jueves, 2 de abril de 2009

LA NACION MAPUCE

LA NACION MAPUCE


MEJOR DOCUMENTAL ITALIANO25° TORINO FILM FESTIVAL - 2007

Una película de Fausta Quattrini
­duración 96min

(Argentina-Suiza-Italia / 2007)

Sinopsis Hoy como ayer la Conquista de la Patagonia avanza según la vieja lógica occidental del máximo beneficio, vía la explotación de recursos naturales como las inmensas superficies de tierra, reservas hídricas, minerales, el petróleo, y la biodiversidad características de esta región. Los Mapuce -Gente de la tierra- son un Pueblo Originario de la Patagonia, depositario de una cultura oral muy antigua, para quienes el territorio no es un ‘atributo’, sino un elemento constitutivo de su identidad. Los Mapuce luchan para que el Estado Argentino respete la Constitución Nacional de 1994 que « (…) garantiza la posesión de las tierras que [los pueblos originarios del país] tradicionalmente ocupan… ».
En la película resuenan los interrogantes que se plantean los Mapuce y que también nos atañen como occidentales: qué lazos unen a las personas que sienten pertenecer a un mismo Pueblo, a una Nación ? Cómo buscar su propia autonomía ? Cómo hacer valer el derecho ancestral a la tierra?
A su vez, estas preguntas alimentan la reflexión sobre conceptos fundamentales como “igualdad” y “propiedad privada”, conceptos vehiculados por “nuestra” Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

El contexto En 1877, el lozano Estado argentino resolvía el problema de las “fronteras internas” con meticulosidad anglosajona, como lo ilustra la declaración del general Julio A. Roca, entonces Ministro de Guerra, frente al Congreso de la Nación:

“ Es necesario ir directamente a buscar al indio en su guarida, para someterlo o expulsarlo (...) Este puñado de salvajes (...) destruyen nuestra principal riqueza y nos impiden ocupar definitivamente, en nombre de la ley del progreso y de nuestra propia seguridad, los territorios más ricos y fértiles de la República ".



Las atrocidades cumplidas por las tropas de Roca, futuro Presidente de la República, se inscribieron en la operación militar que pasó tristemente a la historia como Campaña del Desierto (1878 – 1885): la ofensiva final de un ejército ultra-equipado que, a través de destrucciones y ejecuciones masivas, “recuperó” el vastísimo territorio de la Patagonia, removió de allí a un Pueblo entero, y a su relativo derecho a la existencia.

La Campaña del Desierto fue financiada por la élite de Buenos Aires que compró anticipadamente lo que siempre había sido un territorio libre. Los estancieros bonaerenses (socios de la Sociedad Rural) le compraron al Estado 10 millones de hectáreas antes de la conquista y el “excedente” de tierra fue adjudicado en 1882 en remates de Londres y Paris.
En esos años, el debate político e institucional estaba impregnado por las teorías evolucionistas de Darwin, o, mejor dicho, por un darwinismo social que, ampliando el concepto de selección natural, justificaba la extinción de las “razas inferiores y más débiles” como consecuencia “ineluctable del avance del progreso y de la civilización de los más fuertes”.
Se dice que la Argentina es un país sin memoria; en realidad es un país cuya fundación histórica se basa en la negación de la memoria. Una memoria convertida en tabú. Ese muro de olvido que surgió después de la conquista de la Patagonia, obligó a los Mapuce a negar su propia identidad para poder sobrevivir. Así, les fue robada otra dimensión humana fundamental: el orgullo. Un orgullo capaz de revertir y anular ese sentimiento de vergüenza con el que los representantes del “progreso” los han ahogado, sentimiento al que muchos Mapuce han terminado por ceder y creer.
Sin embargo actualmente, en América Latina, toma cuerpo un fenómeno que desde distintas perspectivas se denomina despertar indígena y que podemos esquematizar como lucha de los pueblos autóctonos basada en la afirmación de su identidad y su cultura. Así, los Mapuce también quieren ser tratados como sujetos políticos y no más como reserva de votos que los partidos tradicionales pueden comprar a través del ya clásico clientelismo asistencialista. En 1994, el Estado argentino adoptó el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales n° 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) con el cual se compromete a reconocer constitucionalmente “la pre existencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos” así como el carácter “pluricultural y multiétnico de su sociedad”. Hoy los Mapuce quieren convertir estas palabras en una realidad, exigiéndole al Estado argentino el respeto de su propia Constitución. En 2006, por primera vez en la Patagonia, un juez de la provincia de Rio Negro dictó una sentencia que reconoce el “derecho ancestral” a la tierra; este fallo cuestiona dos siglos de jurisprudencia anglosajona y de creencias fuertemente arraigadas en el inconsciente colectivo argentino.

El 14 de septiembre del 2007, después de 22 años de espera, la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) aprobó en New York la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas: 143 naciones a favor, 11 abstenciones y 4 naciones en contra: Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos. El documento concierne a 370 millones de personas y responde a pedidos históricos fundamentales de las comunidades autóctonas en el mundo: derecho a la “autonomía o al autogobierno”, al control y posesión colectivos del propio territorio y de los recursos naturales, y derecho a la preservación de su cultura y tradiciones.

Nota de la autora
Transmitir a través de la oralidad, manteniéndose conectados a un presente que se renueva y se transforma incesantemente, o transmitir a través de la escritura, corriendo el riesgo de perder, con el correr de los siglos, la llave de acceso al verdadero significado de las palabras impresas, son dos opciones que debemos comprender como elecciones filosóficas. Estas elecciones influyen profundamente en el modo en el que un pueblo o una cultura imaginan proyectarse en el tiempo y el espacio. A través de la escritura o a través de la oralidad, el hombre puede cultivar su aspiración a la trascendencia, a lo espiritual y a lo divino. Para algunos el Libro es sagrado y para otros no existe. La cosmología Mapuce afirma que el hombre (Ce) no se encuentra en el centro del Universo (Wajmapu), sino que es parte de una amplia red formada por innombrables formas de vida interdependientes (animal, vegetal, mineral), por fuerzas y por conocimientos diversos. La libertad de pensar y decidir del hombre no está orientada hacia la dominación y el control de la Naturaleza, con el fin de extraer de ella un beneficio exclusivo, sino que se orienta hacia la búsqueda de relaciones de igualdad e interdependencia que respeten el equilibrio con la Naturaleza. Este equilibrio es entendido como dimensión social, cultural y sagrada para los Mapuce. Para nosotros, occidentales (depositarios de la cultura judeo-cristiana), el hombre es una forma de vida superior, situada en el centro de la creación para disponer de todas las demás formas vivientes y existentes. Así, la modernidad se auto convenció de la necesidad de un ilimitado y constante crecimiento: nuestra civilización debe difundirse; nuestra población sólo puede crecer; nuestras economías deben expandirse; la tecnología debe proliferar y conquistar nuevos territorios y nuevos mundos. Por sobre todo, hemos decidido que una contracción significaría desastre y retroceso. Sin embargo, una nueva expansión y el crecimiento constante significan ya un desastre: la mitología del progreso a toda costa ha alcanzado sus límites. Surge pues otro interrogante: estamos dispuestos a sostener, en la práctica, que ambas visiones, la de los Mapuce y la nuestra, son importantes y deben poder cohabitar en el mismo planeta

Título LA NACION MAPUCE Duración 96min Versión Original Español y Mapudugun Subtítulos Italiano English Français Soporte Digital Año 2007


Idea original de Fausta Quattrini y Daniele Incalcaterra Escrita por Fausta Quattrini con Lara Fremder Dirección Fausta Quattrini Imagen Fausta Quattrini y Daniele Incalcaterra Sonido Daniele Incalcaterra - Andrés Piñeyro - Gaspar Scheuer Montaje Fausta Quattrini Composición de imágenes Mariano Zimmermann Mezcla de sonido Santiago Rodríguez Gráfica Zeki de San Pablo En sus propios roles Werken Silvia Kvlalew - Werken de la Confederación Mapuce Neuquina - Logko Elía Maripan - Comunidades de la provincia de Neuquén
Producción Daniele Incalcaterra, Buenos Aires Co-producción Fondazione la fabbrica, Losone y Repubblica e Cantone Ticino, Suiza
Cel. +54 911 (15) 6401 2315 Tel/Fax +54 11 4831 0909
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