lunes, 25 de mayo de 2009

Guerras mayores y más sanguinarias equivalen a justicia y paz - por James Petras

La granja de los animales de Obama



Guerras mayores y más sanguinarias equivalen a justicia y paz



por James Petras*




Estados Unidos ha forzado a su general David D. McKiernan a la renuncia por considerarlo incapaz de cumplir su misión y viene de nombrar como sucesor al general del ejército Stanley McChrystal, quien se convierte entonces en el nuevo comandante des las fuerzas armadas estadounidenes, de la OTAN y en Afganistán. De esta manera, Obama nombra a un militar que tiene un oscuro pasado reciente: Stanley McChrystal no sólo creó la JSOC (Joint Special Operations Command), un comando especial y secreto implicado en una serie de abusos y otras barbaridades, cómo las torturas en las prisiones en Irak, sino que este brutal militar es un ferviente seguidor de las doctrinas neoconservadoras de la era Bush. Todo esto promete más escalada militar en Afganistan y más guerra en la agenda imperialista.


En esta foto archivo fechada 14 de abril de 2003 publicada por el Pentagono se puede apreciar al Mayor General Stanley McChrystal, hoy el presidente Obama acaba de nombrarlo comandante supremo de las fuerzas armadas estadounidenses y de la OTAN. _________________________________________________

«Los Deltas son unos psicópatas… Tienes que ser un psicópata acreditado para unirte a la Fuerza Delta...», me dijo en Fort Bragg, allá por los años ochenta, un coronel del ejército estadounidense. Ahora, el Presidente Obama acaba de ascender al más infame de los psicópatas, el General Stanley McChrystal, a la jefatura del mando militar estadounidense y de la OTAN en Afganistán.

