martes, 19 de mayo de 2009

GBI: El diario de Agustín en la mira 18-05-09

18 de Mayo de 2009

Adelanto del comentado documental que ahora será libro


El diario de Agustín en la mira


"Es difícil entender la historia de Chile sin El Mercurio", dijo el ex presidente Ricardo Lagos durante la celebración del centenario del matutino. Por eso, cinco alumnos de periodismo quisieron contar el rol de ese medio en algunos de los casos de violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura militar y entraron a cuestionar lo incuestionable. Aquí extractos del texto que se lanza hoy.

Por El Mostrador


El objetivo del libro El diario de Agustín. Cinco estudios de casos sobre El Mercurio y los derechos humanos (1973-1990) (de Lagos, ed.; Dougnac, Harries, Salinas, Stange, Vilches), del Instituto de la Comunicación e Imagen y LOM Ediciones es dar cuenta de cómo fueron "narradas" por El Mercurio, cuál fue la "historia" de cinco casos de violaciones a los derechos humanos según el diario. "¿Cómo lo cubrió? ¿Qué "informó"? ¿Quiénes estuvieron a cargo de generar contenidos sobre dichos casos (reporteros, editores, fotógrafos)? ¿Por qué se abordaron en un sentido u otro? ¿Desinformó o tergiversó los hechos, a la luz de lo que en ese mismo momento se supo y, posteriormente, se ratificó a través de procesos judiciales, investigaciones periodísticas o de organismos de derechos humanos)? ¿Hubo campañas deliberadas de desinformación, inteligencia y descrédito a través de las páginas de El Mercurio? ¿Cómo operaron?"





Estas son algunas de las primeras líneas de El diario de Agustín. Cinco estudios de casos sobre El Mercurio y los derechos humanos (1973-1990), editado por Claudia Lagos y que compila el trabajo de Paulette Dougnac, Elizabeth Harries, Claudio Salinas, Hans Stange y María José Vilches, en una coedición del Instituto de la Comunicación e Imagen y LOM Ediciones.

El Mostrador ofrece a sus lectores un adelanto exclusivo del libro que este lunes 18 de mayo, a las 12:00 hrs, presentarán Horacio Verbitsky, Cristóbal Peña y Eduardo Santa Cruz en la Casa Central de la Universidad de Chile.

Capítulo I

Mercurio: más pesado que el plomo

Puedo imaginarme a La República sobreviviendo
incluso a un Golpe militar, a una dictadura. No importa
las concesiones que haya que hacer. Ninguna causa
es suficientemente importante para poner en riesgo a
La República. Nuestra causa es de largo plazo, porque
trabajamos sobre las conciencias y las conciencias
cambian poco a poco, pero para no volver nunca atrás.
Cuidemos lo fundamental, que es La República. Olvidemos
lo circunstancial que es el modo como la sociedad o los
grupos protestan o se enfrentan al gobierno.

La Guerra de Galio, HÉCTOR AGUILAR CAMÍN.

Los gobiernos pasan, El Mercurio queda
[ii]

Corría el 28 de noviembre de 2006 y los más importantes empresarios del país, enfundados en lujosos ternos, habían pasado el día entero bajo el aire acondicionado de CasaPiedra sin enterarse del calor primaveral en Santiago.

Por el Encuentro Nacional de Empresarios, ENADE 2006, como todos los años, habían desfilado ministros y autoridades dando explicaciones, perspectivas y anuncios a los dueños de las principales empresas del país.

A eso de las 6 de la tarde ingresaba al centro de eventos la Presidenta de la República. Seguida por un enjambre de periodistas y fotógrafos, Michelle Bachelet era recibida con un frío aplauso en el salón principal. Pero no venía sola. Un paso tras ella, cual príncipe consorte, el decano de la prensa chilena en persona: Agustín Edwards Eastman.

Tras la coincidencia y el desliz protocolar, la presidenta subió al podio y Edwards se ubicó en su asiento en primera fila. Ahí estaba el director y propietario de El Mercurio: haciendo sentir su influencia, tal como lo ha hecho siempre, en cada momento de la historia del país.

Hablar de El Mercurio es hablar más que de un diario, de una institución nacional. Con más de cien años de historia como el principal periódico de Chile, la importancia del "decano de la prensa chilena" no es un misterio para nadie.

