miércoles, 12 de agosto de 2015

FALLECE UNO DE LOS PRINCIPALES GENOCIDAS FF.AA. EJERCITO COLONIALISTA CHILENO, PERRO TERRORISTA ESTADO GENERAL Manuel “Mamo” Contreras


FALLECE UNO DE LOS PRINCIPALES GENOCIDAS FF.AA. EJERCITO COLONIALISTA CHILENO, PERRO TERRORISTA ESTADO GENERAL Manuel “Mamo” Contreras




Manuel “Mamo” Contreras: El sanguinario jefe de la represión y brazo derecho de Pinochet



Su madre, que murió cuando él tenía seis años, fue quien le puso el apodo con el que pasó a la historia como uno de los más infames y sangrientos personajes de la dictadura chilena: El “Mamo”, el general del Ejército que creó la Dirección Nacional de Inteligencia, que estuvo al mando del organismo represor que asesinó y torturó a miles de chilenos, que hasta el final mantuvo la mentira de que en el país no hubo ni violaciones a los derechos humanos ni detenidos desaparecidos y que hoy falleció, con 86 años, y un prontuario terrorífico de decenas de sentencias por más de 500 años.
En su historial figuran la Operación Cóndor y Colombo, el asesinato del canciller Orlando Letelier y del ex general Carlos Prats; la muerte y desaparición del sacerdote español Antonio Llidó Mengual, del líder socialista Víctor Olea Alegría y del mirista Miguel Ángel Sandoval, entre otras causas en que su nombre fue una condena fatal.
De la época en que era un niño, de los años en que en sus manos aún no había sangre, por allá por los ’30, poco se sabe. Se conoce que Juan Manuel Guillermo Contreras Sepulveda era el mayor de tres hermanos, que su padre era oficial de Ejército, que lo criaron sus tías y abuelas, que a los 14 ya estaba en la institución uniformada y a los 24 el joven huérfano ya estaba casado.
No hay antecedentes que den cuenta de si Contreras tuvo desde siempre una tendencia al sadismo o si fue el poder el que alimentó en él ese derrotero. Sí se sabe que el informe sicológico presentencial que le hizo Gendarmería en 1995, en el marco de la investigación por homicidio y uso de pasaporte falsificado en el crimen de Orlando Letelier (perpetrado en Washington, en septiembre de 1976), da cuenta -según la investigación de Francisco Martorell sobre la operación Condor- que se trataba de alguien con tendencia a la “frialdad afectiva”.
“La afectividad impresiona coartada por un sobrecontrol racional de los impulsos, emociones y sentimientos, apareciendo una capacidad empática disminuida y una tendencia al egocentrismo; de esta forma, pone sus propios intereses por sobre los de los demás. Concordante con el sobrecontrol de las emociones, se percibe represión de ansiedad y sentimiento de culpa, los que no son asumidos conscientemente traspasando la responsabilidad a otros (…) No se aprecia conciencia del delito”, dice el documento.
“EL HOMBRE PASA A TOMAR EL PODER DE DIOS”
Hubo un tiempo en que el hombre disociado, el que era incapaz de ponerse en el lugar del prójimo, se creía Dios. En Tejas Verdes, la cuna de la Dina, fue eso: un todopoderoso perverso que enseñó a sus pares a torturar. Él mismo se había especializado en esta área.
En 1967 participó de un curso de Posgrado de Oficial de Estado Mayor en la Escuela de las Américas, Fort Benning, Estados Unidos. Su especialidad en represión la enseñó desde 1969, como Mayor, en clases de Inteligencia en la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes.
Desde aquel tiempo ya vislumbraba un posible triunfo de Salvador Allende y trabajaba clandestinamente en derrocarlo: tenía contactos con Patria y Libertad y la CIA, y exportaba manuales represivos desde Irán y Brasil. Su obsesión era el MIR.
Según establece el Informe de Verdad y Reconciliación, al mando de la DINA, creada por decreto ley Nº 521 de la Junta Militar de Chile, de fecha 14 de junio de 1974, Contreras llegó oficialmente con el rango de coronel el 6 de agosto de ese mismo año con el cargo de Director Ejecutivo Nacional. No obstante, la misma publicación destaca que el organismo estaba operativo ya en noviembre de 1973 o incluso antes y que desde entonces, hasta su disolución en 1977, tras el cerco por el crimen de Letelier, la entidad fue responsable de al menos 1500 muertes y miles de torturas.
Por estos crímenes Contreras nunca pidió perdón. Es más, en su imaginario, no existieron. O sí, pero en una supuesta guerra. Así lo explicó en una entrevista en 1979 a la revista Ercilla.
“El respeto por la vida humana se ve truncado en tiempos de guerra, donde el hombre pasa a tomar el poder de Dios y en muchas oportunidades, ante la disyuntiva de matar o morir, opta por lo que más le conviene y simplemente mata por la necesidad de sobrevivir (…) Hasta dónde llega el cumplimiento del deber es impuesto por los vencedores y ¡ay de los vencidos!”, afirmó.