El ascenso de McChrystal para ese papel dirigente ha venido marcado por el papel fundamental desarrollado en la dirección de los equipos de operaciones especiales encargados de ejecutar asesinatos extrajudiciales, torturas sistemáticas, bombardeos de comunidades civiles y misiones de búsqueda y destrucción. Incardina totalmente la brutalidad y la afición a la sangre que acompaña la construcción del imperio dirigida por el ejército. Entre septiembre de 2003 y agosto de 2008, McChrystal estuvo al Mando de las Operaciones Especiales Conjuntas del Pentágono (JSO, por sus siglas en inglés) que se sirven de equipos especiales para perpetrar asesinatos en el exterior.
El punto a destacar de los equipos de «Operaciones Especiales» (SOT, por sus siglas en inglés) es que entre sus opositores no distinguen entre civiles y militares, entre activistas y sus simpatizantes y la resistencia armada. Los SOT están especializados en establecer escuadrones de la muerte y reclutar y entrenar fuerzas paramilitares para aterrorizar a las comunidades, barrios y movimientos sociales que se opongan a los regímenes clientelistas de EEUU. El “contraterrorismo” de los SOT es terrorismo al revés, dedicándose a perseguir a los grupos sociopolíticos existentes entre los apoderados de EEUU y la resistencia armada.
Los SOT de McCrystal seleccionaron como objetivos a los dirigentes de la resistencia nacional y local en Iraq, Afganistán y Pakistán, atacándoles a través de acciones de comandos y bombardeos aéreos. Durante los últimos cinco años del período Bush-Cheney-Rumsfeld, los SOT estuvieron profundamente implicados en las torturas a prisioneros políticos y sospechosos. McChrystal era especialmente el favorito de Rumsfeld y Cheney por estar encargado de las fuerzas de “acción directa” de las “Unidades de Misiones Especiales”.
Los operativos de “Acción Directa” están constituidos por torturadores y escuadrones de la muerte y el único deber que sienten para con la población local es el de desencadenar el terror, no el de hacer propaganda. Se comprometen en la “propaganda a partir de los muertos”, en los asesinatos de dirigentes locales con objeto de “enseñar” a la población local a obedecer y someterse a la ocupación. El nombramiento por Obama de McChrystal para el mando supremo refleja una grave y nueva escalada militar de su guerra de Afganistán frente a los avances de la resistencia por todo el país.
El deterioro de la posición de EEUU se pone de manifiesto en el endurecimiento del cerco alrededor de todas las carreteras que entran y salen de la capital afgana, Kabul, así como en la expansión del control e influencia talibán a través de la frontera entre Pakistán y Afganistán. La incapacidad de Obama para reclutar nuevos refuerzos por parte de la OTAN significa que la única oportunidad con que cuenta la Casa Blanca para progresar en su avance imperial militarista es aumentar el número de tropas estadounidenses e incrementar la ratio de muerte entre todos y cada uno de los supuestos sospechosos civiles en los territorios controlados por la resistencia armada afgana.
La Casa Blanca y el Pentágono afirman que el nombramiento de McCrystal se debe a las “complejidades” de la situación sobre el terreno y a la necesidad de “un cambio en la estrategia”. El término “complejidad” es un eufemismo para tratar de ocultar el incremento masivo de la oposición a EEUU, que complica las operaciones tradicionales de “barrido militar y bombardeos” en alfombra. La nueva estrategia practicada por McChrystal necesita de “operaciones especiales” a largo plazo y a gran escala para devastar las redes sociales locales y asesinar a sus dirigentes, que son quienes proporcionan el sistema de apoyos que necesita la resistencia armada.
