El sacerdote fue considerado partícipe y coautor de secuestros, torturas y asesinatos durante el terrorismo de Estado. El tribunal destacó que fueron hechos cometidos en el marco de un genocidio. Fue la primera condena de este tipo contra un miembro de la Iglesia, que hizo un tibio pronunciamiento y aún no lo sancionó.
Por Victoria Ginzberg
Partícipe necesario en la privación ilegal de la libertad agravada de 34 personas y coautor de la aplicación de tormentos agravados de 31. Coautor de la privación de la libertad agravada y del homicidio triplemente calificado de siete personas. Por esos hechos, “delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del genocidio que tuvo lugar en la Argentina entre 1976 y 1983”, fue condenado ayer a reclusión perpetua el ex capellán de la policía bonaerense Christian Federico Von Wernich. Fue la primera sentencia contra un miembro de la Iglesia por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura. Fue recibida con aplausos, llantos, lágrimas y abrazos dentro de la sala de audiencias. El Episcopado se limitó a reiterar un viejo pronunciamiento en el que se señalaba que si miembros de la Iglesia participaron de la represión, lo hicieron bajo su responsabilidad personal.
La jornada empezó temprano, con los alegatos de los defensores del cura, Juan Martín Cerolini y Marcelo Peña, que pidieron la absolución de Von Wernich. Después fue el turno del propio acusado. El ex capellán de Ramón Camps habló de “paz”, “reconciliación” y acusó de mentir a los testigos que describieron cómo entraba y salía de los centros clandestinos de detención de la provincia de Buenos Aires. Sus “últimas palabras” fueron pocas, pero se preocupó de mencionar al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.
La audiencia se reanudó después de una pausa de cuatro horas, que incluyó el desalojo del edificio debido a que un llamado al 911 denunció que había un artefacto explosivo en el lugar. Nadie dio mucho crédito al asunto, pero igual trajo sus molestias. Las Madres de Plaza de Mayo tuvieron que bajar la escalera y esperar un rato bajo la lluvia. La movida duró poco más de una hora. En ese lapso, los movileros se preguntaban dónde estarba el cura, que al parecer era el único que había quedado dentro del edificio cuando la brigada antiexplosivos lo revisaba.
El cura fue sacado de la sala bajo un escudo de los penitenciarios, aunque no fue necesario protegerlo de ningún objeto lanzado en su contra. El público festejó a los gritos. “Ahora, ahora resulta indispensable aparición con vida y castigo a los culpables”, se escuchaba mientras algunos se paraban en las sillas y levantaban pañuelos blancos con la cara de Jorge Julio López, el testigo que desapareció después de declarar contra el represor Miguel Etchecolatz.
Estela de la Cuadra abrazaba a su madre, Licha. Las dos lloraban. “Estoy tranquila, satisfecha. Que esta rata esté presa no me devuelve a mi familia. Pero se lo debíamos a ellos. Y a mis hijos, a mi nieta que está acá afuera y tiene nueve meses. Ahora vamos a encontrar a Ana”, le dijo a Página/12. Ana Libertad Baratti es su sobrina, la hija de su hermana Elena y de Héctor Baratti. Los tres siguen desaparecidos. Durante el juicio, el testigo Luis Velasco contó que luego de un “sermón” que el cura dio a los secuestrados en la Comisaría Quinta para que se “arrepintieran”, Baratti preguntó qué culpas debía pagar su hija, que acababa de nacer en cautiverio. “Los hijos pagan las culpas de los padres”, le contestó el sacerdote.
Los abogados de las querellas se retiraron satisfechos. “Es un día de Justicia. Era lo que esperábamos. Es el fruto del esfuerzo de las Madres y de las Abuelas”, dijo Alejo Ramos Padilla, representante de Héctor y Javier Timerman. El secuestro del periodista Jacobo Timerman es uno de los hechos por los que fue condenado el cura. Myriam Bregman, abogada de Justicia Ya! también se mostró conforme, a pesar de que en su alegato había solicitado que se condenara al represor por el delito de genocidio y no por delitos cometidos “en el marco de un genocidio”. Bregman destacó que el tribunal calificó al cura como “coautor” de torturas y secuestros y que incluyó en el fallo el asesinato de María del Carmen Morettini, que la fiscalía había desestimado por considerar que no se habían reunidos las pruebas suficientes para acusar al cura por este caso. “Es la condena que habíamos pedido sin perjuicio de la salvedad que hicimos que era muy circunstancial. si Von Wernich está preso es porque la unidad fiscal que represento lo fue a buscar”, dijo por su parte el fiscal Carlos Dulau Dumm.
