REVUELO EN ESPAñA POR LA AUTORIZACION A LOS VUELOS A GUANTANAMO
José María Aznar bajo la lupa
El ex jefe de gobierno podría ser investigado tras la revelación de que aprobó los vuelos clandestinos norteamericanos con prisioneros rumbo a la prisión de Guantánamo. Los socialistas también están incómodos con el escándalo.
Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Investiguen a José María Aznar. Así fue interpretado ayer el pedido de la fiscalía española al juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, de que incorpore a la causa en la que investiga las escalas realizadas en territorio nacional por los vuelos de la CIA con prisioneros hacia Guantánamo el documento elaborado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y que hizo público el diario El País el pasado domingo. La decisión del fiscal desató la polémica y sembró la confusión en los dos partidos políticos más importantes del país. A los socialistas, porque el tema les resulta incómodo, ya que parte de estos vuelos se hicieron durante el gobierno del actual primer ministro, José Luis Rodríguez Zapatero. Al opositor Partido Popular, porque según se desprende del documento, el ex premier José María Aznar estaba perfectamente al tanto de la ilegalidad de las operaciones y dio su visto bueno a que se realizaran con discreción. Ayer fue un día confuso en Madrid.
“No, por supuesto”, fueron las únicas y contundentes declaraciones que realizó Rodríguez Zapatero cuando un periodista le preguntó sobre si sabía que se estaba utilizando suelo español como base de aprovisionamiento de los aviones militares que llevaban presuntos terroristas islámicos hacia la cuestionada prisión americana en el Caribe. El gobierno español prefirió ayer el silencio mientras el Partido Popular lo acusaba de utilizar el caso para tapar la crisis económica que vive España al igual que el resto de las economías europeas. Izquierda Unida y el PP pidieron la comparecencia del ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos, en el Parlamento para que dé explicaciones sobre el escándalo que por ahora tiene un salpicado mayor: José María Aznar, el primer ministro conservador que metió a España de prepo en la guerra de Irak y que ayer guardaba también él un clamoroso silencio.
Mientras en el Partido Socialista reconocen que el tema es muy delicado y que no tienen toda la información que hace falta para abordarlo, desde las filas del PP su secretaria general, María Dolores de Cospedal, aseguraba ayer que “un gobierno con responsabilidad y que sea fiable no se dedica a hacer filtraciones sobre asuntos que afectan a la seguridad nacional”, acusando a los socialistas de haber filtrado la información adrede a un periódico amigo. Los mismos socialistas reconocen que parte del problema surge del convenio especial que existe entre España y Estados Unidos en lo que respecta al uso de las bases militares estadounidense en territorio español, que favorece “la opacidad” de las operaciones. Sin embargo, en el documento hecho público por el diario El País el tema más que opaco parece estar muy claro, ya que se buscaba deliberadamente operar en bases discretas para no llamar la atención, puesto que se estaban realizando traslados ilegales de personas, como se encargó de resaltar ayer en un comunicado la sección madrileña de Amnistía Internacional.
Desde Izquierda Unida, el diputado Gaspar Llamazares decía en voz alta lo que los socialistas no se atreven todavía a decir, aunque lo piensan: que “hay materia suficiente en estos momentos para que el gobierno de Aznar tenga que dar cuentas ante la Justicia” y afirmó que Aznar podría haber sido “cómplice de supuestos delitos de detención ilegal, secuestro y tortura”. En el Partido Popular, mientras tanto, tratan de disimular su desconcierto ante un tema tan incómodo. Por una parte no pueden dejar solo a su ex jefe político, el todavía influyente José María Aznar. “Sólo conozco un informe de la Comisión Europea que dice que se han cometido una serie de viajes con el gobierno de Zapatero en la legislatura pasada”, afirmó ayer Soraya Sáenz de Santamaría, la portavoz del PP en el Congreso. “La mayor parte de los vuelos se hicieron durante este gobierno”, remató Esperanza Aguirre, la gobernadora de Madrid y miembro del ala dura del aznarismo. Cuando al gobierno las cosas se le ponen feas, dicen en el PP haciendo alusión a la situación económica, sacan el fantasma de la guerra de Irak.
Para la administración socialista esta crisis está resultando demasiado incómoda por varios motivos. En primer lugar, es notorio el movimiento que ha realizado Madrid en los últimos meses por tratar de acercarse a Washington, sobre todo después de que George Bush se negara a que Rodríguez Zapatero participara en la cumbre para tratar la crisis económica que tuvo lugar en Estados Unidos a mediados del pasado mes. Desde que Zapatero asumió el poder y retiró la tropas de Irak en la primavera de 2004, las relaciones con la Casa Blanca han sido frías, por no decir casi inexistentes, algo que la oposición conservadora les achaca a los socialistas. En segundo lugar, el reciente triunfo de Barak Obama abrió las puertas a un nuevo entendimiento con Washington, donde todavía no está muy claro, según fuentes socialistas, cuál será la decisión que tome la flamante administración demócrata en torno del espinoso tema Guantánamo y a la conveniencia de mantener o no la vergonzosa prisión abierta. Si las cosas cambian, el escándalo actual podrá ser utilizado como un elemento a favor del acercamiento entre Washington y Madrid. Pero si la nueva administración americana decide congelar la cuestión Guantánamo dejando la prisión abierta, este episodio corre el peligro de echar por tierra el esfuerzo de la Cancillería madrileña por acercar posiciones entre ambos países.
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