La decisión de Obama de impedir la publicación de decenas de fotografías que documenta las torturas a los prisioneros llevadas a cabo por las tropas y los “interrogadores” estadounidenses (especialmente bajo el mando de las “Fuerzas Especiales”) está directamente relacionada con el nombramiento de McChrystal, cuyas fuerzas “SOT” están profundamente implicadas en las extensas prácticas de tortura ejecutadas por todo Iraq. De igual importancia es que bajo el mando de McChrystal, el DELTA, SEAL y los Equipos de Operaciones Especiales tendrán un papel mayor en la nueva “estrategia de contrainsurgencia”. La afirmación de Obama de que la publicación de esas fotos afectaría adversamente a las “tropas” tiene un significado especial: La exposición gráfica del modus operandi de McChrystal durante los últimos cinco últimos años del mandato del Presidente Bush minaría su eficacia a la hora de ejecutar idénticas operaciones bajo Obama.
La decisión de Obama de recuperar los “tribunales militares” secretos de los prisioneros políticos extranjeros que se establecieron en la prisión del campo de Guantánamo no es una simple repetición de las políticas de Bush-Cheney, que Obama había condenado y prometido eliminar durante su campaña presidencial, sino parte de su política más amplia de militarización y coincide con la aprobación de las mayores operaciones secretas de vigilancia policial desencadenadas contra ciudadanos estadounidenses.
Poner a McChrystal a cargo de las extendidas operaciones militares afgano-pakistaníes significa colocar a un tristemente célebre profesional del terrorismo militar –de la tortura y asesinato a cuantos se oponen a las políticas estadounidenses- en el centro de la política exterior de EEUU. La expansión cuantitativa y cualitativa de Obama de la guerra de EEUU en el Sur de Asia significan cifras masivas de refugiados escapando de la destrucción de sus campos, hogares y pueblos; decenas de miles de muertes de civiles y la erradicación de comunidades enteras. Todo esto es lo que se va a ver ejecutar a la administración Obama en su intento de “atrapar el pez (activistas e insurgencia armada) vaciando el lago (desplazar poblaciones enteras)”.
La restauración por Obama de todas las políticas más nefastas de la Era Bush y el nombramiento de su más brutal comandante se basan en su total abrazo de la ideología de construcción del imperio a través del ejército. Una vez que uno cree (como hace Obama) que el poder y la expansión estadounidense se basan en la contrainsurgencia y en las conquistas militares, cualquier otra consideración económica, moral, diplomática e ideológica estará subordinada al militarismo. Al centrar todos los recursos en conseguir triunfar en la conquista militar, apenas podrá prestarse atención a los costes soportados por los pueblos machacados por la conquista ni a las necesidades de la economía interna y del Tesoro estadounidenses. Esto ha quedado claro desde el principio: En medio de una importante recesión/depresión, con millones de estadounidenses perdiendo sus empleos y hogares, el Presidente Obama aumentó el presupuesto militar en un 4%, elevándolo por encima de los 800.000 millones de dólares.
El abrazo al militarismo de Obama quedó patente a partir de su decisión de ampliar la guerra en Afganistán a pesar del rechazo de los países de la OTAN a comprometerse enviando más tropas. Y resulta obvio ante la designación del General de las Fuerzas Especiales más duro e infame desde la era Bush-Cheney para encabezar un mando militar que tiene la misión de doblegar las zonas fronterizas de Pakistán.
Es lo mismo que George Orwell describía en su Granja de Animales: Los Cerdos demócratas están ahora embarcados en las mismas brutales políticas militaristas de sus predecesores, los porquerizos republicanos, sólo que ahora todo se hace en nombre de los pueblos y de la paz. Orwell podría parafrasear la política del Presidente Barack Obama diciendo: “Guerras mayores y más sanguinarias equivalen a justicia y paz”.
James Petras es profesor emérito de sociología en la universidad de Binghamton (New York). Intelectual emblemático de la izquierda estadounidense, es autor de numerosas obras. James Petras es miembro de la conferencia «antiimperialista» Axis for Peace que organiza la Red Voltaire.


