Por Kolectivo Lientur - Thursday, Jul. 17, 2003 at 7:37 AM
Las tierras fiscales en el Puelmapu
Por Claudia Salomón Tarquini * / 17 de julio de 2003
"Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador" (Proverbio africano citado por Eduardo Galeano).
Grande ha sido mi sorpresa al leer la nota de opinión del ministro de la Producción, Néstor Alcala, publicada en LA ARENA el pasado 7 de julio. El representante de un gobierno que _al tiempo que ha apoyado la repatriación de los restos del cacique mapuche Mariano Rosas_ termina por justificar en este escrito el genocidio llevado a cabo en las mal llamadas "Campañas del Desierto" de fines del siglo XIX. No voy a entrar en discusión respecto del proceso de evolución de la estructura productiva y los sistemas de tenencia de tierras en la provincia porque no es mi área de estudio, pero sí me interesaría hacer algunas observaciones respecto de las apreciaciones del ministro según las cuales "el proceso de apropiación de la tierra rural en La Pampa fue analizado y descrito por numerosos historiadores y estudiosos, que recurrieron a la abundante, detallada y precisa documentación existente. En forma muy resumida, puede concluirse que se fue concretando con posterioridad y como consecuencia casi inevitable de las campañas militares organizadas por el Gobierno Nacional para desalojar a los indios y terminar así con los daños que provocaban con sus malones y correrías en poblaciones y estancias establecidas más al este" y "el Estado Nacional dispuso de enormes extensiones de campo, sin población ni mensuras". No puedo dejar de observar una serie de errores en que incurre el señor ministro sobre estos aspectos. En primer lugar, no todos los historiadores han llegado a este supuesto "consenso", y bien se sabe que, aunque es por supuesto posible que haya diferencias entre los profesionales, y que uno pueda recurrir a uno u otro para respaldar el punto de vista propio, hay explicaciones y reconstrucciones históricas que tienen más seriedad y otras que las tienen menos. Actualmente, se considera que un estudio histórico mínimamente serio debe contener:
1) el relevamiento de estudios preliminares y la confección de un "marco teórico" que le permita al investigador abordar problemas y formular explicaciones que vayan más allá de la simple descripción de los "hechos"; 2) la crítica de fuentes, de manera tal de no reproducir acríticamente los términos volcados en los documentos que se consultan.Ahora bien, aunque el señor ministro no cita quiénes son los historiadores a los que se refiere, una buena parte de los que defendieron y legitimaron desde los espacios científicos las campañas militares lo hicieron en nombre de las supuestas tropelías que cometían los indios (malones, etc.), y argumentando _palabras más, palabras menos_ que los "indios" eran nómades, y que su principal sustento era el robo de ganado, sin que trabajaran la tierra, etc. Esos prejuicios en estos historiadores provenían de una visión política fuertemente sesgada (diríase que tendía más bien para el lado de los cazadores que el de los leones) y que las últimas investigaciones en etnohistoria (que han combinado metodologías y conocimientos de la historia, antropología, lingüística, etc.) han permitido matizar, quedando ya descartada a esta altura la imagen del "indio" nómade cazador y "malonero" (y un largo etcétera), que ha sido reemplazada _al menos entre los historiadores profesionales_ por la de complejas sociedades articuladas espacialmente en diferentes niveles, con estrategias de obtención de recursos diversificadas (caza, recolección, crianza de animales, intercambios varios, y cultivos). Insisto en que no sé a qué historiadores se refiere el señor ministro, pero está comprobado que la práctica de cultivos en diferentes intensidades era común entre las sociedades indígenas de la región pampeana ya para antes del siglo XIX (para no abrumar al lector con demasiadas citas sólo mencionaré aquí los de los historiadores Miguel A. Palermo y Raúl Mandrini), y que los partes de la Conquista del Desierto indican que las tropas avanzan _además de matando a los varones adultos, y llevándose a las mujeres y los niños_, quemando cultivos. Al menos una parte de los historiadores profesionales ha probado fehacientemente y también con abundante documentación que el argumento de que los grupos indígenas no aprovechaban la tierra, y que vagaban por las pampas a la deriva es una idea sin sustento empírico, y que ya ha sido totalmente superada. Es decir que estos espacios estaban poblados, itinerados, reconocidos, y puestos en producción en diferentes escalas en forma previa a las campañas militares. Lo cual deja al descubierto, como también lo han probado otros historiadores, que la obtención de las tierras que éstos ocupaban no era en nombre de los malones que éstos cometían _ésta sería en todo caso la excusa_ olvidando mencionar que esto también estaba relacionado con las ilegítimas apropiaciones por parte de los españoles y luego de los criollos ya en época posindependentista.
Porque esas tierras le resultaban imprescindibles a las elites de la época para llevar a cabo la producción necesaria para exportación en el marco de los procesos económicos mundiales de fines del siglo XIX, que asignaban a países como Inglaterra el rol de productor industrial, y a países como Argentina el de proveedor de materias primas, oportunidad que le daría altos beneficios que justificaban la expropiación de las tierras a los grupos indígenas que éstos ocupaban y producían. Esta cuestión también ha sido ampliamente estudiada por diversos historiadores y no creo que sea necesario citar autores por tratarse de posturas ya incorporadas incluso a los manuales de historia escolares actuales. En resumen, como miembro del "gremio de los historiadores" quizás deba hacerme una autocrítica porque nuestras posturas no alcancen a veces la necesaria difusión de manera tal que no se incurra en errores por ignorancia de las últimas tendencias en historiografía, de manera que quería aprovechar este espacio para destacar estos aspectos y para dejar en claro que todos los historiadores de una u otra manera tienen una visión parcial de la realidad: tanto aquellos a los que debe referirse el señor ministro como la que suscribe las tenemos, y ello no nos hace menos científicos, sino más o menos serios en el desarrollo de nuestra profesión. Y no todos los historiadores reivindicamos la empresa de la apropiación de tierras por parte del estado nacional como un hecho "inevitable" que debía darse ineluctablemente (ya se sabe que la historia no lleva un curso definido hacia un momento específico). En ningún lugar estaba escrito que sociedades de este tipo debieran sucumbir ante el avance de un supuesto "progreso" (la idea de "progreso", también lo han comprobado numerosos estudios, lejos de ser un hecho de la realidad, es una construcción ideológica en la que jugaron factores de poder que no viene al caso mencionar). Se trató de una "guerra" en la que la relación de fuerzas se definió en ese momento específico a favor de la sociedad nacional. No hagamos de ello una empresa heroica, menos aún cuando los partes de la conquista no mencionan prácticamente bajas por parte del ejército nacional, sino que la mayoría de las bajas pertenecieron al mismo lado. * Licenciada en Historia. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de La Pampa, Argentina.
PÁRRAFOS DEL INFORME OFICIAL DE LA COMISIÓN CIENTÍFICA agregada al Estado Mayor General de la EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO (PATAGONIA) realizada en los meses de Abril, Mayo y Junio de 1879, BAJO LAS ORDENES DEL GENERAL JULIO A. ROCA (Buenos Aires, 1881)
"El año 1879 tendrá en los anales de la República Argentina una importancia mucho más considerable que la que le han atribuído los contemporáneos. Ha visto realizarse un acontecimiento cuyas consecuencias sobre la historia nacional obligan más la gratitud de las generaciones venideras que la de la presente, y cuyo alcance, desconocido hoy, por transitorias cuestiones de personas y de partido, necesita, para revelarse en toda su magnitud, la imparcial perspectiva del porvenir. Esos acontecimientos es la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos: es la campaña llevada a cabo con acierto y energía, que ha dado por resultado la ocupación de la línea del Río Negro y del Neuquén"."Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral.Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas".
"Y eran tan eficaces los nuevos principios de guerra fronteriza que habían dictado estas medidas, que hemos asistido a un espectáculo inesperado. Esas maniobras preliminares, que no eran sino la preparación de la campaña, fueron en el acto decisivas. Quebraron el poder de los indios de un modo tan completo, que la expedición al Río Negro se encontró casi hecha antes de ser principiada. No hubo una sola de esas columnas de exploración que no volviese con una tribu entera prisionera, y cuando llegó el momento señalado para el golpe final, no existían en toda la pampa central sino grupos de fugitivos sin cohesión y sin jefes"."Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba".
Kolectivo Mapuche Lientur / http://www.nodo50.org/kolectivolientur
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