miércoles, 26 de noviembre de 2008

Ejército de Alvaro Uribe descuartiza prisioneros










El amigo de Sebastián Piñera y del senador Alberto Espina


Ejército de Alvaro Uribe descuartiza prisioneros

PIEDAD Córdoba, senadora colombina y valiente defensora de los derechos humanos.

La senadora colombiana Piedad Córdoba visitó Argentina en el marco del multitudinario Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizó en Neuquén. Valiente defensora de los derechos humanos, en 1999 fue secuestrada por paramilitares que actúan como instrumento de la derecha y del ejército de Colombia. Piedad Córdoba es una de las principales impulsoras de los acuerdos humanitarios entre el gobierno y la guerrilla, junto con el presidente venezolano Hugo Chávez. La combativa parlamentaria ha venido bregando sin descanso por la paz en Colombia, alertando que si continúa la política guerrerista del gobierno de Alvaro Uribe, en consonancia con la administración norteamericana, se pone en tensión el horizonte político de la región de cara al siglo XXI.
La senadora Piedad Córdoba habla en este diálogo con Punto Final de las circunstancias y amenazas a la paz en la región y también de los esfuerzos que se realizan para concretarlas.
¿Cuáles son los datos principales de la coyuntura colombiana actual?
“Yo diría que cada año que pasa, se profundiza más no solamente la crisis, sino la insensibilidad de muchos sectores en el país frente a una permanente violación de derechos humanos. Existe una despreocupación indecente por la resolución de un conflicto de eterna duración, inmanente y permanente, profundizado además por la amenaza en que se ha convertido el paramilitarismo para toda la región, como nueva forma de desestabilizar a los gobiernos democráticos de América Latina. Antes, en los años 70, eran directamente los militares quienes asumían costosas violaciones de derechos humanos, impidiendo el pensamiento diferente, obstaculizando reformas profundas en los países de América Latina. Ahora no lo hacen directamente, sino por medio del mercenarismo, que es una práctica muy socorrida en el Estado norteamericano, y a través del paramilitarismo que es un know-how que Colombia empieza a exportar para desestabilizar toda la región. Es una nueva forma de violar los derechos humanos y de impedir, obstaculizar y generar conflictos en los países”.
¿Cómo actúa en este escenario el rescate de Ingrid Betancourt y otros rehenes?
“Pareciera que a partir de ese rescate, Colombia hubiera obtenido el premio al mayor violador de fronteras o al mayor violador de derechos humanos. Para algunos sectores es como si hubieran encontrado a una especie de Rambo -el actual presidente de Colombia, Alvaro Uribe-. Toda esta operación del gobierno al estilo Hollywood, no cambia en nada la situación interna del país. Al contrario, la profundiza porque logra fortalecer el discurso de la guerra. Colombia gasta millones de dólares al año en la guerra. Un 5% del PBI, sin contar el Plan Colombia. Es el tercer país en el mundo en el gasto militar de EE.UU., después de Afganistán e Israel, lo que es algo escandaloso.
El manejo mediático que realizan las empresas periodísticas y los dueños de las cadenas radiales y de TV, hacen creer a la opinión pública que el problema de Colombia no es la desigualdad, la inequidad y la exclusión social. Se oculta que en Colombia hay más de cuatro millones de desplazados, más de cinco mil ejecuciones extrajudiciales, más de treinta mil desaparecidos, varios miles de dirigentes sindicales y sociales asesinados. Presentan a las FARC como únicas responsables de la violencia. Utilizan la tesis demoníaca de ‘los malos y los buenos’, y todo lo que se parezca a discusión sobre derechos humanos o salida política y negociada del conflicto lo equiparan a terrorismo y delincuencia. Es muy preocupante, porque el paramilitarismo es una expresión militar de la derecha que utiliza mercenarios para que hagan la tarea sucia, para que asesinen y desaparezcan personas. Así, por ejemplo, se ha apropiado del Congreso colombiano. Más del 60% de los parlamentarios están siendo investigados por nexos con el paramilitarismo y un 40% ya está en la cárcel; además hay gobernadores, alcaldes, concejales, miembros de la fuerza pública y del poder judicial en la misma situación”.

Uribe no quiere la paz

¿Cuál es la actitud del gobierno de Alvaro Uribe frente a la propuesta de acuerdo humanitario que Ud. ha sostenido junto al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con apoyo de gobiernos de América Latina y Europa?
“Debería quedar claro a la opinión pública que jamás el gobierno de Uribe tuvo interés en el acuerdo humanitario, ni mucho menos en una salida política y negociada al conflicto. Entre otras razones, porque al gobierno le interesa mantener vivo el debate de si hay acuerdo o no, si la guerrilla está a favor o no de una salida política, porque eso permite ocultar la crisis histórica más grande que ha sufrido el país. Hay que tener en cuenta que Uribe es un presidente elegido con apoyo del paramilitarismo y ha roto el proceso de negociaciones iniciado en la zona desmilitarizada del Caguán, durante el gobierno del presidente Pastrana. Hoy se vive un verdadero vía crucis de los rehenes en poder de las FARC, y de los prisioneros del terrorismo de Estado. Se ha desarrollado una estrategia que vende la imagen de que las FARC no quieren la salida política. Este ‘cultivo’ político es muy bien aprovechado por el presidente Uribe, gran impulsor de las Convivir (cooperativas de seguridad privada organizadas por terratenientes) y, en las ciudades, de organizaciones que asesinan a los dirigentes sindicales y campesinos, como en la región bananera del Urabá.
El presidente Uribe monta una campaña para acabar con las FARC y vemos cómo realmente nunca tuvo la intención de un acuerdo o salida política. Hay muchas cosas que no sabe la opinión pública, por ejemplo que se había llegado a un punto muy serio de la negociación respecto a la liberación de Simón Trinidad, extraditado, al igual que Sonia, a Estados Unidos. Se logró que Simón Trinidad enviara una carta al secretariado de las FARC, pidiendo la liberación de los retenidos por la guerrilla, y planteando que Trinidad y Sonia quedarían fuera de la negociación para que se avanzara en el acuerdo humanitario. En este contexto se asesina al comandante Raúl Reyes, quien estaba implementando la decisión de las FARC de entregar a Ingrid Betancourt y a uno de los tres rehenes norteamericanos, junto con un grupo importante de soldados y policías. La decisión de Uribe de invadir Ecuador produjo una ganancia absoluta a la estrategia dirigida a consolidar en el imaginario público la idea de que es más importante una salida militar que política”.
¿Qué implica esta opción del gobierno de Uribe por la salida militar?
“Quienes venimos desde hace tiempo militando en la causa de los derechos humanos, estamos convencidos que la degradación del conflicto, la crisis humanitaria, la condición de pobreza y exclusión de la población, no permite una salida militar, sino únicamente una salida política. Sobre todo porque el conflicto colombiano se convierte en una amenaza para toda la región, en una punta de lanza de la estrategia de recomposición del imperialismo norteamericano para retomar su hegemonía en toda América Latina”.
Desde ese punto de vista, la continentalización de los esfuerzos por una solución política serían de interés no sólo del pueblo colombiano, sino también de los pueblos de América Latina.
“Efectivamente, es muy importante tener claro cómo la derecha internacional se está organizando para relocalizarse, para retomar el poder, y para retrasar procesos liberadores que se vienen dando en la región. Por eso es muy importante llamar la atención de foros como el de Sao Paulo, que debería reunirse de forma urgente para analizar lo que está ocurriendo y plantear estrategias de salida. Creo que es muy importante desde la intelectualidad orgánica, convocar a una reunión de derechos humanos de la región, para discutir el fenómeno del paramilitarismo como una estrategia mercenaria para inmovilizar a través del terror a los dirigentes sociales y populares del continente. En tercer lugar, sería interesante promover la organización en cada país de una comisión de mujeres que exija la salida política y negociada al conflicto en Colombia.