La vejez, los achaques, el escarnio y la pérdida del poder, no lo hizo cambiar esta visión. Veintiseis años después de la declaración en Ercilla dio una entrevista a The Clinic donde aseveró que “el informe Rettig fue una sola falsedad. Ahí simplemente el que quiso fue y dijo yo tengo un desaparecido y listo. Y lo pusieron. Y el informe Valech más falsedad todavía, porque necesitan dinero”. El mismo discurso lo mantuvo en 2013, cuando, en el marco de la conmemoración de los 40 años del Golpe de Estado comentó que “estaba prohibido hacer todo tipo de torturas” e insistió en que no existen los detenidos desaparecidos.
La justicia dijo otra cosa: Contreras fue condenado por el atentado contra Letelier y el general Carlos Prats, la operación Cóndor, la operación Colombo y la desaparición de militantes de izquierda.
Su soberbia le significó además otra sentencia: su conversación con CNN eN 2013 sobre sus privilegios en el Penal Cordillera implicaron el cierre de este recinto y su traslado a Punta Peuco, reducto del que siempre renegó. En 2005, antes de recibir una nueva condena y volver a estar preso, dijo “yo no estuve en la cárcel. Estuve en un recinto militar donde no vi nunca un gendarme. Nunca. No como los oficiales y suboficiales que están en Punta Peuco ahora: en forma humillante”.
AMOR Y ODIO CON PINOCHET
En el libro “Doña Lucía”, la periodista Alejandra Matus relata la devoción que la esposa de Pinochet, Lucía Hiriart, sentía por Manuel Contreras.
Según la investigación, Lucía lo consideraba una “amigo eficaz a la hora de cuidar, poner en regla o incluso sacar de Chile a sus hijos cuando se involucraban en problemas que podrían dañar el prestigio de la familia (…) Lo único que no hacía Contreras por ella era delatar las infidelidades de Pinochet. Esa era el arma que el hábil militar usaba para mantener al general de su lado. Ella no aceptó la decisión de su marido de destituir a Contreras del mando de la DINA. El mismo día que se anunciaba públicamente la medida, la cónyuge del gobernante se presentaba en la casa del oficial acompañada por su hija mayor, para expresarle su solidaridad. La ausencia de Lucía en Presidente Errázuriz duró ‘un par de semanas’ comentan ex funcionarios de gobierno”.
En ese entonces, Lucía dijo “le soy absolutamente leal al general Contreras”.
A diferencia de la devoción mutua con Lucía, con Pinochet la relación siempre fue más compleja. Se conocieron en 1960 cuando, con él, con grado de Teniente, entró a la Academia de Guerra para realizar el curso de Oficial del Estado Mayor y lo recibe, como profesor, el entonces Capitán Augusto Pinochet, Sub-director de la Academia y profesor de clases de Estrategia, donde el futuro dictador se obsesionó con el triunfo de la Revolución cubana en 1959.
Contreras fue alumno destacado, el primero de su promoción y se tituló de profesor de academia en las asignaturas de Inteligencia y Logística. Su vínculo con Pinochet continuó en aquellos años y se intensificó durante la dictadura. En la entrevista conThe Clinic lo relata así:
¿Usted le informaba de todo lo que hacía?
-Si. Yo lo iba a buscar todos los días a las 7 de la mañana y le daba cuenta de lo que era de interés desde el punto de vista de inteligencia. Después él me daba instrucciones sobre lo que había que hacer. De ahí me volvía a mi cuartel y cuando él tenía alguna duda nos comunicábamos por teléfono o por televisión.
La relación comenzó a resquebrajarse cuando Pinochet, ante la evidente vinculación de Contreras en el crimen de Letelier, lo sacó del círculo de poder y terminó de quebrarse ya en democracia, cuando Contreras enfrentó una y otra vez la justicia, altivo e indolente, por crímenes de lesa humanidad, y Pinochet se escudó en el supuesto desconocimiento. “Hace mucho tiempo que el general Pinochet debió haber dicho ‘yo asumo la responsabilidad de todo lo ocurrido en mi gobierno’. Lo bueno y lo malo, porque él era el hombre a cargo de todo”, declaró Contreras.
Desde las múltiples entrevistas de 2013, el Mamo no había aparecido en público. El 26 de agosto quedó internado en el Hospital Militar, donde asistía semanalmente a realizarse la correspondiente diálisis a causa de su diabetes. Se dijo que sufrió una descompensación general, riesgosa ya que aparte de sus problemas renales, estaba con una infección en el sistema que utiliza desde que le extirparon el colon, producto de un cáncer, para permitir la evacuación de sus residuos. Así estuvo estos últimos meses el hombre que una vez tomó el poder de Dios, el más odiado y temido, el peor de todos.

EJÉRCITO INSISTE Y RECURRE A LA CORTE SUPREMA PARA OCULTAR LISTA DE EX CNI

CNI-ejército
El Ejército presentó un recurso de queja en contra de los ministros de la Corte de Apelaciones de Santiago que ratificaron una resolución del Consejo para la Transparencia, donde se exigía la entrega de una nómina de funcionarios activos que pertenecieron a la policía secreta de Pinochet, conocida por sus siglas como CNI.
De esta forma el comandante en Jefe del Ejército, general Humberto Oviedo, insistió por cuarta vez en denegar los antecedentes que le fueron solicitados por el diario El Ciudadano en virtud de la Ley 20.285, la cual regula el derecho de acceso a la información de los órganos de Administración del Estado.
A finales de junio, en decisión unánime de la Novena Sala del tribunal de alzada capitalino, los ministros Pilar AguayoJorge Norambuena y el abogado (i) Óscar Torres, determinaron que los argumentos esgrimidos por el Ejército, en orden a que no existiría registro de los archivos solicitados, que proporcionar dicha información implicaría distraer personal y que, además, ésta tendría carácter de reservada por constituir temas de inteligencia militar, no tenían sustento.
El fallo también desestimó que la publicidad de la información afectara el derecho al trabajo y la integridad física de los ex agentes de la CNI que continúan siendo empleados en el Ejército, un argumento que había sido planteado por el comandante en Jefe al proyectar posibles “funas” contra dicho personal.
Vea la reacción de organizaciones de DDHH y el silencio del Ministerio de Defensa, en la siguiente nota de El CiudadanoTV.


Ejército presionó para sacarlo de cargo como asesor de DD.HH.

Denuncia de ex juez Solís confirma existencia de 'operaciones fácticas' al interior de la Corte Suprema

por EL MOSTRADOR 12 agosto 2015

El ex ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago sostuvo que a comienzos de 2014 el entonces ministro Sergio Muñoz -actual presidente de la Corte Suprema- le dijo que "los militares habían venido a protestar por mi nombramiento", que consistía en asesorar a los ministros en visita del país que investigan los crímenes contra los Derechos Humanos.



Anoche en el programa El Informante de TVN, el ex ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Alejandro Solís denunció que miembros del Ejército presionaron para dejara un cargo que recién había asumido, que consitía en asesorar a los ministros en visita del país que investigan los crímenes contra los Derechos Humanos.