"Es difícil entender la historia de Chile sin El Mercurio", diría el ex presidente Ricardo Lagos durante la celebración del centenario del matutino. Cincuenta años antes, el entonces presidente Arturo Alessandri Palma también celebraba el aniversario del diario: "A través de mi dilatada trayectoria pública he podido apreciar de cerca la trayectoria seguida por El Mercurio, sin claudicaciones, libre de sectarismos, teniendo como única meta el bienestar, progreso y engrandecimiento de la patria y de todos nuestros ciudadanos", dijo el León de Tarapacá en 1950. "Creo que El Mercurio es un diario que honra no solo al país entero sino a todo el continente", se le escuchó decir también al ex presidente Jorge Alessandri Rodríguez, en 1980. "El Mercurio ha llegado a ser una institución, su influencia ha sido grande y pesa en amigos y adversarios", dijo el democratacristiano Eduardo Frei Montalva en 1975. Los presidentes de todas las épocas y tendencias políticas han sabido de la influencia de El Mercurio. Porque los gobiernos pasan, pero El Mercurio queda.

(...)

Capítulo II

Periodismo en tiempos de excepción
[iii]

El periodismo consiste esencialmente en decir
"Lord Jones ha muerto" a gente que no sabía que
Lord Jones estaba vivo.

GILBERT KEITH CHESTERTON, escritor.

(...)

La noche anterior al Golpe de Estado de 1973, el periodista Alberto "Gato" Gamboa había cenado en un restaurante chino con su esposa y sus dos hijos. Producto de las copas y el trasnoche, Gamboa y su mujer se levantaron tarde esa mañana. Apurados, desayunaron sin escuchar la radio. Se subieron al auto y enfilaron desde la plaza San Enrique, en El Arrayán, hacia Américo Vespucio. La pareja iba rumbo al Hospital José Joaquín Aguirre, donde María trabajaba como tecnóloga médico y, de ahí, al diario donde trabajaba Gamboa, El Clarín, ubicado en calle dieciocho, en pleno centro de la capital.

Cuando llegaron a la avenida Kennedy, se sorprendieron con los movimientos de militares. Al encender la radio, escucharon el primer bando militar. Eran las 8:28 de la mañana. Se percataron del procedimiento: choferes y uniformados intercambiaban dos o tres palabras y credenciales; algunos podían seguir; al resto, se lo llevaban detenido.

(...)

Ese mismo día, temprano en la mañana, el entonces director de Las Últimas Noticias, Fernando Díaz Palma, pasó a buscar a Pablo Honorato a su casa. "Veníamos bajando por (calle) Monjitas y al llegar a Morandé nos encontramos con un tanque", recuerda el periodista Pablo Honorato.

En esos años, El Mercurio funcionaba en el corazón de la capital, en la esquina de Morandé con Compañía, donde hoy solo queda su fachada.

Honorato recuerda que incluso le tocó acercarse a la casa de Gobierno cuando aún estaba en llamas. "Llegaron en un jeep de parte del general (Javier) Palacios a buscar a Juan Enrique Lira, el editor gráfico, para que tomara las fotos del cadáver de Allende, pero a mí no me dejaron entrar". Lira se bajó solo con su cámara fotográfica Hasselblad. Para quien fuera subdirector y director del diario, Arturo Fontaine, el rol de Lira era pertinente: "El Mercurio era el ministro de fe de la Junta", dice el abogado
[iv].

(...)

Álvaro Puga asegura que la censura no fue tan trascendente, porque hubo un compromiso con los medios: la autocensura. La estrategia era no generar un clima de violencia ni reacciones que fueran violentas: "Eso era lo que se les pedía a los directores de los medios".

El acuerdo tácito y explícito era compartir los mismos códigos a la hora de informar. Nada de pasarse de listos, nada de jugar a las dobles lecturas.
El que no aceptaba las reglas del juego o las infringía, simplemente sufría la clausura temporal o el cierre definitivo.