“Yo sé muy bien lo que hice, por qué lo hice y con quiénes lo hice. Nadie me va a prohibir dar misa ni perderé ninguna de mis atribuciones. Cuando sea el momento la Justicia decidirá, y si la humana se equivoca conmigo, la divina acertará”, dijo en 1984 Von Wernich en una entrevista publicada por Siete Días que el martes recordó este diario. En algo no se equivocó el sacerdote. Aún hoy, preso en el penal de Marcos Paz y condenado por secuestros, torturas y asesinatos, delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio, nadie le prohibió a Von Wernich dar misa.
SUBNOTAS
Von Wernich deberá cumplir la condena a reclusión perpetua
La Cámara Nacional de Casación Penal confirmó la condena a reclusión perpetua del ex capellán de la policía bonaerense Christian Von Wernich, por delitos contra los derechos humanos de detenidos en centros clandestinos, durante la última dictadura militar.
Fuentes judiciales dijeron que la Sala I de la Cámara "rechazó totalmente" el "recurso de casación" que la defensa de Von Wernich había presentado contra la sentencia dictada a fines de 2007 por el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, por homicidios agravados y decenas de casos de privaciones ilegales de la libertad y tormentos.
El silencio de Jorge Bergoglio
“¿Dónde está Bergoglio? ¿No tiene una palabra que decir sobre este juicio?”, preguntó la testigo Estela De la Cuadra en el tribunal que juzga al ex capellán de la Bonaerense por delitos de lesa humanidad.
“El silencio de Bergoglio es atronador y vergonzoso.
“Ese silencio de Bergoglio me indigna –volvió a decir–, ¿acaso no tiene nada que decir sobre este juicio?”
El extenso relato de la testigo podría dar lugar a un pedido de testimonial para el arzobispo de Buenos Aires, según fuentes de la acusación. Pero aunque estarían dadas las condiciones jurídicas para que el pedido prospere, las mismas fuentes lo consideran poco probable. Desde la querella hasta los fiscales creen que se descartará porque probablemente el arzobispo no hable de lo que hasta ahora no habló.
De la Cuadra fue la persona del juicio de La Plata que mencionó al arzobispo entre los ejes de su relato. No es la primera vez que lo hace, había descripto su gestión en el Juicio por la Verdad de 1999. Lo que cambió ahora es el escenario que parece potenciar sus palabras.
La mujer es hermana de Elena de la Cuadra, secuestrada en la Comisaría Quinta en 1977 con cinco meses de embarazo. Estuvo detenida ahí con su marido Héctor Barati y dio a luz a Ana Libertad, una niña que luego fue entregada a una pareja de apropiadores.
La Comisaría Quinta era parte de los centros del circuito Camps de la provincia de Buenos Aires, y uno de los centros frecuentados por Von Wernich. En las audiencias anteriores, otros testimonios habían confirmado ese secuestro y la relación de Von Wernich con el nacimiento. Uno de los testigos fue Luis Velasco, compañero de celda de Barati y por quién supo que la niña nació el 16 de junio de 1977. El contó una discusión de Barati con Von Wernich después del parto, cuando el cura visitó los calabozos e intentó convencerlos de que debían sufrir torturas por los daños a la Patria. Velasco contó, y ayer lo confirmó Estela de la Cuadra, que en ese momento Barati le preguntó al cura qué era lo que tenía que pagar su hija que tenía días de nacida y el sacerdote respondió que “pagaba por lo que habían hecho sus padres”.
Así, ella habló de Bergoglio. En octubre de 1978, dijo, dos de sus hermanos exiliados en Italia “tomaron contacto con el capitán de los jesuitas, Pedro Arrupe, que los derivó a hablar con el sacerdote Jorge Bergoglio”. A mediados de 1978, Bergoglio era responsable de los jesuitas y estaba en un encuentro de Brasil. Los padres de Estela lo vieron cuando regresó del viaje y él los derivó a su vez con otro, el salesiano Mario Picchi.
Picchi fue otro personaje oscuro de la Iglesia. Nombrado obispo de Venado Tuerto por Paulo VI en abril de 1977, había permanecido hasta ese momento como obispo auxiliar de La Plata, tierra del entonces obispo Antonio Plaza. En octubre del año pasado, la fiscalía federal de La Plata ordenó su detención por la desaparición de dos matrimonios secuestrados en la Brigada de Investigaciones de La Plata, pero la orden no se cumplió porque el obispo ya estaba muerto.
En aquella época, tras una primera reunión con los padres de De la Cuadra, Picchi se encontró con el subjefe de la Policía Reinaldo Tabernero y luego les contó a los padres que el policía le confirmó que habían entregado a Ana Libertad a una pareja que no podía tener hijos y que lo de “Elena y Barati era irreversible”.
Entre sus compañeras de celda estuvo Adriana Calvo, otra de las testigos de ayer que causó estruendo en la sala. Calvo pasó por varios centros de detención y dio a luz a una niña en un coche mientras la trasladaban de un lugar a otro. Ella es parte de la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos y una de las que pide la unificación de las causas para agilizar juicios, condenas y proteger a los testigos. Lleva quince testimoniales en distintos juicios; uno de ellos el año pasado con Jorge Julio López en el juicio a Miguel Etchecolatz. En ese marco pidió “hacer un juicio por centro clandestino contra todos los represores y por todos los compañeros” porque si se realizara uno por año “se tardarían 29 años para juzgarlos”.
En la sala ayer presentó un informe con el denominado circuito Camps, con los 29 centros clandestinos ubicados en nueve partidos del conurbano y La Plata. De acuerdo con los testimonios, dijo, Von Wernich fue reconocido en siete de esos centros. En ese sentido cuestionó el número de causas que se le imputan: el juicio de La Plata investiga 53 casos, explicó, aunque son 245 los denunciados. Los querellantes tomaron nota porque ésa es una de las preocupaciones por la cantidad de casos por los que el cura puede ser acusado. Por decisión de la Justicia de La Plata, la causa de Ana Libertad por “supresión de identidad” tramita aparte.
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Un grupo de tareas cibernético defiende al capellán de Camps
08-05-07
El cura Christian von Wernich, que hasta el viernes estaba preso en la sede de Cavia de la Policía Federal, hizo una “denuncia pública” por su situación en una página web de “amigos”. La mediática Cecilia Pando se indignó por el traslado del cura a Marcos Paz.
Por Nora Veiras
“Tengo la seguridad –y no es ‘sensación’– de que hay una ‘animosidad’ muy grande –y para nada oculta– no sólo desde el Gobierno sino desde la Justicia también, sobre mi persona, sobre los capellanes y sobre los testigos, sus familias y mi familia. Es todo lo que tengo que denunciar hoy, mañana puede haber más de continuar esta persecución que parece no se detendrá.” El ex capellán Christian von Wernich eligió la página www.politicaydesarrollo.com.ar para hacer su “denuncia pública” ante la inminencia del juicio que debe enfrentar por delitos de lesa humanidad. El ciberespacio le ofrece otras solidaridades esperables. El grupo de tareas se horrorizó durante el fin de semana con el traslado del cura a la prisión de Marcos Paz. “Dios, que en su infinita sabiduría sabe escribir derecho con las conductas torcidas de los hombres, seguramente encontrará en este injusto traslado la posibilidad de que otros detenidos encuentren la paz y el apoyo espiritual que necesitan para soportar su calvario”, escribió Cecilia Pando, como presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos, que –como se sabe– no son otros que los represores.
La página que tiene como leyenda “No le buscamos la quinta pata al gato y tampoco lo dejamos rengo” es un compendio del lugar común de la derecha recalcitrante. La defensa del “padre” Julio César Grassi alterna con el horror por la expansión del psicoanálisis en la Argentina –“en el extranjero el psicoanálisis se ha hecho marginal (...) En Estados Unidos, sólo cinco mil personas se psicoanalizan: en relación con los 295 millones de norteamericanos. A la célebre Sociedad Psicoanalítica de Nueva York cada día le cuesta más reclutar candidatos”– y la reivindicación de cuanto militar o cura haya desempeñado algún rol como brazo ejecutor del terrorismo de Estado.
En este contexto, la figura de Von Wernich es ensalzada como un mártir: “No pueden quedarnos dudas de que la incipiente persecución religiosa a la Iglesia Católica va tomando mayor cuerpo. Enviamos nuestra solidaridad al padre, capellán de la policía que debió ejercer su ministerio en plena guerra terrorista en el peor de los distritos, cuando los agentes y los oficiales morían como moscas abatidos por las balas guerrilleras desde las sombras, en los asaltos, con las bombas y de cualquier otra forma vesánica. Gracias, padre, por su sacrificio silencioso”.
Fue el propio general Ramón Camps, el dueño de la vida y la muerte en la provincia de Buenos Aires, el que describió la función que había cumplido el cura bajo su mando. “Yo tengo una persona que puede dar fe de los distintos lugares en los que estuvo el señor (Jacobo) Timerman, es el padre Von Wernich, que era el sacerdote que yo tenía para que los detenidos recibieran asistencia espiritual. Incluso fue condecorado por la acción que desarrolló con los detenidos”, dijo el ex jefe de policía de la provincia de Buenos Aires con la intención de probar su sensibilidad. El cura negó sistemáticamente que haya asistido a los secuestrados en centros clandestinos, sí admitió que lo había hecho en comisarías, como si bajo la dictadura las dependencias policiales no hubiesen mutado en campos de concentración.
Treinta años después, la esposa del mayor retirado Rafael Mercado apeló a su prosa para divulgar en la red que “mientras este servidor de Cristo, a escondidas y en silencio, fue trasladado a la cárcel de Marcos Paz, los que deseamos que la justicia y la ley se cumplan en nuestra patria, observamos sorprendidos que quienes en la década del ’70 intentaron tomar por asalto las instituciones de la República, para imponernos a sangre y fuego un modelo político, hoy disfrutan de la impunidad que les otorga el poder”. Para Pando, la dictadura parece haber sido, en realidad, el otro nombre de la democracia.
Como presidenta de AfyAPPA, Pando se muestra desesperada por las cárceles comunes que empezaron a acechar a los oficiales, no sólo al consejero espiritual de Camps y su brazo derecho, Miguel Etchecolatz. El traslado a Marcos Paz del coronel Alejandro Guillermo Duret también la motivó: “Nada justificaba el cambio en las condiciones de detención, salvo el intento desesperado de un gobierno que quiere callar los gritos desgarradores de una sociedad que comienza a clamar por una verdadera justicia, donde los terroristas también sean sometidos a proceso judicial por los crímenes cometidos”.
Pero quizá donde la confesión de parte de los columnistas de politicaydesarrollo.com.ar alcanza su plenitud es en la prosa de un tal Eduardo Palacio Molina: “Nada le pasará al padre Christian. Los que deben temer que les pase algo malo son los falsos jueces del Sanedrín y sus fiscales obsecuentes. Porque la vida de todos pende de la voluntad de Dios, que es el creador del universo que nos manda a dejar este cuerpo mortal cuando él lo ordene y que nos pedirá cuenta de toda nuestra vida por nuestras acciones y omisiones. ¡Ay de aquellos que privaron de la libertad y llegaron a condenar a un inocente! Molina se entusiasma y llega a pronosticar: “Creemos que hoy el que más miedo debe tener es el presidente Kirchner. Sus propios custodios pueden ser en pocos segundos sus raptores. Kirchner tiene al enemigo en sus propias filas y él lo sabe, pero no puede escapar a su propia trampa (...). El padre Christian no se desanima y nos pide que por ahora recemos por la Iglesia, por la Patria y por todos los fieles que conformamos la Iglesia. ¡Dios es justo!
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