miércoles, 29 de octubre de 2008

Presencia mapuche 26-10-2008

Presencia mapuche

Domingo 26 de octubre de 2008.

Digüeñes. En las tierras del Fundo Placilla en Pemuco crecen digüeñes. Un gesto de la naturaleza que manifiesta la presencia de una tradición mapuche en estos parajes. Ese hecho que parece cotidiano hoy asume una connotación especial, pues la comunidad Calbún Llanquihuén ha manifestado su interés de establecerse en este lugar. Este hecho, inédito para la zona de Ñuble y que aún se mantiene en una posibilidad, ha despertado incertidumbres en el entorno, revelando de paso, las imágenes que existen en torno a esta cultura ancestral. Para varios no es sencillo asumir la posible llegada de nuevos vecinos. Preguntas y prejuicios El Fundo Placilla está ubicado en el sector de Monteleón, a unos 30 kilómetros de Pemuco. Este predio se encuentra actualmente subdividido en seis lotes, cuya propiedad se reparte entre personas naturales y empresas. El terreno que despierta el interés de la comunidad es el número 2, que pertenece a un particular, el cual equivale a cerca de 1.600 hectáreas. Aunque esto se mantiene en un interés, lo cierto es que los vecinos no están tranquilos. A la hora de hablar prefieren guardar sus nombres. Ya tuvieron un primer contacto con integrantes de la comunidad, quienes llegaron el 10 de septiembre para visitar el predio y permanecieron poco más de un mes, pues se abocaron a la instalación de un cerco provisorio. Uno de los vecinos dice que hasta el momento no han tenido problemas, pero que hay cierto temor de lo que pueda pasar, en especial por las condiciones que presenta el terreno, que dificulta las actividades productivas. Se puede sembrar avena, papas, zanahorias, pero hay que destroncar todo. “Qué va a hacer esta gente”, dice otro. Esto se teme pueda provocar más adelante conflictos.
Pero dicen que a los mapuches les encanta el lugar. No falta la alusión a las cosas que se han visto en la prensa. “A lo mejor no son como los otros que ve uno en la tele o son de los mismos, no sabemos”. Y las opiniones son diversas. Uno dice que si ellos llegan la gente de alrededor perdería el talaje para sus animales, los que hoy circulan sin problema entre los lotes. Otro, montado en su caballo dice que si llegaran sería lo más extraño, “la última carta del naipe”. Reconoce que son sus raíces, pero no quiere que lleguen. “He visto cosas que no me gustaría vivirlas”.
Dice también que ya no hay tranquilidad. “La gente no está preparada para recibir gente así”. Otro de los lugareños señala: “No nos han hecho nada, prácticamente vinieron a trabajar”. Han conversado con ellos. Les preocupa también los recursos. “La cuestión de las aguas, calculamos que viniéndose esas personas a nosotros nos cortaría el agua para regar los sembrados”. Son alrededor de 14 familias que viven afuera del fundo. “No podemos decir cómo son porque no los conocemos”, agrega. Dentro de los vecinos del lugar está la Forestal Mininco, dueña del lote 1, que ha señalado su idea de mantener una fluida convivencia.
“Tenemos múltiples vecinos y aspiramos a mantener una buena relación con todos ellos, sea quien sea”. En cuanto a la denuncia de ocupación ilegal, se precisó que el grupo mapuche ocupó una bodega más de un mes y cuando se les solicitó salir, no quisieron, lo que derivó en la denuncia a la fuerza pública. Sin embargo, no se produjo ningún desalojo. Hoy los integrantes de la comunidad no están, sin embargo dejaron cosas: ropa, equipos, motosierras. Su idea es regresar. Respuesta al pasado El hecho que se lleven a efecto estos procesos de adquisición de tierras, tiene que ver con una etapa de restitución histórica. Entre 1861 y 1927 a los mapuches se les entregaron títulos de merced que incluían todos los detalles de los terrenos. Se otorgaron más de 3 mil a comunidades entre las regiones Octava y Décima. Sin embargo, muchas hectáreas se perdieron. “Hubo una práctica constante de despojar a los mapuches de sus tierras, hasta los años ochenta”, señala Alejandro Herrera, director del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de La Frontera. El camino fue variado, entre robos y movimientos de cerco. Por ello la situación de conflicto actual obedece a demandas y reivindicaciones de las tierras que fueron entregadas por el Estado. Por ejemplo, en 1927 se otorgaron alrededor de 500 mil hectáreas y hoy día esas mismas comunidades no tienen más de 300 mil. “Ninguna comunidad reclama sobre tierras sin fundamentación. Es parte de su patrimonio que le fue cedido por el Estado”, precisa Herrera. Además, señala que el posible arribo de una comunidad no debe causar extrañeza ya que en la región existe evidencia de población mapuche, como es el caso de San Fabián de Alico. Por eso es claro en la oportunidad que esto significa, como oportunidad de “rescatar la verdad histórica, que en el pasado hubo una población indígena. Ayuda a un proceso de redescubrimiento”. En cuanto a las reacciones adversas que se ha generado hasta el momento precisa: “Es una actitud que se fundamenta en la ignorancia de la diversidad sociocultural del país”. Pero la demanda de tierras tiene sus bemoles.
Rubén Sánchez, del área administración y gestión del Observatorio Ciudadano, que tiene una línea sobre los derechos de los pueblos indígenas, precisa que no se han hecho estudios y evaluaciones sobre lo que ha sido el proceso de relocalización a lo que se suma la falta de un desarrollo integral. “Una vez comprada la tierra no hay ningún tipo de programa que apoye, resuelva o facilite ese proceso de inserción o establecimiento en ese nuevo fundo”. A esto se agrega que las demandas son cada vez mayores. El año pasado había 311 comunidades que estaban en estudio de devolución y anualmente la Conadi no está comprando más de 20 predios. Por otra parte, de acuerdo a las experiencias anteriores cuando se compra un predio lejano se da la tónica que la gente finalmente no se traslada. En cuanto a la idea que la comunidad Calbún Llanquihuén sea conflictiva aclara: “Todas las comunidades tiene una historia de lucha, unas más visibles que otras, pero todas están igual. No de todas las comunidades se difunde.
Las manifestaciones o estrategias son de manera distinta”. Por eso precisa que “el tema hay que verlo también desde el punto de vista humano. Es una cuestión de personas, actuar desde el prejuicio no hace bien a nadie y así no se construye sociedad”. El sueño de hacer tierra La comunidad Calbún Llanquihuén es parte de las organizaciones mapuches que realizan demandas de reivindicación territorial. El año 2006 les priorizaron los recursos para adquirir un predio alternativo a la tierra que demandaban. Tras una larga búsqueda, por Internet descubrieron el Fundo Placilla. Lo visitaron junto a las autoridades tradicionales y presentaron la propuesta de compra en abril de este año a la Conadi. Ahora está en manos del estudio que realice la corporación. Cuando fueron de visita el lote no estaba cerrado, así que cuando conversaron con el propietario, este decidió hacer un colinde y contrató 15 varones de la comunidad. Así recuerda esta primera visita Ana Ñanculeo, presidenta y vocera de la comunidad, aunque siente que la relación que se ha establecido con los vecinos no ha sido muy amable en general. “No hemos sido bien recibidos por los vecinos, son veleidosos, pusieron un escándalo porque estaba la comunidad”. Considerando que el terreno que han elegido presente condiciones agrestes, han aclarado que sus fines son distintos.