Así, mientras la mayoría de los medios de comunicación debió sufrir la censura previa durante largo tiempo -al menos hasta mediados del ‘74-, los censores militares se retiraron del diario de Edwards a comienzos de octubre del ‘73. Aunque "los telefonazos" fueron frecuentes, la censura "no era necesaria. Estábamos en la línea del régimen. Los otros (diarios) se quedaron mucho tiempo (censurados)", como reconoce el subdirector de la época, Arturo Fontaine. El Mercurio era una excepción.

(...)

Todos los miedos, el miedo

Cuidado, aprensión, turbación, recelo, susto, terror, pánico, espanto. Todos sinónimos del miedo que enfrió las espaldas de miles de chilenos y chilenas entre 1973 y 1990. Miedo a perder el trabajo, a morir, a ser castigado, a perder amigos o familiares. Y los periodistas no escaparon a ello.

(...)

"Uno veía lo que pasaba y lo único que esperaba era llegar sano y salvo a casa. Para la gran mayoría de los periodistas no había ansias de ser héroes; se vivía con miedo, coartado, tratando de pasar inadvertido", recuerda un periodista policial de ese entonces.

El miedo cruzaba todos los estamentos: desde el dueño del medio, por temor a la clausura; pasando por los editores, de perder la confianza del jefe por un error; hasta los reporteros, de no verse envueltos en situaciones inmanejables con funcionarios de gobierno. "Pasar desapercibido" fue la consigna para muchos trabajadores de los medios que sobrevivieron al Golpe. Lo importante era llegar con regalos a Navidad... La de 1976 fue la primera Noche Buena sin toque de queda. Había que cuidarse de las delaciones.

(...)

El actual gerente general de El Mercurio, Jonny Kulka, considera que cualquier tipo de acusación en contra de un medio de comunicación lo afecta, ataca el corazón de éste: su credibilidad, sobre todo "cualquier tipo de acusaciones que son difíciles de desvirtuar o de aclarar cuando han transcurrido tantos años, porque los actores son distintos, se les da interpretaciones distintas a las noticias y a los titulares. Hoy uno puede ver un titular y decir: ¡miren lo que dijeron estos fulanos! Yo he visto muchas veces un titular de La Segunda que decía ‘Murieron como Ratas'. Ahí no decía nadie que había sido un operativo de algo, sino que la verdad, que murieron, los mataron como ratas, quienquiera que hubiera sido. No era peyorativo, desde el punto de vista de lo que pasaba en ese instante. O sea, los mataron como ratas, con trampa. Uno mira hoy lo que querían decir y ahí entramos en la interpretación", explica Kulka.
(...)

Capítulo III

El Mercurio y El Plan Z: El periodismo no ha tenido lugar

Claudio Salinas Muñoz

(...)

Tal vez la gran noticia que daría cuenta de esta institucionalización de la información, durante los primeros dos meses de la Junta Militar, sea el Plan Z. Es la gran noticia -el relato fundador- que el diario sigue y cubre en aquellos días. Probablemente sea esta noticia la que le da el vamos al gobierno militar, la base moral y simbólica que lo haría justificable. El Plan Z, que en un primer momento se le nombra sólo por su contenido, es decir, como la estrategia del gobierno de Allende para "descabezar" a los altos mandos de las Fuerzas Armadas, dotará a la reacción militar del componente épico, e incluso ético, necesario para justificar sus acciones. Y todo acontecerá a través de las páginas de El Mercurio.

(...)

Con el correr del tiempo el Plan Z ha perdido todo su "efecto de realidad", pero todavía hay algunos que aseguran su existencia. Uno de ellos es Hermógenes Pérez de Arce, quien era columnista y uno de los redactores de editoriales de El Mercurio y quien en el segundo lustro de la década del '70 ocupaba la dirección del periódico vespertino de la cadena de Agustín Edwards, La Segunda. Consultado sobre la veracidad del Plan Z, dice:

"En El Mercurio siempre hemos creído que el plan Zeta existió y que es genuino (...). Entonces yo había visto cómo se había generado todo esto porque nosotros trabajábamos en la Revista Qué Pasa y (...) en los primeros meses después del pronunciamiento, llamó el Coronel [Ewing, secretario de Gobierno al momento de darse a conocer el Plan Zeta], quien estaba a cargo de las relaciones de la prensa con el gobierno y nos dijo: ‘Oye, tenemos una cantidad de información, documentación incautada del gobierno de la UP que no sabemos cómo manejarla. Ustedes nos podrían proporcionar gente que ordenara todo esto y que desechara lo que es inútil pero que publicara lo que es pertinente. Saber cómo era este gobierno, en fin, de verdad'. Y varios de nosotros, yo no fui invitado a eso, y yo entiendo que fue profesionalmente, fueron a trabajar toda la documentación ésta, que eran cajones de documentos incautados en La Moneda, en el Banco Central, en los ministerios, en los partidos de izquierda y esa documentación se sistematizó y se hizo El Libro Blanco".

(...)




Fuente: Salinas (2007)


Para la cobertura del Plan Z, las fuentes oficiales, específicamente la propia Junta Militar, funcionarios de gobierno o alguna rama o autoridad de las Fuerzas Armadas son quienes suministran la información a El Mercurio.


(...)


El periódico actúa, sin duda, como un testigo de fe del régimen de facto, como el notario que le entrega validez y legitimidad a la intervención militar. Aunque los datos sean del todo absurdos, inverosímiles. El método es claro: no identificar fuentes y travestir la opinión con ropajes de información.


Capítulo IV


La prensa sin fe de erratas: El caso de los 119 según El Mercurio
Elizabeth Harries Muñoz

(...)

"¡Levántate, hueón, tienes que ayudarme a ver qué pasa con esto!", le gritó Mario Planet a Alfredo Taborga la mañana del 15 de julio de 1975. "Estábamos trabajando en un proyecto de Planet; yo era una especie de ayudante, había sido alumno de él en la Universidad y en ese tiempo trabajábamos juntos", cuenta Taborga, mientras recuerda la forma como se enteró de la publicación aparecida en Argentina. En ese tiempo ambos periodistas se encontraban trabajando en Buenos Aires. La noticia la leyeron en la revista Lea y ese mismo día comenzaron a averiguar el origen de esa información. Desde la dirección hasta los responsables administrativos de la publicación eran falsos.

Casi diez días después, en Santiago, uno de los titulares más distintivos del manejo que tuvo la dictadura de los medios de comunicación apareció el 24 de julio de 1975. La Segunda publicó en portada "Exterminados como ratones, 59 miristas chilenos caen en operativo militar en Argentina", citando como fuente a un diario brasileño. Era el inicio de la campaña de descrédito de las denuncias hechas por la desaparición de detenidos políticos en Chile.

(...)


Capítulo V

El crimen de Carmelo Soria travestido en caso policial

María José Vilches García

Un diplomático chileno-español es secuestrado por agentes encubiertos de la dictadura de Augusto Pinochet y es asesinado, disponiendo su cráneo entre dos escalones, en una casona de Lo Curro. El lugar es el mismo donde un especialista en química fabrica gas sarín y donde se fragua el asesinato de un ministro del gobierno anterior. Es Santiago de Chile, julio de 1976.

Después de estar desaparecido dos días, el enjuto cuerpo del funcionario diplomático aparece en las aguas suaves del canal El Carmen en la comuna de El Salto. A 800 metros de distancia aguas abajo, se encuentra su automóvil Volkswagen escarabajo, con las puertas cerradas y el parabrisas parcialmente quebrado. Al interior del auto, una botella de pisco vacía. Entre sus ropas, una carta escrita a máquina que habla de infidelidad. En las páginas de la prensa, Carmelo Soria es un borracho y su esposa lo engaña. Es el imperfecto cuadro de un montaje criminal. La imagen verbal de toda una época.

(...)

Las Últimas Noticias -que había destinado poca cobertura al caso- toma la delantera de la defensa de la tesis del accidente y señala que "la policía no le dio el menor crédito a la versión" de que Soria estaba muerto antes de caer al agua. Además, señalaba que el caso se investigaba como accidente y que el resultado de la alcoholemia sería determinante en la resolución del enigma. El título de esa nota fue "no habrían intervenido terceras personas en muerte de Carmelo Soria" y el epígrafe indica que "Policía espera examen de alcoholemia del cadáver".
(...)




El diario El Mercurio publicó la versión final del Director de Investigaciones sin corroborar los datos con la Jueza de la causa, quien a esa altura recién se estaba investigando el caso. Posteriormente, el caso desaparece de los medios de comunicación.

El Mercurio 29 de Julio de 1976

El Mercurio llevaba dos notas diferentes emanadas de aquella conferencia de prensa, una sobre la resolución de los crímenes olvidados y la otra, específicamente sobre Carmelo Soria: "Español Carmelo Soria murió por accidente. Investigaciones dio el veredicto". La nota mencionaba la botella de pisco medio vacía, las llamadas telefónicas y cartas anónimas, que "quebraron su ánimo". Además, el artículo aseguraba que en la oficina del Celade se reunieron "las últimas pruebas delatoras".

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En el caso de Carmelo Soria, se pone en marcha una de las estrategias estrella del régimen militar: el encubrimiento de las violaciones a los derechos humanos como casos propios de la crónica roja. Como ningún otro género -quizás solo salvo el editorial-, el policial se presta para esa tarea, debido a que descansa sobre premisas de corte psicológico que validan el crimen pasional como una expresión legítima del universo humano.

Capítulo VI

El silencio es la pauta. Los desaparecidos de Lonquén en las páginas de El Mercurio (1978-1979)

Hans Stange Marcus

El descubrimiento de los cadáveres de quince personas en Lonquén, que fueron arrestadas por carabineros en octubre de 1973, es la primera evidencia palpable de la tragedia de los detenidos desaparecidos, negada por el gobierno militar hasta ese momento y cuya denuncia no había sido acogida seriamente por ninguno de los diarios autorizados a circular a nivel nacional por el régimen. Se trata también de un caso que involucró denuncias ante la Corte Suprema, la acción de la Vicaría de la Solidaridad, el cuestionamiento a personal de Carabineros y del Instituto Médico Legal. Un "golpe" noticioso por donde se le mire.

(...)

La cobertura del primer día. El Mercurio y La Segunda, 5 de diciembre de 1978.

(...)

Un hecho de claras connotaciones políticas, que se constituye en la evidencia de actos criminales cometidos por quienes gobiernan Chile durante los días en que se tomaron el poder, es tratado como una noticia de crónica roja. Los aspectos políticos involucrados salen igualmente a la luz, pero El Mercurio -y también los demás diarios -insiste en tratarlo como un asunto policial. Y cuando se debe aceptar el carácter político de la noticia, se la significa según la tesis "oficial" del gobierno militar: como el saldo de una guerra civil contra el terrorismo de ultraizquierda.

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Fernando Díaz Palma, el director de Las Últimas Noticias en 1978, recuerda que "los tres pilares de la prensa en dictadura fueron el policial, los deportes y el espectáculo. ¿Cómo meterse con el MIR y lo mismo con el Ejército, si había decretos de censura?"

Capítulo VII

Los derechos humanos bajo la lupa de El Decano en dos momentos: 1975 y 1987

Paulette Dougnac Quintana

Caricatura publicada en El Mercurio el 1 de diciembre de 1975, a propósito de las acusaciones que la ONU hacía en contra de Chile por su actuar en materia de derechos humanos.

Uno de los argumentos que usaban las editoriales de El Mercurio para defenderse de las acusaciones internacionales en materia de Derechos Humanos, era que en los países comunistas como Angola, la situación era mucho peor. La caricatura publicada en diciembre de 1975 refleja este planteamiento.

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La historia de los medios nacionales durante el régimen dictatorial ya está escrita en negro sobre blanco. Imborrables, cada palabra, cada letra impresa por El Mercurio estará siempre ahí para quien quiera leerla. Pueden tratar de explicarlas, pero no pueden negar qué dijo y qué omitió.

"El mercurio: metal más pesado que el plomo y azogue voluble y rápido para descomponerse y componerse", Armando Uribe, 2002.

[ii] El presente capítulo se basa principalmente en Dougnac, 2007. Fue enriquecido con los trabajos de Harries (2007), Salinas (2007), Stange (2007) y Vilches (2007).

[iii] El presente capítulo se basa principalmente en Vilches (2007), Harries (2007) y Dougnac (2007).

[iv] Entrevista a Arturo Fontaine para la serie "Encuentros con la historia", realizada por la Universidad Finis Terrae y transmitida por ARTV.


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