Domingo 30 de marzo de 2008
Por Por Luis Narváez / La Nación
Una mirada a la previa del Día del Joven Combatiente
Los sospechosos de siempre
Grupos de jóvenes, colectivos culturales, "anarkistas", okupas, encapuchados, todos forman parte de un mismo saco. En la semana previa al 29 de marzo, todos se sienten sospechosos de ser los vándalos de las molotov, de las piedras y todo lo que molesta la comodidad de la sociedad chilena.
Ninguno de los muchachos sentados en la entrada del edificio quiere hablar. Todo les provoca desconfianza. Hace pocas semanas se tomaron el edificio de cuatro pisos ubicado en Erasmo Escala casi esquina Bulnes. Son tres hombres (un rasta, un artesa, un punk) y una chica rubia (fusión emo-gótica), parte de los okupa que comenzaron otro incierto proyecto para crear un espacio libre donde la cultura popular se instale para todos y sin fines de lucro. Pero la víspera del Día del Joven Combatiente no son malabaristas, actores ni monitores de talleres. Se han transformado en un equipo de vigilancia que observa los movimientos de los autos y personas que transitan frente a su casaokupa. Temen que en cualquier momento la fuerza policial se haga presente y, con el pretexto de realizar labores de prevención, los desalojen de las salas habilitadas para las clases de pintura o destruyan a patadas los instrumentos con que enseñan música a niños de escasos recursos.
Parecen conocer al dedillo el discurso del Gobierno, que califican como "fascista". Son parte de una fértil generación de jóvenes que han preferido organizarse lejos de los intereses políticos. "Como no somos parte de ningún partido y no compartimos intereses económicos, nos persiguen", asegura Bastián, uno de los muchachos que acude regularmente a la casa de Erasmo Escala.
A la vuelta de la esquina, un furgón de Carabineros está estacionado. Los jóvenes dicen que lleva allí varios días.
Aseguran que han sido estigmatizados y que durante toda la semana los hicieron sentir sospechosos de portar bombas molotov o de ser ellos mismos los autores de algunas de las decenas de llamadas con anuncios de falsas bombas.
Reacción en cadena
Con un creciente uso de armas de fuego en fechas donde se conmemoran hechos políticos ocurridos durante la dictadura; dos carabineros muertos, el año pasado, durante esos días; la ola de avisos de falsas bombas y la coyuntura de este sábado en que se conmemoraba el Día del Joven Combatiente, el escenario durante la semana era tenso para el Gobierno y su aparato policial.
La reacción de la autoridad fue drástica en cuanto se conoció la identidad del autor de una de las alarmantes llamadas: un estudiante de Derecho que para evitar ausentarse a la audiencia en un tribunal llamó advirtiendo de una bomba en el juzgado, para que éste cerrara. Como corolario, el subsecretario del Interior, Felipe Harboe, anunció la aplicación de la Ley de Seguridad del Estado y su máximo rigor para quienes fueran sorprendidos en estas acciones.
Varias reuniones en el Comité de Seguridad e informes de las policías y la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) analizaban todos los escenarios posibles.
Ni Carabineros ni la ANI quisieron entregar antecedentes relativos al nivel de las variables que se evaluaron para prevenir que la violencia se apoderara de las calles. La única institución en aportar elementos de análisis fue Investigaciones. Los análisis de la policía civil coinciden en que la conmemoración de la muerte de los hermanos Vergara Toledo (ver recuadro) ha dejado de ser la razón fundamental para protestar y se han agregado otros elementos. "Es muy probable que otro argumento paralelo a la muerte de los hermanos Vergara sea la muerte de [el activista mapuche] Matías Catrileo, en enero de este año, o lisa y llanamente lo indicado por la Coordinadora por la Protesta Popular, relacionado con una serie de demandas sociales tales como el aumento de los precios de los servicios básicos y de alimentos, los índices de cesantía, la permanencia de la subcontratación como método que busca disminuir los sueldos de los trabajadores y trabajadoras, el lucro o ganancia de los empresarios a costa de la salud y educación privatizadas, el sistema de transporte metropolitano Transantiago, el Plan AUGE, que, según ellos, no habría mejorado la atención de salud de los más pobres, y la rebaja en la edad de la responsabilidad penal, entre otras", indica un informe de la policía.
