sábado, 16 de marzo de 2013

Jorge Bergoglio

 
Entrevista a Myriam Bregman, abogada de Patricia Walsh, querellante en la Causa ESMA y miembro de Justicia YA!
 
¿Por qué fue citado Bergoglio?

MB: Fue citado a declarar en la causa ESMA en el tramo que se está tramitando actualmente ante el Tribunal Federal Nº 5 por un centenar de casos y contra 18 represores que integraron la patota de la ESMA, entre los que están el Tigre Acosta, Astiz y Ricardo Cavallo.

Su testimonio fue solicitado tanto por el Dr. Zamora como por nuestra querella. En la Orden de los Jesuitas él era superior de los curas Jalics y Yorio, quienes fueron secuestrados en un megaoperativo en la Villa 1.11.14 del Bajo Flores el 23 de Mayo del ‘76. Los catequistas que colaboraban con ellos habían sido secuestrados algunos días antes.

Una testigo relató que esos sacerdotes interpretaron que la actitud de Bergoglio hacia ellos creó un clima de desamparo que los dejó a un pie del secuestro. Los habían sacado de la Orden, les habían dicho que abandonen el barrio, e incluso les habían sacado las licencias para dar misa. Bergoglio los fue dejando sumamente expuestos; fueron secuestrados y llevados a la ESMA, donde permanecieron detenidos-desaparecidos por casi seis meses. Asombrosamente, durante todos estos años Bergoglio no declaró ante tribunal alguno, a pesar de no ser el primer juicio en que se lo menciona.

¿Por qué Bergoglio declaró en el Arzobispado y no en los tribunales?

MB: No quería declarar en forma personal, y el Código Procesal se lo hubiera permitido. Nosotros nos opusimos por tratarse de privilegios inaceptables cuando se están tratando delitos de lesa humanidad. Se terminó adoptando una salida intermedia: si bien no declaró por escrito, tuvo que dar testimonio en la sede de la Curia el lunes 8.

¿Bergoglio aportó datos concretos que sirvan para avanzar en la causa?

MB: No, en absoluto. Contradijo lo que había dicho la testigo anterior y trató de justificarse, aunque tampoco con demasiado énfasis. Más bien trató de hacer una defensa formal diciendo que al enterarse que habían sido secuestrados los sacerdotes informó a sus superiores, tanto de la Orden Jesuítica (estando Arrupe, el General de los Jesuitas, fuera del país), como al máximo exponente de la jerarquía eclesiástica, el cardenal Aramburu.

Hizo algunas afirmaciones muy graves, como que dos o tres días después del secuestro de los curas, él ya sabía que estaban en la ESMA. Algo que hasta el día de hoy ni muchas Madres de Plaza de Mayo, como Nora Cortiñas saben respecto de sus hijos, a pesar de su intensa búsqueda. Relató que se entrevistó con Videla y Massera, pero bastante tiempo después. También reconoció que cuando Jalics y Yorio fuero liberados le contaron que quedaba gente secuestrada en la ESMA, y tampoco hizo nada. Incluso le pregunté si cuando Jalics y Yorio declararon en el Juicio a las Juntas él los había acompañado, y respondió que no, que ni siquiera había leído el testimonio.

Le preguntamos cuándo se enteró que había chicos desaparecidos y contestó “hace poco, hará diez años…”. Increíble.

Con respecto a los archivos de la Iglesia ¿surge alguna posibilidad de acceder a ellos?

MB: Tanto Zamora como nosotros pusimos mucho énfasis en que debe aportar toda la documentación que la Iglesia posea en relación a estos casos. Afirmó que todas las gestiones e informes a sus superiores se hicieron oralmente, pero igualmente le solicitamos que entregue todos los archivos que posea, y dejamos constancia ante el Tribunal que pediríamos otras medidas suplementarias en el caso que esta documentación no sea aportada a la brevedad.

