún tipo de propuesta como complemento o en reemplazo de la propuesta del gobierno.
En tanto, el 23,9% de las Comisiones estuvo de acuerdo con la propuesta del gobierno, sin formular propuestas adicionales.
Según el informe de Conadi, en general “hay una validación explícita o implícita de la idea de crear un registro electoral indígena. Sin embargo, hay una demanda porque este registro sea flexible y permita que las personas eventualmente se cambien al registro electoral nacional y viceversa, cuando así lo deseen”.
Respecto a la propuesta del gobierno de prohibir la doble votación y que quienes se encuentren inscritos como indígenas sólo tengan derecho a votar en el distrito electoral indígena, se produjo un 45,3% de consultados a favor, mientras 13,5% se manifestó en contra de esta prohibición.
Durante los diálogos participativos, un 35,9% de las Comisiones de trabajo estuvo de acuerdo con la propuesta del gobierno, sin agregar ni reemplazar contenidos. 34,8% formuló algún tipo de propuesta adicional.
Otro punto que generó reparos importantes fue la propuesta de requisitos para postular, donde el gobierno plantea cumplir los requisitos previstos para acceder a un cargo parlamentario, pertenecer a un pueblo indígena, encontrarse inscrito en el registro electoral indígena y ser presentado por uno o más de un pueblo indígena, para lo cual deberá acreditar contar con el apoyo de al menos el 0,2% de las personas del respectivo pueblo indígena inscritas en el registro electoral indígena, lo que en cualquier caso no podrá ser inferior a 100 personas.
En la fase epistolar, sólo un 11,5% de las organizaciones indígenas estuvo de acuerdo con esta propuesta sin plantear contenidos adicionales. Otro 62,3% formuló algún tipo de propuesta respecto de los requisitos para postular.


http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20090713/pags/20090713190926.html
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Corte de Apelaciones de Talca condena a ex coronel del Ejército por crimen en 1973 - 11 de Julio de 2009

11 de Julio de 2009

Corte de Apelaciones de Talca condena a ex coronel del Ejército por crimen en 1973

El tribunal confirmó, además, la absolución del oficial de Carabineros (policía militarizada) Rolando Rivera en el caso, al considerar que no participó en el crimen del militante socialista.

La Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Talca condenó a cinco años de prisión al ex coronel del Ejército Claudio Lecaros por el homicidio calificado del campesino y militante del Partido Socialista Gerardo Antonio Encina, ocurrido el 2 de octubre de 1973, informa la prensa local.

El dictamen sostiene que el asesinato ocurrió mientras el país se encontraba "en estado de guerra" tras el alzamiento militar del dictador Augusto Pinochet (1973-1990), por lo que se pueden aplicar las Convenciones de Ginebra que tipifican el delito como de lesa humanidad.

La Corte confirmó, además, la absolución del oficial de Carabineros (policía militarizada) Rolando Rivera en el caso, al considerar que no participó en el crimen del militante socialista.

En agosto de 2008, la magistrada en visita Juana Venegas determinó en primera instancia la absolución de los dos funcionarios procesados.

Sin embargo, la causa llegó a la Corte de Apelaciones de Talca, a 258 kilómetros al sur de Santiago, donde ocurrieron los hechos, después de que el Ministerio del Interior apelara el fallo de la jueza.

EFE

http://www.elmostrador.cl/index.php?/noticias/articulo/corte-de-apelaciones-de-talca-condena-a-ex-coronel-del-ejercito-por-crimen-//
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