http://www.voltairenet.org/article160128.html

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25 de Mayo de 2009

Análisis internacional

Obama el pacifista y Cheney el embajador del miedo

En el discurso de Obama, por primera vez en un documento oficial, se afirma que Estados Unidos, al salirse del curso legal y del derecho e instalar el miedo, estaría estimulando un clima de guerra y de amenazas, que a su vez tiene implicancias negativas en la seguridad.
Por Juan Francisco Coloane
El senado norteamericano, con votos abrumadores de demócratas y republicanos, ha rechazado la propuesta del gobierno para implementar el proyecto de cierre de la cárcel en Guantánamo.
Esto se produce en sincronía con una fuerte campaña del partido republicano para incidir en la percepción pública de que el cierre de Guantánamo vulnera la seguridad de EE.UU.
El tema de la seguridad nacional es popular en EE.UU., genera votos para los políticos y varios analistas ven el rechazo como demagógico y sin fundamento.
Un portavoz de la operación "Mantener Guantánamo" es el ex vicepresidente, Dick Cheney, con su repetida declaración de que su cierre para albergar "enemigos de la nación" -virtualmente convertida en un campo de concentración- atenta directamente contra la seguridad nacional.
El gobierno sostiene que al mantener Guantánamo como cárcel de detenidos por sospechas de ser terroristas se está haciendo todo lo contrario, y que se violan los principios que sustentan a EE.UU.
El poder de los valores fundamentales, la declaración de independencia, la constitución, la carta de los derechos, las estructuras básicas de libertad y justicia, fueron reiterados en el discurso de Barack Obama el 21 de mayo pasado en las dependencias del Archivo Nacional en Washington DC. Con otras palabras, reconocía que con Guantánamo y sin el plan de procesamiento de detenidos que fue anunciado, EE.UU. constituía un Estado de excepción.
Esta oposición al cierre no constituye sorpresa, es un duelo anunciado y de larga data, cuya centralidad representa el núcleo del debate en torno a la seguridad nacional.
Se identifica por una parte la lógica del miedo para defender y atacar, de Dick Cheney. Por la otra, la del derecho y la justicia para disuadir y lograr paz, de Barack Obama.
Son dos lógicas que se contraponen como si operaran en un sistema de castas fundacionales opuestas para formar una nación, encarnadas en dos políticos como Barack Obama, el misionero de la paz, y Dick Cheney, el "embajador del miedo". Título en castellano de un magistral film sobre la seguridad nacional de John Frankenheimer.
De allí que Obama hable repetidamente de "Hacer perfeccionar la Unión", como el sueño (¿utópico?) del idealista, y que es aplicable a toda nación.
En el discurso de Obama, por primera vez en un documento oficial, se afirma que Estados Unidos, al salirse del curso legal y del derecho e instalar el miedo, estaría estimulando un clima de guerra y de amenazas, que a su vez tiene implicancias negativas en la seguridad.
El comentario provenía de la máxima autoridad del país, que se percibe en una buena parte del mundo como el instigador del clima de violencia global al adoptar una doctrina de seguridad nacional basada en la guerra internacional contra el terrorismo, concebido como una suerte de paradigma en el eje amenaza-protección.
El análisis internacional a partir de la declaración de guerra internacional contra el terrorismo del equipo Bush/Cheney, se reduce a un esquema rígido y nuevamente bipolar de opciones. O se está a favor o se está en contra de esa guerra.
El análisis queda suspendido porque la mayor parte de éste se reduce a una guerra contra el terrorismo que en el fondo es una hipótesis de trabajo o una conjetura, y no una realidad desde la perspectiva de una amenaza a la supremacía estadounidense en el mundo, que es en definitiva lo que respalda su seguridad nacional.
De alguna forma, el argumento de los halcones duros sobre la supremacía se enredó, porque definitivamente la seguridad nacional de Estado Unidos no puede estar amenazada por el terrorismo internacional y un conjunto de amenazas fragmentadas y dispersas, y menos puede estar amenazada la supremacía norteamericana.
Por otra parte, mientras los neoconservadores, sean republicanos o demócratas, intentan sustentar la tesis de la guerra internacional antiterrorista, los verdaderos problemas políticos internacionales mayores, como son las relaciones entre occidente y el mundo árabe e islámico, la dificultad de recuperar el Estado palestino, el concebir a Israel como un Estado patrulla y propagador de la democracia occidental en la zona, la reemergencia de Irán como potencia regional, no alcanzan a formar un caudal de poder para sostener que la supremacía norteamericana está en disputa. En su mayor parte son remanentes de situaciones no resueltas de la Segunda Guerra Mundial o de la Guerra Fría, que la alianza transatlántica con la mayor parte del poder a su disposición, no ha sabido resolver.
Es probable que el concepto central de la seguridad nacional y su materialización en el momento de la actual crisis económica y social en el mundo no se perciba como crucial.
Esto quizás se deba a que el problema de la fragilidad de los instrumentos para mantener la paz y contener la guerra no se ve como esencial en un escenario desprovisto de potencias al acecho para dar el zarpazo y situarse en la pulgada mayor de la expansión. La guerra internacional contra el terrorismo -de la cual depende la absurda legalidad de Guantánamo- ha distorsionado aún más ese concepto central.
Todo esto puede cuadrar en la abstracción, sin embargo los países continúan armándose, comprando tecnología letal que se desplaza, desarrollando capacidad nuclear, compitiendo uno con el otro en función de la protección y la seguridad nacional. Y precisamente la necesidad de reacondicionar permanentemente la seguridad, es pieza central en el debate y en el escenario del reacomodo de poder interno en el país que gravita en forma determinante en el resto de las naciones y en los equilibrios internacionales.
Por las implicancias en el funcionamiento de la sociedad, el debate de la seguridad nacional al principio y al final es un debate sobre el derecho, quedando demostrado que el objetivo de la protección o la seguridad del Estado, desde el discurso aristotélico, pasando por visiones más modernas de las naciones hasta la era post Segunda Guerra Mundial, se atasca cuando se intenta aplicar el derecho con estricto rigor.
La carta de los Derechos, específicamente en referencia a los individuales, no armoniza y menos ensambla en las necesidades de la protección, porque quién decide los cánones de esa protección no son los individuos y ni siquiera las colectividades de individuos, sino que son un patrimonio político de estructuras de poder asociadas a la fábrica de soberanía que son el Estado y las naciones, con el sensor ciudadano remotamente ubicado.
En la teoría Estados Unidos cree en esos principios de libertad, justicia e igualdad, sin embargo, por el extenso legado de confrontación y amenaza producido por el hálito de supremacía y expansión, queda entrampado.
Por eso resulta paradójico que el presidente de una nación que luchó más de 90 años contra una doctrina tildada de opresora, como fue el comunismo, tenga que recurrir a los principios más básicos para sustentar su argumento de cerrar Guantánamo
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http://www.elmostrador.cl/index.php?/noticias/articulo/obama-el-pacifista-y-cheney-el-embajador-del-miedo/

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