El ex juez relató que "el año pasado, en el feriado judicial, el 9 de febrero, el ministro Sergio Muñoz dijo ‘Alejandro, quiero hacer algo que no se ha hecho nunca: quiero nombrarte asesor de los ministros que ven causas de Derechos Humanos'".


Detalló que el contrato se realizó desde marzo hasta diciembre, pero una nota de prensa llamó su atención: "El Mercurio publica una nota. Ex juez que conoció el caso Prats nombrado asesor de DD.HH., en la que además agregaba que esto ocurrió con ‘el desconcierto de sus pares que estiman que es improcedente´”.


Contrariado por la información, Solís decidió acudir a la Corte Suprema para sostener un diálogo con el ministro Hugo Dolmetsch, quien tiene la coordinación de los casos de Derechos Humanos.


“Antes siquiera que yo lo saludara, Dolmetsch me especificó que los militares han venido aquí a protestar por tu nombramiento. Han venido a pedir que termine tu contrato”, continuó.


Al día siguiente, Sergio Muñoz le dijo que "por los incidentes que se han producido, por favor renuncie".


Una columna escrita por el periodista Jorge Escalante y publicada en El Mostrador da luces de cómo operaron en esta historia los "poderes fácticos":


"A 40 años de la asonada cívico-militar, el rubor de las mejillas aumenta de tono ante el espectáculo al interior de la Corte Suprema respecto de los eternizados juicios por los crímenes de lesa humanidad.


En estas columnas saludé el arribo del ministro Sergio Muñoz a la presidencia del más alto tribunal. Lo sigo celebrando. Un juez recto, ético, ausente de las comunes maquinaciones en aquellas altísimas esferas de la señora de la venda y la espada. Muñoz, un juez sensible y dedicado a hacer justicia en los crímenes de la dictadura. Sus investigaciones y resoluciones lo acreditan.


Cuando hace unos días el ministro Muñoz asumió como coordinador de los jueces que instruyen estas causas, los familiares de los caídos y sus organizaciones esbozaron una clara sonrisa. Se encendía una luz al fondo del laberinto de legajos, que por su interminable camino va dejando sembradas otras muertes: aquellas de los familiares que se van sin conocer la justicia por los suyos, y las de los asesinos que mueren de viejos o perturbados por sus oscuras conciencias.


Cuando en febrero pasado el ministro Muñoz llamó al ya retirado magistrado Alejandro Solís para que colaborara en apurar estas causas por su amplio conocimiento, capacidad investigativa y de trabajo, los familiares volvieron a sonreír. El ex juez Solís también.


–Alejandro, hay que apurar todo esto, es demasiado tiempo, le gente se está muriendo y nosotros, la justicia, estamos quedando muy mal.


Solís alcanzó a ayudar a avanzar algunas causas. Para eso lo llamó Muñoz. Pero en marzo, al retorno al nuevo año judicial, aparecieron los poderes fácticos. Un emisario del comandante en Jefe del Ejército Humberto Oviedo, si no él mismo, porque el juez Dolmetsch prefirió omitir el nombre del uniformado en sus comentarios, golpeó la puerta del despacho de este ministro.


Pero la operación contra el presidente de la Suprema fue la misma que reventó al ex juez Alejandro Solís. Nuevamente, una renuncia fue provocada por una información filtrada interesadamente desde “alguien” en la Corte Suprema, para provocar una nota de prensa que habló de “nuevas inquietudes”y desavenencias entre un número de ministros en el pleno de la Corte Suprema y los criterios del juez Muñoz para acelerar los procesos.


–¡Cómo puede ser que este juez Solís esté de nuevo metido en estos asuntos de derechos humanos! ¡Estamos muy preocupados en el Ejército!



Dolmetsch era entonces el juez coordinador para todas las causas de lesa humanidad y sus jueces investigadores
Rápidamente se realinearon las filas y el juez Dolmetsch le hizo ver al ministro Muñoz la gran preocupación del Ejército por la reaparición de Solís.