“Nosotros somos una comunidad de jóvenes, no queremos vivir de la agricultura”, precisa Ana. De hecho quieren dedicarse al turismo étnico y también consideran la plantación de berries. “Estamos mirando más al futuro”, precisa. Para ellos es fundamental la soledad, la tranquilidad, la autonomía que entrega el lugar. Además allí han encontrado newén, algo que prefieren guardar en silencio y que habla de una fuerza especial. Todos los acontecimientos lo confirman. Para ellos el resto se puede resolver y todos los que allí viven y trabajan deben abogar por la mejora, por ejemplo de caminos. Por ello esperan que la iniciativa prospere. “Es la única alternativa que tenemos en este minuto. Esperamos que las presiones políticas no influyan”, precisa Ana. La comunidad ha vivido sin embargo, sus propios avatares internos, pues se produjo un resquebrajamiento de la entidad a comienzos de este año. En estos momentos hay socios que están buscando tierras en Temuco, lugar de origen de la comunidad, mientras se mantiene otra fracción a la espera de la opción de Ñuble. “No es una división, personas que llegaron a la comunidad esperaron un resultado y se quisieron apartar, ellos quieren otro predio”, señala Ana. En cuanto a la opción de adquirir dos predios bajo el mismo nombre de la comunidad eso es factible. Sin embargo, la resolución de estas diferencias internas parece no ser tan sencilla. Todo en proceso En el listado de comunidades indígenas con resolución de aplicabilidad, es decir que pueden optar al beneficio de adquisición de tierras de acuerdo a la Ley Nº 19.253, se encuentra la comunidad Calbún Llanquihuén con fecha 2 de febrero de 2007. Sin embargo, el proceso de negociación es de largo plazo y considera una serie de estudios para determinar las condiciones del lugar propuesto. En cuanto al desarrollo de la instancia de adquisición de tierras para esta comunidad, esto corresponde a un proceso de negociación que está a cargo de la Subdirección Sur de Conadi, ubicada precisamente en la capital de la Novena Región. De esta manera, con los recursos de esta repartición se tiene que gestionar la compra de tierras. Esto considerando que no hay impedimento para la adquisición en una región distinta. En estos momentos el lote que corresponde al Fundo Placilla tiene un informe de sustentabilidad negativo, lo que significa que la Conadi, propone a la comunidad que no siga con el proceso de compra, ya que se han establecido antecedentes agroecológicos, sociales y técnicos que vuelven no recomendable la relocalización de la comunidad en aquel predio. Este es precisamente el aspecto que preocupa a las autoridades de la zona. El gobernador Ignacio Marín, aclara que la inquietud se sostiene en las condiciones del terreno. “Veo la dificultad que este proceso se pueda concretar por todos los problemas que tiene el predio.
Trasladarlos a esa zona, sería producirles un daño. El propietario tiene que ser más responsable en el ofrecimiento que está haciendo”, a lo que agrega que no hay problema que busquen otro lugar en Ñuble. En este sentido, la comunidad está en todo su derecho de insistir en continuar con el proceso de adquisición, lo que puede significar que la corporación deba reconsiderar el proceso de compra y seguir adelante con las gestiones necesarias. De esta forma, el actual proceso se configura como la petición de una comunidad, sin embargo hasta el momento, más allá de las visitas al sector, no existe nada concreto sobre el posible arribo de estas familias que llevan en sus nombres la tradición ancestral del pueblo mapuche. Finalmente, ¿qué ocurrirá? Es difícil decirlo hoy. Mientras, allá continuarán aquellas tierras con su quietud agrestre y ese silencio de montaña guardada; los vecinos seguirán allí buscando leña, cuidando corderos y chivos, arreglando cercos; la comunidad mapuche seguirá en su búsqueda de raíz a través de la tierra, lo que hoy implica consultas, firmas y acuerdos. Sin embargo, más allá de lo que ocurra, de si al fin llegan o no a construir su historia en suelo ñublensino, es bueno no olvidar lo dicho en un antiguo epigrama mapuche:
“Kom Mapu kiñengey müten/ kom kiñe mew mütem deumaley: / pu ngünechen, pu pülli, ka pu wangülen/ pu mawida, kura ka pu che”.
“Todos los mundos son uno solo/ todo está hecho de lo mismo: / los dioses, los espíritus, las estrellas, / las plantas, las piedras y las gentes”..
http://www.diarioladiscusion.cl/?control=porsec&id_noticia_p=49367&id_diario=26102008&id_categoria=06&fecha=26-10-2008

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