Parlamento de Koz-Koz
MEMORIA del futuro
Autor: MAURICIO BUENDIA En Koz-Koz, Panguipulli Territorio Mapuche
Participantes del Parlamento de Koz-Koz, Panguipulli.
Desde la garganta de la cordillera se escuchaba, a veces dulce, a veces profundo, el llanto del león. Entonces, los mapuche miraban hacia las alturas, y no veían más que las nieves eternas. Y así arribaba la noche de sombras antiguas y el fogón de leña recién cortada crepitaba en la oscuridad. En la madrugada, despertaban asustados ante el abrumador silencio de los animales y ahí, de repente, estaba la mortandad dejada por el puma entre corderos y gallinas. Más que llanto fue rabia, más que lamento fue juramentarse para terminar con la pesadilla. Y el abuelo se internó en la quebrada para matar de un balazo en el corazón al cachorro maldito que lo miró lastimeramente. Dudó un instante, pero no lo suficiente como para detener su furia de siglos.Pero no era él. Cuentan los lugareños que la leona se volvió loca de dolor y bajó del monte para matar a los matadores. Así todas las noches. Agazapada en su inclemente amargura, arrasaba con las ovejas. Hasta que la abuela de la comunidad cercó el lugar con yerbas milenarias y se le acercó para pedirle perdón, como madre, como mapuche. Y nunca más volvió la leona, aunque a veces, en lontananza, se escucha el gemido del puma por entre las quebradas de Panguipulli, porque es tierra de leones. Tierra mapuche de lluvia y viento.Pero en Koz-Koz ahora sólo reinaba el abrasador sol estival para dar la bienvenida a más de un millar de mapuche que se autoconvocaron para conmemorar el centenario del Parlamento de Koz-Koz, realizado el 18 de enero de 1907 en aquel valle. Jorge Hueque, werkén del encuentro, señala que “puede haber muchas lecturas de lo que ha pasado todo este tiempo, pero nadie discute la denegación de nuestros derechos políticos, culturales, sociales y económicos”. Por lo mismo, la convocatoria a este evento planteaba que Koz-Koz no sólo tiene que ver con el pasado, sino que, sobre todo, con el presente y el futuro. De ahí que “la mejor forma de conmemorar es levantar propuestas articuladas con miras a recuperar el territorio que nuestros abuelos defendían. Desde ya, estamos abriendo nuevos horizontes, haciendo futuro, sentando las bases para que el Estado modifique su relación con el pueblo mapuche, porque hemos dependido del Estado chileno con graves consecuencias y en contra de nuestra voluntad. No podemos continuar así por más tiempo. Planteamos bases sostenibles de alianzas con la sociedad civil y sus movimientos sociales”. Este es el contexto en que autoridades mapuche realizaron un llamado a congregarse y dar forma a un encuentro cultural, religioso y político como pueblo-nación mapuche y elaborar propuestas unitarias que apunten hacia la autodeterminación. Así lo entendieron las distintas identidades territoriales mapuche: wenteche, pikunche, lafkenche, nagche, huilliche, pehuenche y puelche que se hicieron presentes en este histórico espacio para reflexionar acerca de los problemas que les aquejan.
WALLMAPU, PAIS MAPUCHE
Las autoridades convocantes pidieron llegar a este espacio “con la mente y el corazón limpio y abierto” para debatir, los dos primeros días como pueblo mapuche y en los dos últimos con la sociedad civil organizada. Como dijo una joven mujer mapuche “en estos momentos mi tierra está triste, pero nosotros tenemos newen, la tierra tiene newen”. Y esta fuerza telúrica se manifestó en las discusiones, las ceremonias religiosas y el baile que se desarrollaron en el valle de Koz-Koz, en un predio particular a cuyos dueños hubo que solicitar permiso, reflejo, sin duda, de la situación de despojo y marginalidad del pueblo mapuche que debe pedir autorización para reunirse en su propio territorio. Quizás por ello es que Adolfo Millabur, alcalde mapuche de Tirúa, agradece que “gente de Koz-Koz conmemore este hecho histórico. No es celebración, porque estos cien años han sido un permanente retroceso desde el Parlamento original. El pueblo mapuche ha tenido que replegarse más y más en las comunidades o se ha visto forzado a emigrar”. Además, “me siento parte de un proceso comprometido con la integración del movimiento mapuche. Por lo tanto, esto es un gesto de unidad, porque es necesario cultivar la unidad. Y en ese sentido, aquí ha habido tiempo suficiente para conversar, establecer confianzas, mirarnos los rostros, avanzar”. Dicha postura es refrendada por la palabra de un lonko quien, en medio de la noche y con certera tranquilidad, hizo un llamado a “crear un movimiento social unitario, porque los partidos políticos y la religión dividen, son parte del problema y no de la solución. No repitamos la misma historia, creemos una nueva historia”. Y esta nueva historia ha de escribirse en el Wallmapu, país mapuche, en ambos lados de la cordillera.
“Nos están llevando a todos a un ecocidio y etnocidio”, sostiene Lorenzo Loncón de la organización mapuche urbana Newén Mapu de Neuquén, en el Puelmapu (Argentina). “Hace cien años, Koz-Koz sirvió para denunciar el despojo por chilenos y colonos extranjeros, ahora es el de las empresas transnacionales. El manejo globalizado de la información nos hace creer que la idea de capitalismo es la correcta. Pero no lo es, pues destruye todo: acá son las forestales y empresas energéticas, allá son las petroleras. Ad Mapu es la ley mapuche que respetaba y respeta la naturaleza. Son normas de respeto también a las personas, para vivir en armonía. El despojo no es sólo material, sino también espiritual y la religión católica es la que más nos ha afectado. Ha permitido que la tierra sea un infierno. Se nos quiere hacer creer que hay un solo pensamiento religioso, pero aquí en Koz-Koz queda claro que somos distintos. De hecho, los temas de discusión en el Parlamento han sido abordados de manera circular, como lo hacían los antiguos. Además no nos mandamos solos, la naturaleza nos va indicando caminos. Ya se ha perdido la tierra, pero nos quedan los sueños y esto significa que tenemos una tarea que es gigantesca y la única solución es colectiva. Tenemos que reconstruir nuestro tejido social que está muy lastimado y en este sentido, aquí en el Parlamento, se ha rearticulado la idea esencial de que somos una nación con mucha identidad como personas, con fuerzas espirituales que nos guían”.
ENTRE LA CULTURA Y LA POLITICA
Fueron precisamente estas fuerzas espirituales las que se expresaron con vigor entre el vuelo de los queltehues y el tremolar de las banderas enclavadas en el lugar sagrado de Koz-Koz. Para algunos, como para una comunera mapuche de Boroa, fue “más un guillatún (rogativa sagrada) que un Parlamento”. En cualquier caso, “sirve para (…)
(Este artículo se publicó completo en la edición impresa de Punto Final Nº 634, 9 de marzo, 2007)
http://www.puntofinal.cl/634/kozkoz.htm
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