Hasta ese momento, el nombramiento de Solís era desconocido públicamente. Entonces, alguien dentro de la Corte Suprema se comunicó con El Mercurio y el diario publicó que existía “inquietud”en el pleno de ministros de la Suprema por la recontratación del ex juez Solís decretada por el presidente Sergio Muñoz. La operación estaba montada.


El ex juez Solís recibió temprano la llamada. Eran las 08.30.


–Alejandro, por favor, vente de inmediato a mi oficina… hay problemas –le dijo el ministro Muñoz, apesadumbrado.


Era raro, porque días antes el propio Dolmetsch le había manifestado a Solís:


–Alejandro, trabajaremos muy bien, yo creo que incluso hay que armar un Departamento Especial para apurar todas estas causas.


Eso alegró aún más al ex juez. Solís llegó puntual ese día al despacho del presidente de la Corte Suprema:


–Alejandro, te tengo que pedir la renuncia. Me han armado toda una historia con tu nombramiento. Dolmetsch me dijo que el Ejército está indignado y a mí varios ministros se me están echando encima por haberte nombrado.


Así, con una verdadera operación de inteligencia, como en los tiempos más duros de la milicada, el Poder Judicial y sobre todo los desgastados y envejecidos familiares de los caídos, nuevamente perdían ante los poderes fácticos.


¿Alguna similitud entre el caso Solís y la actual renuncia del juez Sergio Muñoz a coordinar las causas por estos crímenes? ¡Todas pues! ¡Absolutamente todas! Provocar su renuncia fue una nueva operación de inteligencia montada por quienes al interior del pleno de la Corte Suprema no quieren que las causas avancen porque hieren a los criminales. Porque se mantienen sometidos a la milicada que todavía golpea las puertas de los tribunales para reclamar contra la justicia, porque toca a sus asesinos y torturadores por siempre amparados por el Ejército.


El juez Muñoz recién había tomado la posta dejada por Dolmetsch en esta coordinación. Dijo públicamente que había que revisar lo actuado por los jueces que instruyen las causas. Era obvio que había que hacerlo. ¿Por qué los juicios se eternizan? Claro, faltan jueces para agregar a los poco más de 30 que en el país instruyen más de 1.500 procesos, y es hora de que el Poder Judicial disponga de recursos para fortalecer este trágico escenario.


Pero la operación contra el presidente de la Suprema fue la misma que reventó al ex juez Alejandro Solís.


Nuevamente, una renuncia fue provocada por una información filtrada interesadamente desde “alguien” en la Corte Suprema, para provocar una nota de prensa que habló de “nuevas inquietudes”y desavenencias entre un número de ministros en el pleno de la Corte Suprema y los criterios del juez Muñoz para acelerar los procesos.


Probablemente no son tan gatos de chalet quienes investigan estas causas, sino que simplemente requieren más recursos y más jueces que se repartan el difícil trabajo.


Nuevamente operaron los poderes fácticos al interior de la Corte Suprema. Asustados porque Muñoz quería acelerar las cosas. Controlar mejor el trabajo porque requiere control. Hay algunos de estos jueces que se conforman con que los milicos les mientan sobre lo obvio, pero no son capaces de meterlos cinco días incomunicados en un calabozo para que refresquen la memoria, como la hacía el valiente y fallecido ministro Víctor Montiglio.


Pero me atrevo a pensar que en el fondo de todas estas oscuras historias, más allá de palabras más o palabras menos, de que entendimos esto y no lo otro, hay un fin común, una estrategia común bien urdida entre el Ejército y algunos integrantes de las Cortes: permitir que estos procesos se eternicen, porque así los familiares que buscan justicia y también los criminales van muriendo por el camino. Los unos con la pesada tristeza en sus canosas sienes, y los otros en tránsito al cielo o al infierno sin conocer condena, amortajados con las manitos juntas y el alma negra.


Pero, como dice el Cielito lindo de los uruguayos, Olimareños: Si no los despeina el viento, los va a despeinar la historia".