Es así que podemos concluir que la actitud reticente de Bergoglio a contestar y lo acotado de sus respuestas tienen coherencia con la línea de silencio y ocultamiento adoptada por la jerarquía eclesiástica desde el ‘84 a esta parte.

¿Qué otra cuestión queda por resaltar respecto de este tema?

MB: El miércoles 10 declaró como testigo Nora Cortiñas, fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Se trata de un testimonio histórico, porque relató desde las gestiones que hicieron frente al Papa, hasta cómo Kissinger armó el Plan Cóndor en Estados Unidos. Fue un testimonio impresionante; contó como Azucena Villaflor (quien luego sería secuestrada con un grupo de Madres de Plaza de Mayo en diciembre del ‘77) acudía en busca de ayuda a Monseñor Grasselli, en la Iglesia de Stella Maris. Grasselli llenaba fichas con los datos de los desaparecidos, dejando entrever que sabía quién vivía y quién no. A partir de esto solicitamos que el ex Vicario Castrense sea citado a declarar.

Ante la muerte de Massera, en el marco de los juicios de la causa ESMA ¿cuál es tu reflexión?

MB: Massera murió condenado pero impune, porque a pesar de estar condenado desde el Juicio a las Juntas y que su indulto fuera anulado, estaba en libertad. Justicia Ya! venía reclamando que sea traslado a una unidad carcelaria. Nunca en todos estos años un fiscal o un juez se animó a concretar este pedido. Creo que Massera se llevó secretos de enorme valor que tiene que tienen que ver con el destino de los desaparecidos y con los chicos apropiados. A la vez hay cientos de oficiales y suboficiales que reportaron en la dictadura bajo sus órdenes, que hoy siguen estando en la Armada. Eso también es la herencia de Massera.

Un dato significativo: Massera murió en el Hospital Naval, en el hospital de la fuerza, cuidado por sus pares.
(Entrevista realizada por La Verdad Obrera-PTS)
 
 
 
 
 
 




Francisco, sucesor de Benedicto XVI, un "ersatz"


Viernes, 15 de Marzo de 2013 09:37 Horacio Verbitsky
 
 
 
Entre los centenares de llamados y mails recibidos, elijo uno. “No lo puedo creer. Estoy tan angustiada y con tanta bronca que no sé qué hacer. Logró lo que quería. Estoy viendo a Orlando en el comedor de casa, ya hace unos años, diciendo ‘él quiere ser Papa’.

 

Es la persona indicada para tapar la podredumbre. Es el experto en tapar. Mi teléfono no para de sonar, Fito me habló llorando.” Lo firma Graciela Yorio, la hermana del sacerdote Orlando Yorio, quien denunció a Bergoglio como el responsable de su secuestro y de las torturas que padeció durante cinco meses de 1976. El Fito que la llamó desconsolado es Adolfo Yorio, su hermano. Ambos dedicaron muchos años de su vida a continuar las denuncias de Orlando, un teólogo y sacerdote tercermundista que murió en 2000 soñando la pesadilla que ayer se hizo realidad. Tres años antes, su íncubo había sido designado arzobispo coadjutor de Buenos Aires, lo cual preanunciaba el resto.

Orlando Yorio no llegó a conocer la declaración de Bergoglio ante el Tribunal Oral Federal 5. Allí dijo que recién supo de la existencia de chicos apropiados después de terminada la dictadura. Pero el Tribunal Oral Federal 6, que juzgó el plan sistemático de apropiación de hijos de detenidos-desaparecidos, recibió documentos que indican que ya en 1979 Bergoglio estaba bien al tanto e intervino al menos en un caso a solicitud del superior general, Pedro Arrupe. Luego de escuchar el relato de los familiares de Elena de la Cuadra, secuestrada en 1977, cuando atravesaba el quinto mes de embarazo, Bergoglio les entregó una carta para el obispo auxiliar de La Plata, Mario Picchi, pidiéndole que intercediera ante el gobierno militar. Picchi averiguó que Elena había dado a luz una nena, que fue regalada a otra familia. La tiene un matrimonio bien y no hay vuelta atrás, informó a la familia. Al declarar por escrito en la causa de la ESMA, por el secuestro de Yorio y del también jesuita Francisco Jalics, Bergoglio dijo que en el archivo episcopal no había documentos sobre los detenidos-desaparecidos. Pero quien lo sucedió, su actual presidente, José Arancedo, envió a la jueza Martina Forns copia del documento que publiqué aquí, sobre la reunión del dictador Videla con los obispos Raúl Primatesta, Juan Aramburu y Vicente Zazpe, en la que hablaron con extraordinaria franqueza sobre decir o no decir que los detenidos-desaparecidos habían sido asesinados, porque Videla quería proteger a quienes los mataron.

En su clásico libro Iglesia y dictadura, Emilio Mignone lo mencionó como paradigma de pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas. Bergoglio me contó que en una de sus primeras misas como arzobispo divisó a Mignone e intentó acercársele para darle explicaciones, pero que el presidente fundador del CELS alzó la mano indicándole que no avanzara.

No estoy seguro de que Bergoglio haya sido elegido para tapar la podredumbre que redujo a la impotencia a Joseph Ratzinger. Las luchas internas de la curia romana siguen una lógica tan inescrutable que los hechos más oscuros pueden atribuirse al espíritu santo, ya sean los manejos financieros por los que el Banco del Vaticano fue excluido del clearing internacional porque no cumple con las reglas para controlar el lavado de dinero, o las prácticas pedófilas en casi todos los países del mundo, que Ratzinger encubrió desde el Santo Oficio y por las que pidió perdón como pontífice. Ni siquiera me extrañaría que, brocha en mano y con sus zapatos gastados, Bergoglio emprendiera una cruzada moralizadora para blanquear los sepulcros apostólicos.

Pero lo que tengo por seguro es que el nuevo obispo de Roma será un ersatz, esa palabra alemana a la que ninguna traducción hace honor, un sucedáneo de menor calidad, como el agua con harina que las madres indigentes usan para engañar el hambre de sus hijos. El teólogo brasileño de la liberación Leonardo Boff, excluido por Ratzinger de la enseñanza y del sacerdocio, tenía la ilusión de que fuera elegido el franciscano de ancestros irlandeses Sean O’Malley, que carga con la diócesis de Boston, quebrada por tantas indemnizaciones que pagó a niños vejados por sacerdotes. Se trata de una persona muy vinculada a los pobres porque trabajó mucho tiempo en América Latina y el Caribe, siempre en medio de los pobres. Es una señal de que puede ser un papa diferennte, un papa de una nueva tradición, escribió el ex sacerdote. En la silla apostólica no se sentará un verdadero franciscano sino un jesuita que se hará llamar Francisco, como el pobrecito de Asís. Una amiga argentina me escribe azorada desde Berlín que para los alemanes, que desconocen su historia, el nuevo papa es tercermundista. Menuda confusión.

Su biografía es la de un populista conservador, como lo fueron Pío XII y Juan Pablo II: inflexibles en cuestiones doctrinarias pero con una apertura hacia el mundo, y sobre todo, hacia las masas desposeídas. Cuando rece su primera misa en una calle del trastevere o en la stazione termini de Roma y hable de las personas explotadas y prostituidas por los poderosos insensibles que cierran su corazón a Cristo; cuando los periodistas amigos cuenten que viajó en subte o colectivo; cuando los fieles escuchen sus homilías recitadas con los ademanes de un actor y en las que las parábolas bíblicas coexisten con el habla llana del pueblo, habrá quienes deliren por la anhelada renovación eclesiástica. En los tres lustros que lleva al frente de la arquidiócesis porteña hizo eso y mucho más. Pero al mismo tiempo intentó unificar la oposición contra el primer gobierno que en muchos años adoptó una política favorable a esos sectores, y lo acusó de crispado y confrontativo porque para hacerlo debió lidiar con aquellos poderosos fustigados en el discurso.

Ahora podrá hacerlo en otra escala, lo cual no quiere decir que se olvide de la Argentina. Si Pacelli recibió el financiamiento de la inteligencia estadunidense para apuntalar a la democracia cristiana e impedir la victoria comunista en las primeras elecciones de la posguerra y si Wojtyla fue el ariete que abrió el primer hueco en el muro europeo, el papa argentino podrá cumplir el mismo rol en escala latinoamericana. Su pasada militancia en Guardia de Hierro, el discurso populista que no ha olvidado, y con el que podría incluso adoptar causas históricas como la de las Malvinas, lo habilitan para disputar la orientación de ese proceso, para apostrofar a los explotadores y predicar mansedumbre a los explotados.

* Periodista del diario Página 12, de Argentina.
 
 
16 de Marzo de 2013

Mujeres que denuncian al Papa aseguran que él sabía de las causas que se le imputan

Estela de la Cuadra y Graciela Yorio señalan que pidieron a la justicia que el prelado fuese investigado por sustracción, ocultamiento de bebés y por el secuestro de dos sacerdotes jesuitas en el “Proceso de Reorganización Nacional”, en el cual declaró sólo en calidad de testigo.
 
 
por El Mostrador
Las dos mujeres denunciantes contra el actual Papa Francisco, Estela de la Cuadra y Graciela Yorio, aseguran que el cardenal Jorge Mario Bergoglio habría tenido “conocimiento de las causas, participación activa y vínculo” con los familiares de jóvenes y curas que habrían sido secuestrado en la dictadura militar argentina.
Según señala La Tercera, ambas pidieron a la justicia que Bergoglio fuese investigado por sustracción, ocultamiento de bebés y por el secuestro de dos sacerdotes jesuitas en el “Proceso de Reorganización Nacional”, pero que sólo declaró en calidad de testigo en la causa.
Sin embargo, el actual pontífice declaró por escrito en septiembre de 2011 ante la justicia como testigo de la “Causa ESMA”, siendo en ese entonces arzobispo de Buenos Aires, afirmando desconocer haber tenido información sobre los casos.
La información señala que Bergoglio asegura que en la época de la dictadura, el padre Pedro Arrupe, quien era superior general de la misma compañía religiosa, “recomendaba a los distintos Provinciales de la Orden de aquellas naciones donde existieron dictadoras militares, que escucharan a todas aquellas personas que se acercaban solicitando información y ayuda sobre la búsqueda de sus seres queridos”.
En la declaración, Bergoglio precisa que Arrupe “le solicitó que lo acompañara en efectos de ubicar a sacerdotes desaparecidos, la atención de los familiares de los mismos y realizar las gestiones que estaban a mi alcance a efectos de hacer lo posible por conocer el paradero de otras personas”.
En tanto, Graciela, la hermana de Orlando Yorio, indica que poco antes de la dictadura su hermano realizaba un trabajo pastoral en una villa cerca del Barrio Bernardino Rovadavia de Buenos Aires, y “trabajar con los pobres en esa época era considerado ser subversivo”.
Explica que el sacerdote no tenía ningún vínculo con partidos político y “el hacía ahí su trabajo pastoral. No era ni guerrillero ni subversivo, aunque sí se adhería a la teoría de la liberación”.
Y acusa que “Bergoglio no protegió a mi hermano en el inicio de la dictadura. El junto a Francisco Jalic –también jesuita- ya estaban trabajando en una villa y el Provincial les pidió que salieran. Por eso, no me explico por qué insisten tanto en que este Papa se ocupa de los pobres”, insistiendo que el actual Pontífice “decide echarlos de la Compañía en 1976″.
Según el relato de Graciela, “tanto él como Francisco estuvieron engrillados de sus pies y manos durante cinco meses en total oscuridad, porque tenían una capucha que les cubrían los ojos. Estuvieron cuatro días en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada de Buenos Aires) y luego fueron trasladados a otra ‘casa operativa”.
Menciona que luego que ambos fueran liberados, los dos fueron buscados por la policía y que con la protección de la nunciatura “Orlando consiguió su pasaporte y finalmente Bergoglio le pagó el pasaje a Roma, logrando que Monseñor Jorge Novak lo aceptara en su diócesis. Allí estuvo exiliado”.
La denunciante insiste en que el actual Papa “tuvo participación activa en la dictadura y nosotros nos entrevistamos tres veces con él para poder tener noticias de mi hermano. Bergoglio era quien nos podía decir si existía alguna novedad de su paradero, pero nunca nos dio una respuesta, jamás”.
Además, cuenta que Bergoglio visitó personalmente a su madre a quien le dijo que “de Orlando no se habla más. Es posible que lo hayan matado”.
“Mi hermano y Francisco sostuvieron que Bergoglio los denunció. Le creo a mi hermano y de eso estamos convencidos”, dijo.
Orlando Yorio falleció en Uruguay el 9 de agosto del año 2000, ejerciendo hasta entonces su trabajo pastoral en la parroquia Santa Bernardita.
En tanto, Estela de la Cuadra, quien perdió a su hermana Elena en dictadura, también a su marido y denuncia haber perdido a su sobrina porque según su testimonio, Elena fue secuestrada a los 23 años estando embarazada de cinco meses, en 1977, afirma que el nuevo cargo que tiene Bergoglio lo reviste de “un nuevo poder”.
De la Cuadra comenta que en 2011, cuando Bergoglio fue llamado a declarar, la Justicia le pidió responder si “puntualmente dio noticias al Padre Arrupe (en ese entonces Superior General de la Compañía de Jesús) de lo acontecido con Elena De La Cuadra y su niña”, confesando que Arrupe “le solicitó que lo acompañara en efectos de ubicar a sacerdotes desaparecidos, la atención de los familiares de los mismos y realizara las gestiones que estaban a mi alcance a efectos de hacer lo posible por conocer el paradero de otras personas”.
El documento también muestra que se llamó a declarar a Bergoglio, “si con motivo de la desaparición de Elena De La Cuadra hizo alguna gestión ante alguna autoridad militar, política o policial durante los años 1977 y posteriores”, frente a lo cual Bergoglio respondió que “no, no lo hice”.
La denunciante explica a La Tercera que “cuando él declara, se deja ver como un viejo inválido que no se acuerda de nada”.
La declaración del actual Papa señala que se “entrevistó con el Sr. Roberto De La Cuadra –padre de Elena-”, pero que “no recuerda los pormenores de la entrevista” y que De La Cuadra “estaba preocupado por la desaparición de una hija suya en la Provincia de Buenos Aires”.
Y luego agrega que “no recuerdo que se haya referido a que su hija se encontraba embarazada”.
De la Cuadra dice sentir “indignación e impotencia por ver que este brillante cargo lo reviste nuevamente de un poder tremendo”.
Otro punto que Bergoglio no reconoce es si tenía conocimiento respecto a que Elena de la Cuadra habría tenido su bebé durante su cautiverio y si realizó alguna gestión. “En aquel momento no tuve ninguna información, después de transcurridos los años y a través de medios de comunicación tomé conocimiento que una hija del Sr. De La Cuadra de nombre Elena, Habría dado a Luz durante su cautiverio”, menciona el nuevo pontífice.
Sin embargo, Estela afirma lo contrario respecto a que Bergoglio sabía lo que estaba ocurriendo con su hermana, ya que el prelado recibió a su padre Roberto en dos oportunidades, derivándolo al arzobispo de La Plata, Mario Picchi.
Según lo que señala Graciela, este le habría confirmado que Elena tuvo una niña que llamó Ana Libertad y que estaba en manos de una familia, la cual aún permanece desaparecida.