Descuartizan prisioneros y juegan fútbol con sus cabezas

¿Cuál es el impacto de la guerra en las mujeres colombianas?
“De la población desplazada, el 80% son mujeres, la mayoría negras e indígenas con un porcentaje del 70% con niños y niñas. Sufren situaciones tan delicadas que obligaron a la Corte Constitucional a exigir al gobierno una política de emergencia frente a la grave violación de derechos humanos de las mujeres; sus cuerpos se convierten en trofeos de guerra. Al llegar a las regiones de desplazamiento, son objeto de trata de personas, y además se produce el incremento brutal de violaciones de niñas de 8 a 10 años, y el embarazo precoz como un fenómeno masivo.
Me parece importante que en América del Sur se conozca la amenaza del paramilitarismo, y cómo las ejecuciones de colombianos que aparentemente son víctimas del narcotráfico, son en realidad asesinatos cometidos por los paramilitares y por los propios militares. Tenemos filmaciones de las denuncias de campesinos del Magdalena Medio, que es una región petrolera importante. Señalan cómo miembros de la V Brigada del ejército descuartizaron con motosierras a personas vivas, empezando por serrucharles las piernas, luego se las abrió desde la ingle hacia arriba, hasta llegar al corazón, ¡estando las víctimas aún vivas! Se les cercenó la cabeza y jugaron con ellas al fútbol. Han asesinado personas, cuyos cadáveres visten con indumentaria de la guerrilla para decir que eran guerrilleros muertos en combate. Es una situación espeluznante en un país que se precia de tener altos índices de modernidad.
Esto es obra de las organizaciones paramilitares asociadas a miembros de la fuerza pública, a algunos generales y militares que hacen creer que están buscando la tranquilidad de Colombia. Hay evidencias muy claras a través de entrevistas recientes con uno de los jefes paramilitares. Denuncia cómo trabajó de la mano con generales y militares, esto le permitía entrar a los cuarteles y sacar personas detenidas para asesinarlas y hacerlas desaparecer. Hace poco, 17 campesinas de la organización sindical Fensuagro fueron detenidas y están desaparecidas.
El paramilitarismo va extendiéndose desde Colombia por toda la región. El conflicto colombiano es la punta de lanza del Estado gringo, del capitalismo. Está logrando irradiarlo hacia toda América Latina. Un ejemplo es México que está viviendo lo que los colombianos vivimos hace quince años, con las mafias del narcotráfico, que es otro elemento clave de la situación. Estos factores producen la inestabilidad que garantiza la continuación de la guerra y que impide la gobernabilidad”.

CLAUDIA KOROL
En Buenos Aires



Cada oveja con su pareja

En su permanente búsqueda de temas que le permitan mantenerse en el escenario noticioso, el empresario y precandidato presidencial de la derecha, Sebastián Piñera, lanzó al debate -junto con el senador Alberto Espina, que le sirvió de portavoz- un dossier de la inteligencia militar colombiana que relacionaría a chilenos con las FARC-EP. Por supuesto, la fuente de ese informe es el inagotable y sorprendente archivo de la computadora del comandante guerrillero Raúl Reyes, asesinado por el ejército colombiano en territorio ecuatoriano, y que ya ha causado graves problemas a las relaciones de Colombia con Brasil, Venezuela, Ecuador, etc.
Piñera, que se jacta de su amistad con el presidente Alvaro Uribe, presenta al mandatario colombiano como un modelo de demócrata. Se aprovecha así de la ignorancia en Chile sobre estos temas y hace tabla rasa de los orígenes de Uribe, vinculados a los paramilitares y al narcotráfico. En la entrevista que presentamos en estas páginas, la senadora Piedad Córdoba traza un perfil del gobernante colombiano que bastaría para quitar toda seriedad a la operación de inteligencia que Piñera y Espina intentaron montar en Chile por cuenta del ejército colombiano.
Hay que agregar que el dossier fue entregado a Piñera y Espina por orden del poderoso ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, cuya autoridad supera en muchos casos al propio Uribe. Ese siniestro personaje pertenece a la familia propietaria del diario El Tiempo de Bogotá, y es el hombre del Pentágono norteamericano en Colombia. Ha sido acusado de promover los planes destinados a derrocar o asesinar al presidente venezolano Hugo Chávez.
Aunque la documentación manipulada por Piñera-Espina no contiene ningún antecedente significativo de nexos entre las FARC-EP y chilenos o mapuches, el tema sirvió para distraer varios días a la opinión pública y para crear un nuevo factor de desconfianza entre los gobiernos de Chile y Colombia. Consciente de ello, en su visita a Chile con motivo de la reunión de Unasur, el presidente Uribe tuvo que salir al paso de la maniobra y afirmar que su gobierno no tiene ninguna queja respecto a la actitud de La Moneda en el tema FARC-EP

PF

(Publicado en “Punto Final” edición Nº 671, 26 de septiembre, 2008)
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