Asimismo, el documento advierte la creciente presencia de menores de edad con actitudes más violentas. "En virtud de lo anterior, actualmente se deben considerar los factores de riesgo a los cuales están expuestos los jóvenes y niños, como son los conflictos socioparentales, la violencia intrafamiliar, el alcohol, drogas y la disfunción familiar, principalmente en los sectores excluidos de nuestra sociedad. Por lo tanto, se puede prever que los días de conmemoración de fechas anteriormente consideradas importantes para el mundo político, hoy son días de lucha entre tribus urbanas, delincuentes o simplemente la reacción de grupos contestatarios ante el sistema social al cual no logran adaptarse o se sienten excluidos".
Ni Dios ni ley
Abraham tiene 29 años y es uno de los gestores de la casaokupa de calle República. La actividad se inició hace tres años, cuando un grupo se tomó la gran casona que hace unos 32 años funcionó como centro de detención y tortura de la DINA. Desde ese lugar desaparecieron más de 20 personas y más de un centenar fueron torturadas. Pese a que están en un largo litigio judicial para su desalojo, estos jóvenes la transformaron en un centro cultural muy activo que tiene actividades como danza, teatro, circo, clown, música y pintura durante toda la semana.
El muchacho, que bajo un jockey gris deja ver parte de su corte de pelo moreno, estilo punk, dice que su tema no es la política, el poder ni el dinero. "Acá estamos para defender un espacio popular para el arte. La puerta está abierta para todos, pero las banderas se quedan afuera".
Natalia ("veintisiempre") y Luciana (22), también fundadoras, son más reservadas y desconfiadas. Mientras Abraham responde las preguntas, tranquilizan a uno de los cinco perros que tienen amarrados y que sueltan por las noches para proteger la casa cuando se queda sin sus "okupamoradores". A cada momento aparecen otros muchachos preguntando dónde son los talleres o a qué hora es la reunión de clown.
De tanto en tanto, Abraham recuerda que en varias oportunidades carabineros "han venido haciéndose los weones. Y no tienen nada en qué afirmarse para llegar a un allanamiento. Nunca han tenido una sola base. Sólo ven gente aprendiendo, porque acá se enseña gratis cultura y arte".
La selva cultural que se ve dentro de la casa es abundante. Si hasta los denominados "anarkistas" llegan hasta ahí para hacer sus actividades. "La Corriente Revolucionaria Anarkista hace sus foros acá y todos los meses tienen actividades. Pero vienen como cualquier organización a pedir un espacio. La casa se usa en todo sentido", explica Abraham, quien recuerda con rabia que el año pasado, tras un asalto a una joyería del Portal Edwards, la policía llegó a la casa: "Vinieron buscando anarkos. Acá nadie se abandera, hay diversidad, nadie pone una bandera, no venimos con discursos políticos".
El 29 de marzo es el único día en que la casa está cerrada. "Conmemoramos a los caídos, pero nuestra lucha no es violenta, es cultural. Por eso cerramos la casa durante el día. Nosotros hacemos intervenciones, no salimos a la calle a tirar piedras o a interrumpir el tránsito".
Los avisos de bombas falsas ya disminuyeron. Hubo detenidos, barricadas, hubo violencia. Y a Abraham y varios de los chicos de la casaokupa se les vio el sábado en la Villa Francia. Estaban en medio de la gente, en la plaza. Agitaban y desordenaban, pero no a la gente ni al tránsito. Movían cintas, no banderas; llevaban disfraces, no uniformes; máscaras, no capuchas. LND
Los cuatro mártires del MIR
El Día del Joven Combatiente tiene su origen en los hechos ocurridos durante la noche del 29 de marzo de 1985. En plena dictadura y en uno de los períodos más represivos de la misma, en la intersección de la calle Miguel de Cervantes con la Avenida 5 de Abril, en la Villa Francia, murieron los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo, a manos de una patrulla de Carabineros. Los jóvenes fueron detenidos, golpeados, heridos a bala y rematados en el suelo.
Pero este emblemático hecho no es el único que conmemoran movimientos políticos de ultraizquierda. Esa misma triste noche, en el sector El Arrayán, en la comuna de Las Condes, fue asesinada a balazos la estudiante Paulina Aguirre Tobar.
Un año antes, también el 29 de marzo, en la comuna de Pudahuel murió Mauricio Maigret Becerra.
Los cuatro jóvenes asesinados en estas fechas eran militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y perecieron en falsos enfrentamientos con la policía uniformada o la CNI.
Fueron los militantes del MIR y la Juventud Rebelde Miguel Enríquez (JRME) quienes instauraron esta fecha, no sólo para recordar a sus caídos, sino también conmemorar a todos los jóvenes que fallecieron luchando contra la dictadura.
*
*
*
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario