El criminal ex fiscal militar chileno Alfredo Podlech está preso en Roma. Ruth Kries enfrentó en Italia al asesino de su esposo en 1973
Los asesinos de la dictadura pinochetista siguen cayendo
por Ernesto Carmona*
Los torturadores y otros criminales de la dictadura pinochetista fugados siguen cayendo, es el caso del asesino del esposo de la médica chilena Ruth Kries Saavedra quién regresó reconfortada a su casa en “un pueblito modesto y tranquilo, en medio de la Europa congelada” tras su tercera visita a Italia en tres semanas. "La historia que me llevó hasta allí, desgraciadamente no tuvo nada que ver con turismo", explicó.
26 de diciembre de 2008
Desde Santiago (Chile)
La pedíatra de Concepción concurrió a un tribunal de Roma para declarar ante un fiscal italiano y enfrentarse por fin cara a cara con el ex fiscal militar chileno Alfonso Podlech, quien en 1973 participó en Temuco –700 km al sur de Santiago– en el asesinato de su esposo, el médico Hernán Henríquez, y también en la muerte del ex sacerdote ítalo-chileno Omar Venturelli.
La pedíatra de Concepción concurrió a un tribunal de Roma para declarar ante un fiscal italiano y enfrentarse por fin cara a cara con el ex fiscal militar chileno Alfonso Podlech, quien en 1973 participó en Temuco –700 km al sur de Santiago– en el asesinato de su esposo, el médico Hernán Henríquez, y también en la muerte del ex sacerdote ítalo-chileno Omar Venturelli.
Presumiblemente, el Dr. Henríquez fue asesinado horas antes que un bando militar consignara un pretendido “intento de fuga” el 5 de octubre de 1973. También se sospecha que muchas otras víctimas de la región araucana fueron detenidas y desaparecidas por órdenes de Podlech, tras el golpe militar que le costó la vida a Salvador Allende ese mismo año y frustró por enésima vez las esperanzas de un pueblo.
Justicia en Italia
Podlech, de 74 años, está en la cárcel de Rebibbia, Roma, desde que fue extraditado a Italia el 13 de agosto desde España, después de su arresto el 27 de julio en el aeropuerto de Barajas, Madrid, mientras se aprestaba a abordar un vuelo a Praga.
La detención fue ordenada por el juez Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional de España, acogiendo un pedido de captura dispuesto para toda la Unión Europea por el fiscal italiano Giancarlo Capaldo, quien investiga su participación en el asesinato y desaparición del ex sacerdote ítalo-chileno Omar Venturelli, también en Temuco en septiembre de 1973.
La acción judicial contra Podlech fue activada en Italia por la viuda de Venturelli, la chilena Fresia Cea. La justicia italiana ahora puede formular nuevos cargos incluyendo el asesinato del Dr. Henríquez y, probablemente, por muchos otros crímenes.
El fiscal sometió a interrogatorio y a careos a Podlech en una cárcel especialmente habilitada para estos trámites judiciales, a la vez que escuchó testimonios de testigos y familiares de las víctimas. El 17 de diciembre, la agencia estadounidense The Associated Press (AP) ofreció una cobertura sobre este proceso, despachada desde Roma por el periodista chileno Jorge Piña.
Por orden del fiscal Capaldo, Ruith Kries fue careada el martes 16 de diciembre con el ex fiscal Podlech. “A 35 años y a casi 12.000 kilómetros, Ruth Kries por fin pudo enfrentarse en un tribunal con el hombre a quien acusa de haber matado a su esposo durante la dictadura de Augusto Pinochet”, escribió Piña. "Había esperado durante 35 años para decirle en su cara que es el asesino y responsable de la desaparición y la tortura de miles de chilenos en la zona de la Araucanía", dijo Kries.
La viuda del Dr. Henríquez, quien reside en Alemania, dijo que en Temuco abordó a Podlech en numerosas ocasiones para recabar información sobre su esposo detenido. En uno de esos encuentros en septiembre y octubre de 1973, el entonces fiscal le dijo que su marido seguramente se había ido a Argentina con otra mujer, pero después repitió la versión oficial castrense de muerte a tiros cuando intentaba escapar en un helicóptero.
Kries manifestó que en el careo le propuso a Podlech –en nombre suyo y de Fresia Cea– que revelara el lugar exacto en que se encuentran los restos de de su esposo, Venturelli y los desaparecidos a cambio del desistimiento de las acciones legales en su contra.
Sin embargo, el ex fiscal chileno insistió en no tener responsabilidad en las muertes de Henríquez/Venturelli y que no había participado en ningún tipo de atropello a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), indicó Piña.
El reportero vaticina que Podlech podría ser condenado a prisión perpetua, la pena solicitada por el abogado italiano de Fresia Cea por el homicidio de su marido, Venturelli. El fiscal Capaldo anunció que en la próxima audiencia –prevista para el 12 de enero de 2009– pedirá el máximo castigo que existe en Italia.
También el fiscal italiano se opondrá a que se le conceda arresto domiciliario, por temor a que se escape a Chile, donde disfrutaría impunidad. La justicia chilena exhibe escasa predisposición a castigar crímenes de lesa humanidad y, además, existe una red mafiosa que protege a los miliares involucrados, construida por oficiales en retiro que aún gozan de simpatías y apoyo de las fuerzas armadas chilenas.
Probablemente el 12 de enero Ruth Kries tenga que viajar de nuevo a Roma y otra vez, por motivos ajenos al turismo: está dispuesta a luchar sin tregua por la justicia.
Entrevista a Ruth Kries
Ruth Kries resumió su tragedia con estas palabras: "Todo comenzó hace más de 35 años en Temuco. Mis cuatro hijos –Hernán, Paula, Daniel y Marcelo– y su padre, mi amado compañero Hernán, vivíamos en una linda y acogedora casita cerca del cerro Ñielol de Temuco. Éramos profunda y concientemente felices”.
–¿Cómo ocurrieron los hechos?
–“Todos conocen lo que sucedió en esos mil días del gobierno del Dr. Salvador Allende. Entre 1970 y 1973 fuimos protagonistas entusiastas de un proyecto único en la historia e hicimos lo posible por lograr cumplir un programa de gobierno popular que pretendía instalar las bases de una sociedad más justa. Hernán luchó incansablemente por mejorar las condiciones de salud de los más pobres, entre ellos, los campesinos mapuches.
Lo que ocurrió después también es conocido. Fuimos castigados inhumanamente por las bestias amaestradas que obedecían las órdenes de los dueños del dinero y del poder de dentro y fuera de Chile. Al segundo día del golpe del 11 de septiembre, Hernán fue detenido por Carabineros y militares, entre ellos el ex fiscal castrense Alfonso Podlech.
Fue conducido a la cárcel y más tarde se le dejó en arresto domiciliario, pero en vísperas de una nueva comparescencia ante la fiscalía militar, fue detenido de nuevo por Carabineros, el 24 de septiembre de 1973, tras un nuevo allanamiento a nuestro hogar ordenado por Podlech. Desde entonces no volví a ver a Hernán.
Desde el 25 de septiembre hasta el 5 de octubre lo busqué día a día por todos los lugares imaginables de Temuco. Recurrí a todas las personas que me pareció que podrían ayudarme a encontrarlo. Fui al Regimiento Tucapel, a Carabineros, a la Fuerza Aérea, a la Intendencia, al Obispado, etc. Hablé con decenas de personas y aunque siempre supe que los militares mentían cuando negaban tenerlo en sus cárceles secretas, donde lo estaban torturando, les supliqué a estos ‘valientes soldados’ que me lo entregaran”.
–¿Conoció a Podlech?
–“Con Podlech me entrevisté por lo menos en 4 oportunidades. Según este fiscal y sus secuaces, Hernán podía estar en cualquier parte, menos en un recinto militar. ‘Seguramente, me dijo, está raptado por guerrilleros que él mismo ha formado’ o ‘debe haberse arrancado a Argentina con otra mujer’, etc. Éstas mismas mentiras también fueron dichas a otras mujeres que preguntaban por sus compañeros detenidos y hechos desaparecer, encontrándose ellas en las mismas condiciones en que yo estaba. Además, los militares invocaban a cada instante el mito del Plan Zeta1”.
–¿Cómo llegó a la convicción de asesinato?
–“Cuando, desesperada, me dirigía a seguir buscando ayuda, escuché por la radio el bando militar que el 5 de octubre dio cuenta del cobarde asesinato de mi marido. Según ese bando, Hernán intentó escapar en helicóptero desde un recinto militar, secundado por Alejandro Flores. Por eso les dispararon y mataron. Al querer recuperar su cuerpo para acariciarlo por última vez antes de entregárselo a la tierra, el fiscal Podlech me lo negó, aduciendo que ‘los enemigos de la patria no tienen derecho a una tumba’, con su acostumbrada prepotencia omnímoda.
Hernán sobrevivió diez días a las más horribles torturas, como recuerdan algunos sobrevivientes. Fue trasladado a diferentes lugares de la región Araucanía. Luego, al arribar a Temuco el general Sergio Arellano Stark con su fatídica ‘caravana de la muerte’, Podlech y los demás asesinos terminaron con su vida en una orgía de sangre y eliminaron su cuerpo malherido en algún rincón de la región, lugar que no nos ha sido revelado hasta el día de hoy”.
–¿Recurrió a la justicia en Chile?
–“Hace 20 años que inicié un proceso judicial en Chile. No sólo conocemos la responsabilidad de este ex-fiscal en la muerte de Hernán. También sabemos quiénes lo mataron. A pesar de todo eso, la causa nada avanza”.
–¿Por qué Podlech fue detenido en España y no en Chile?
–“En Chile tuvo impunidad total. Fresia Cea ha sido la heroína de esta historia. Venciendo las dificultades que le provoca una triste enfermedad, ha tenido éxito en su incansable lucha por encontrar a su marido Omar Venturelli, ex sacerdote ítalo-chileno detenido desaparecido a fines de septiembre de 1973 en Temuco y víctima también de este mismo criminal”.
Y es que Podlech creyó que en Europa podría moverse libremente, al igual que en Temuco, sin temer que la Justicia pudiese tocarle un solo pelo. Se equivocó. Aquí no tiene los compadres poderosos de allá en Chile. Aquí será juzgado por lo que es: un multi criminal común y corriente”.
–¿Cuál es su participación en el juicio de Italia?
–“Fui convocada por el fiscal Giancarlo Capaldo para comparecer en un careo con Podlech, en Roma, el martes 16 de diciembre de 2008. Este fiscal instructor de la causa de Omar Venturelli intenta demostrar que no es verdad lo que afirma el ex fiscal militar chileno, quien afirma que en esos días no estaba en funciones dentro del aparato represivo. Pero existimos cientos de personas que sufrimos todo su poder omnímodo desde el mismo día del golpe. ¿Cuántos fuimos interrogados por él en la fiscalía militar que funcionaba en unas oficinas del Regimiento Tucapel? ¿Cuántos fuimos testigos de que Podlech estaba incluso en condiciones de ‘regalarle’ la vida a un condenado si es que lo deseaba?”.
–¿Cómo fue su re-encuentro con Podlech en Italia?
–“En el careo yo conté lo mismo que digo ahora en este relato, pero Podlech aseguró no conocerme y negó haber hablado conmigo alguna vez antes de ese día en Roma. Sin embargo, yo tenía en mis manos una entrevista que él mismo le ofreció en 1990 a El Diario Austral de Temuco, donde reconoce conocerme, por lo que quedó en evidencia que de nuevo estaba mintiendo”.
–¿Intentó “negociar” con él?
–“Durante el careo me dirigí al fiscal, al señor Capaldo, para decirle que en nombre de Fresia Cea y mío le proponía a Podlech que nos entregara la información acerca del paradero exacto de nuestros compañeros desaparecidos y que a cambio, nosotras desistiríamos de seguir actuando legalmente en su contra. Pero Podlech replicó: ‘No sé nada, yo no tuve nada que ver con eso’.
En un momento en que no estaba presente el fiscal Capaldo, tuve la oportunidad de espetarle en su cara qué clase de individuo es él: un criminal, un cobarde que asesinó, torturó e hizo desaparecer a nuestros compañeros; que es responsable, junto a otros, de miles de crímenes cometidos en la Araucanía y que mucha gente está dispuesta a declarar en su contra”.
–¿Cuál fue la reacción de Podlech?
–“Obviamente, negó toda responsabilidad. Dijo que entonces él sólo estaba ocupado como "asesor legal", preparando los consejos de guerra. Respondí: "¿Qué guerra?, si ustedes mataron a gente desarmada y encadenada. ¿No le da vergüenza? También le mostré la foto de Hernán que siempre llevo conmigo y le dije que pensara en él en las muchas noches que le quedan por estar en prisión. Le aconsejé que al menos se arrepintiera, para que algún día quizás pueda lograr paz en su conciencia… Aunque creo que este personaje no tiene moral, ni tampoco conciencia del bien y del mal, porque si no ¿cómo? Otra cosa que me dijo fue que yo “estaba llena de odio". Respondí: "Ud. está absolutamente equivocado; lo desprecio, ¡sí!; pero ¿odio?, ¡no! Lo que me lleva a actuar es amor y lealtad, el amor por Hernán y por mis hijos, y mi sentido de la lealtad, que es lo que me ha llevado a no olvidar y a seguir indagando su historia y continuar la búsqueda de sus restos”.
En un momento quiso hacerse el olvidadizo y fingió desorientación ante mis palabras. Pero entonces le espeté de frente: ‘No se olvide que estamos en Italia. Aquí no le servirá fingirse loco, como lo hicieron sus compinches Pinochet y Arellano Stark. En Chile se puede simular locura, allá les perdonan las penas de inmediato, pero aquí ¡no! A lo mejor, apenas conseguiría que lo manden a un hospital psiquiátrico’”.
–¿Qué estado de ánimo exhibía Podlech?
–“El individuo llegó bien vestido, de pantalón claro, camisa y chaqueta oscura. Se veía bien de salud, ni gordo ni flaco. Permaneció tranquilo hasta el momento en que tuvo que desdecirse. Lo trajeron y llevaron de vuelta varios gendarmes uniformados, quienes nunca se movieron de las puertas de la oficina en que nos encontrábamos. Estaban presentes: el fiscal Capaldo, el actuario, la traductora, el abogado de Alfonso Podlech, con una joven asistente, el acusado y yo. Todos los presentes firmamos el protocolo que redactó el actuario. Todo esto acaeció en una cárcel de Roma, no en la prisión que ahora cobija al ex-fiscal, sino en otra, una especialmente destinada para estos careos e interrogatorios”.
–¿Cuál fue su reacción emocional al ser careada?
–“Pude entregar mi testimonio en forma coherente y clara. Estuve muy serena y sólo al comienzo me tembló la voz. Sólo más tarde, cuando se habían llevado ya al criminal, debo reconocer que lloré amargamente un ratito. Felizmente, estaba allí una amiga de Fresia y ahora también mía, Leonor, quien me sostuvo y me ayudó a terminar con las lágrimas”.
–¿Cuáles serán las próximas etapas del juico?
–“Primero, pienso que hay que continuar y aumentar los esfuerzos para asegurar que se haga justicia al menos en este caso. O sea, la gente que padeció a Alfonso Podlech en los primeros meses después del golpe y pudo comprobar que él sí tenía poder, lo usaba y abusaba de él, esta gente debe testimoniar ahora mismo, lo antes posible, porque todo testimonio sirve. Toda información verdadera vale. Se puede dar un testimonio allá mismo en Chile. Si hay personas que deben viajar a testimoniar a Italia, porque podría ser necesario hacerlo aquí, y no pueden pagar su pasaje y estadía, habría que organizar cómo ayudarlas a costear ambas cosas”.
–¿Sirvió para estos efectos el “Informe Valech”?
–“Si tuviéramos la información que entregaron los compañeros ex presos políticos ante la Comisión Valech2, naturalmente no tendríamos ningún problema en demostrar quiénes fueron aquellos que terminaron con las vidas de nuestros compañeros. Desgraciadamente, el señor Ricardo Lagos3 ordenó mantener esos datos en secreto durante 50 años, decisión que protege a los malhechores y prolonga nuestros sufrimientos perpetuamente, al favorecer que la verdad quizás jamás salga a la luz.
Como es muy posible que el próximo gobierno de Chile sea aún más de derecha y aún menos amigo de la verdad y de la justicia, tenemos que aprovechar los pocos meses que restan hasta las próximas elecciones para acelerar los procesos pendientes y obtener también un poco de justicia en otros casos”.
–¿Qué ayuda le pediría a los familiares, testigos y activistas de DDHH?
–“Llamó a los familiares de las víctimas y a los activistas de derechos humanos a concentranos con todas nuestras fuerzas a estos asuntos. Debemos conversar con todos los afectados y con quienes no fueron directamente perjudicados, pero sienten –como nosotros– la misma necesidad de avanzar en el conocimiento de la verdad y la aplicación de justicia.
Pienso que sólo la verdad y la justicia permitirán hacer más llevadera la ausencia de nuestros seres amados y el conocimiento que ya tenemos sobre los sufrimientos a que fueron sometidos. Sólo la verdad y la justicia pueden abrir paso al perdón y a la reconciliación de nuestra sociedad. ¡Neguémonos al olvido! El olvido es la muerte definitiva, es la negación de la historia, es la pérdida de la memoria, un atributo entre los más importantes del ser humano”.
–¿Seguirá recabando información?
“Fundamentalmente invito a la gente a que entregue información sobre la suerte de nuestros seres queridos. Desde siempre me paro en cualquier lugar y pido esto en voz alta, pero no puedo decir que hasta ahora haya tenido éxito, quizás a causa del miedo, la indiferencia, no sé… Me he encontrado siempre con una muralla de acero que sólo esta vez en Roma se empieza a trizar. Quisiera publicitar de la manera más destacada: "se ruega información". Creo que hay una canción que dice así…
–¿Qué les pediría a los ex presos políticos?
–“Mi mayor interés en este momento es obtener concretamente la información que los ex-presos políticos le entregaron a la Comisión Valech y que, probablemente, habría permitido encausar a muchos criminales, condenar a otros tantos y con ello, disminuirnos, quizás en un mínimo, esta tremenda carga de lágrimas que llevamos por el mundo. ¿Me entiende lo que quiero decir con esto?: No se trata sólo de mi dolor; somos cientos de miles. Esta es una tarea para el futuro 2009”.
Comentario del redactor:
El 13 de agosto de 2008, mi amiga Ruth Kries me comentó por correo electrónico que “la detención del facineroso ex fiscal Alfonso Podlech, el Eichmann de Cautín, me ha producido una enorme satisfacción. Ahora –dijo entonces– ¡a impedir que sus amigos de Chile, incluida la Concertación y su gobierno, lo traigan a ‘juzgar’ a su patria”.
La detención de Podlech en Madrid fue una noticia internacional ampliamente difundida, pero entonces Ruth se hallaba de vacaciones en Concepción y yo ignoraba por completo su vinculación personal con el tema y mucho menos que su marido y ella misma, habían sido víctimas directas de Podlech en Temuco, casualmente donde nací. Sólo atribuí su reacción al natural deseo de justicia de cualquier militante antifascista o de cualquier ciudadano que sufrió el golpe y éste lo aventó al exilio, situación que justifica sobradamente cualquier interés porque se juzgue a los criminales de derechos humanos y no se burle la ley, como suele ocurrir en Chile con asesinos y torturadores de todos los pelajes, pero principalmente cuando se trata de altos oficiales, como ocurrió con Pinochet, Arellano y tantos otros, y de abogados civiles que actuaron como “fiscales militares”.
El 5 de diciembre, Ruth me escribió escuetamente desde Roma, diciéndome “estoy aquí, cumpliendo con mi obligación, apoyando a la justicia en el juicio contra el ex fiscal Alfonso Podlech”. De nuevo pensé que simplemente cumplía una obligación de testigo o de “militante de DDHH”, porque ella es médica y no abogada. Jamás me imaginé que estaba involucrada como víctima.
Cuando el 18 de diciembre me envió este exhaustivo informe bajo la forma de una carta personal, privada y con la advertencia de no difundirla, dirigida más bien a su familia y a algunos amigos, le sugerí que la hiciera pública porque me pareció un documento valioso para estimular la continuación de la investigación sobre el paradero de los desaparecidos y, a la vez, dejar un registro para la memoria histórica de los derechos humanos, no solo de valor en Chile, sino en América Latina y todo el mundo. En buenas cuentas, le pedí autorización para dar a conocer su testimonio. Y aceptó, me parece...
1) El “Plan Zeta” fue una pueril faramalla fabricada por la CIA y la inteligencia militar chilena para hacer creer a la opinión pública chilena y mundial que los partidarios de Allende tenían supuestas listas de militares y figuras derechistas a quienes se les quitaría la vida. La amenaza fue inventada para justificar asesinatos y exacerbar la criminalidad de los uniformados y del fascismo civil.
2) “Comisión Valech” se denomina la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, creada en 2003 como órgano asesor del Presidente de la República y presidida entonces por monseñor Sergio Valech Aldunate, obispo emérito Auxiliar de la Iglesia Católica de Santiago. Antes de disolverse, y tras escuchar miles de testimonios, en noviembre de 2004 la Comisión evacuó un informe con los nombres de 27.255 víctimas de la represión.
3) Ricardo Lagos fue Presidente de Chile en 2000-2006.
Ernesto Carmona Ernesto Carmona es consejero nacional del Colegio de Periodistas de Chile y secretario ejecutivo de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (Ciap) de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap). Ernesto Carmona es miembro de la Red Voltaire y del movimiento Axis for Peace
*
*
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario